Fue en 2015 cuando el Gobierno de Ceuta sorteó la
Ley de Memoria Histórica para no tener que demoler el
Llano Amarillo, uno de los últimos vestigios
franquistas. Así se modificó la antigua escalinata y se retiró la fecha del 17 de julio. El águila permaneció al considerarse que no incumplía lo contenido en dicha ley. Hoy, ocho años después, este lugar permanece marcado por multitud de grafitis que contienen distintas consideraciones y rodeado de basura. Es el rincón empleado por muchos jóvenes para la práctica del botellón. Así luce a la vista de los asiduos a Valdeaguas o de aquellos que siguen ruta hacia Santa Catalina viendo asomar la mole de piedras que fueron trasladadas una a una desde Ketama. El valor patrimonial e histórico de este monumento ha llevado a que se apostara por su mantenimiento eliminando cualquier alusión al periodo franquista. Para Compromís, el Llano Amarillo forma parte del particular
tour del franquismo junto a otras tres calles más: la de Millán Astray, General Aranda o Queipo de Llano.
De la historia del monolito al botellón
Eso sucede sobre el papel porque en la práctica es una zona entregada a la desidia cuya única utilidad es haberse convertido en esporádico centro de reuniones de jóvenes que hallan aquí su punto de práctica de botellón. Tal y como ha recogido el investigador Francisco Sánchez Montoya en varios reportajes publicados en este periódico, este monumento fue obra del arquitecto Francisco Herranz, teniendo como fecha de inauguración el 12 de julio de 1940 en el valle de Ketama para conmemorar las maniobras militares de julio del 36.
Piedra a piedra, de Ketama a Ceuta
En 1962 se procedió a su traslado a Ceuta ubicándose en el actual emplazamiento mediante labores complejas que quedaron recogidas en las crónicas de la época. Tras el acuerdo llevado a Pleno y los informes realizados de manera oficial se consideró que no debía demolerse por el significado histórico que tuvo ordenándose únicamente la retirada y exhibición de los símbolos del régimen. Esa conservación argumentando una historia se pierde en el más puro de los abandonos que existe sobre esta parte de la historia de nuestra ciudad.