Tengo 58 años, pertenezco a la generación del Baby bum. Viví los coletazos de la dictadura y en los comienzos de la democracia, a la muerte del " Caudillo de España por la gracia de Dios" andaba por los 11 años y estudiaba quinto de EGB. Mi cole se llamaba José Antonio y ahora " el palmeral" pues en mi pueblo hay miles de palmeras; algunas de ellas, como yo lo hice hace 2O años, se vinieron al paseo marítimo y echaron raíces porque, con permiso de Vox, todos somos emigrantes.
Asocio mi infancia a la tele: primera y segunda cadena . Teníamos una Marconi que duró 25 años; no sabíamos qué era la obsolescencia programada.(Sigo escribiendo con un olivetti que peina ya 45 años y está como nueva).
Siempre me quedaba boquiabierto con los anuncios de la tele. Jugamos con mis hermanos a repartirnos lo que saliera en cada anuncio: lo que salga en el primero es tuyo, el segundo es para ti, y así sucesivamente. Me chiflaban desde la infancia esas películas cortas de 45 segundos: la música, los paisajes, las personas, los productos, las muletillas, los juegos de palabras. Pensaba que todo ello formaba parte de mi vida imaginaba que en era rico y podría adquirir lo que se anunciaba, convertirme en una especie de Rey Midas.
Ahora que soy viejo ( ayer lo sentí cuando me dejaron asiento en el autobús tres pasajeros a la misma vez) no quiero que la desmemoria borre esas películas de mi vida.
Me fui al portal con las muñecas de Famosa: andaban para ver al Niño Jesús. Me regalaron mi primera colonia “chispas para ligar en la guardería. Cuando no comía mi abuela me daba quina San Clemente para darme ganas de comerrr. El linimento Sloan era mano de santo para los dolores musculares. No sabía por qué veterano es cosa de hombres y birlé un trago a mi padre. Al salir de la playa siempre tenía un motivo para usar Nivea, una crema blanca que me ponía en la nariz. Si tenía la garganta inflamada chupaba las pastillas Juanola; ahora siguen siendo las mismas en distintos formatos. Merendaba Nocilla “ leche, cacao, avellanas y azúcar. Mi madre utilizaba Colón: buscó. Comparó y no encontró otra cosa mejor. Me regalaron por Reyes los juegos reunidos Geiper y un cinexín (el cine sin fin). Tomaba en el desayuno Puleva, descubrí que las siglas correspondían a pura leche de vaca”. Un vecino que era una gente encantadora, adquirió un Dián 6. Conocí el móvil por Edu que nos decían quién era y nos deseándonos feliz navidad. Lloré por primera vez con Turrones el almendro con la emoción de unos padres que reciben a sus hijos. Si se me olvidaban los Donuts, volvía a casa por ellos y se me olvidaba la cartera. Sabía que llegaba la primavera por “El Corte Inglés". La primera estufa fue una catalítica, nos calentábamos reunidos en la mesa camilla mientras tomábamos el café de Juan Valdés. Las ollas magefesa fueron una revolución; cocinaban en poco tiempo. Pasaba la gripe con vick vaporoub para la congestión era mano de santo.
Ya más tarde, cuando la tele dejó de funcionar compramos una tele “saba” porque el que sabe, Saba.
La Cocacola era la chispa de la vida. Me encantaban los eslóganes de la publicidad: ropa para los que tienen clasea precios muy estudiados, abrir un bote no es una lata.
De más mayor seguía las campañas políticas: OTAN de entrada no ( luego nos la metieron doblada).
Supe lo que era la democracia por la canción de Jarcha, nos animaba a la libertad sin ira, El Partido comunista nos recomendaba votar para no quedarnos parado y me indignó la campaña de Erri batasuna cuando las elecciones al parlamento europeo “vota H. B, lo que más les duele”.
Los apartamentos en Torrevieja fueron promocionados por el “ un dos tres” y la lotería por un perro llamado Pancho.
Otra plorera era la lotería de navidad, lloraba hasta el gato.
Supe que la arruga era bella por orden de Adolfo Domínguez y que necesitábamos a Ruper cuando teníamos que ir a la peluquerías".
Hacienda nos dijo que “hacienda éramos todos” Lola Flores no vería el anuncio y, para pagar nos pidió a todos los españoles una peseta, cinco pesetas para luego invitarnos a un wiski a todos los españoles.
Hice mis pinitos la primera vez que inventé un anuncio para un tío mío que montó una tienda de Zapatos: “Calzados Andrés, siempre a sus pies".
Y no sigo, porque van a dar las 12 y el CAÑONAZO me avisará: “campana y se acabó”.