La estratégica posición de Ceuta en la puerta de entrada y salida del Mediterráneo explica que haya sido un territorio anhelado por la mayor parte de las civilizaciones con intereses en este espacio geográfico tan singular y bello. Un tesoro como es nuestra ciudad ha requerido para su custodia y protección de una continua fortificación y defensa militar. En pocos lugares como Ceuta es posible contemplar todas las técnicas y sistemas poliorcéticos empleados desde la antigüedad hasta tiempos contemporáneos. Precisamente, en esta última fase histórica es cuando surge la conciencia conservacionista sobre el valor de esta modalidad de patrimonio edificado. Hasta entonces todos estos inmuebles y restos de murallas eran considerados útiles desde un prisma castrense. Su utilidad empezó a decaer a partir del desarrollo de nuevos modelos de defensa militar que hicieron ineficaces las vetustas murallas, los caminos de ronda y los fortines a pie de acantilado. Poco a poco estos inmuebles fueron abandonados hasta que la aludida preocupación por el destino del patrimonio cultural empezó a germinar en las mentes y el corazón de una minoría de intelectuales y artistas entre los que cabe citar a William Morris, John Ruskin o Eugène Viollet-le-Duc.
En Ceuta la preocupación cívica por la preservación del legado cultural llegó tarde y lo hizo de la mano del Instituto de Estudios Ceutíes. Fue una dura denuncia de la Junta Rectora del IEC, -entonces dirigida por el recordado y añorado Juan Bravo-, sobre la situación de abandono de buena parte del patrimonio cultural de Ceuta la que motivó el reconocimiento de la mayor parte de los edificios y restos de murallas dispersos por la ciudad como Bienes de Interés Cultural. Hubo cierta confusión terminológica a la hora de definir y agrupar los elementos a proteger jurídicamente, pero el trabajo se hizo y desde el año 1998 buena parte del patrimonio militar de Ceuta está inscrito como BIC en la base de datos de bienes inmuebles protegidos por el Estado español.
Los más de noventa elementos declarados BICs a finales de los años 90 fueron integrados en varios conjuntos históricos. Tal consideración, según establece la Ley 16/85 de Patrimonio Histórico Español, obliga a los ayuntamientos a redactar, para estos conjuntos, un plan especial de protección. Pues bien, de los cuatro conjuntos históricos declarados en el año 1997 tan sólo se ha redactado y aprobado hasta la fecha el plan especial de protección del conjunto histórico de las Murallas de la Almina. No fue una iniciativa de la Ciudad motivada por el interés en la conservación de patrimonio cultural, sino por la necesidad de contar con este documento administrativo si querían desbloquear la construcción del palacio de justicia previsto en la parcela del cine África. Una simple alegación presentada por nuestra asociación a la aprobación inicial del expediente de modificación puntual del PGOU para la mencionada parcela obligó a la administración central a darnos la razón sobre la obligatoriedad de contar con el plan especial de protección del conjunto histórico de la Almina antes de proceder a la pretendida modificación urbanística. De este modo, la Ciudad, más obligada que queriéndolo, encargó la redacción del plan especial y lo aprobó en el año 2008. Desde entonces, y ya vamos camino de una década, no han hecho nada de lo previsto en el plan especial de protección de la Almina.
Como decimos, del plan especial de la Almina nadie se ha acordado en diez años, …hasta hace unos días. El derrumbe de parte de uno de las muros de la conocida como Estación Telemétrica San Hipólito sobre las viviendas adyacentes, debido a las intensas lluvias caídas en las últimas semanas, han hecho recordar a las autoridades que existía un plan especial de protección cogiendo polvo en alguna estantería de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Este mismo medio escrito, en su edición del pasado día 3 de mayo, se hacía eco de una nota de prensa emitida por la Comandancia General de Ceuta en la que decía que “se ha establecido contacto con la Ciudad Autónoma de Ceuta al objeto de coordinar tanto las actuaciones iniciales como la preceptiva presentación a la Consejería de Cultura del proyecto definitivo de consolidación estructural que se está redactando de acuerdo con el Plan Especial de Protección y Catálogo del Conjunto Histórico del Recinto de la Almina de Ceuta, en el cual se incluye como BIC la construcción afectada”.
“De Santa Bárbara sólo nos acordamos cuando truena”, dice un conocido refrán español. Esto mismo podemos decir de la conservación del patrimonio cultural ceutí. Las autoridades locales y nacionales sólo se acuerdan de su obligación de velar por nuestro legado cultural y natural cuando algún edificio se viene abajo o una imprudencia provoca un incendio que arrasa con parte de nuestros montes protegidos. Tanto la Ciudad Autónoma como los Ministerio de Defensa y Cultura comparten una gran responsabilidad en el mantenimiento y preservación del patrimonio cultural de Ceuta. Es importante recordar que el Estado Español, según el decreto de transferencia de las competencias en materia de patrimonio cultural, sigue manteniendo la competencia sobre todos aquellos bienes culturales adscritos a la administración general del Estado. La Ciudad puede y debe colaborar con el Estado Central en la tutela de los bienes culturales que siguen siendo de su exclusiva competencia, pero no debería permitir que el Ministerio de Educación y Cultura se ponga siempre de lado y no haga nada o casi nada por elementos patrimoniales de los que son los únicos responsables.
Nuestro Presidente, que viaja de vez en cuando a Madrid para reunirse con los Ministros del Gobierno, debería solicitar una reunión conjunto con los responsables de los Ministerios de Defensa y Cultura para hablar sobre la situación del patrimonio cultural de Ceuta. Es indudable que la Ciudad no puede ella sola asumir el mantenimiento de unos bienes culturales naturales de gran importancia tanto desde el punto cuantitativo como cualitativo. Sin el apoyo del gobierno central no seremos capaces de mantener en pie todos los inmuebles protegidos que hoy en día se encuentran abandonados o en muy mal estado de conservación. Nosotros llevamos años diciendo que se debería buscar una fórmula similar a la que encontraron en ciudades patrimoniales como Mérida. En esta ciudad extremeña, con un rico patrimonio arqueológico y monumental, se acordó en el año 1996 la creación de un consorcio en el que participan el ayuntamiento de esa ciudad, la Junta de Extremadura y el Ministerio de Educación y Cultura. Este último Ministerio contribuye todos los años con un porcentaje en el presupuesto del consorcio, sin tener competencias directas sobre los bienes culturales que gestiona esta entidad de derecho público. En el caso de Ceuta, tanto el Ministerio de Cultura, como organismo competentes en buena parte de los bienes declarados BIC en nuestra ciudad, como el Ministerio de Defensa, titular de los mismos, estarían obligados a aportar una cantidad significativa al consorcio que se creara para la salvaguarda del patrimonio cultural ceutí. La creación de este consorcio serviría también para la búsqueda de empresas privadas o públicas que pudieran contribuir a la noble y necesaria causa de la conservación del patrimonio cultural y natural de Ceuta.
Algo hay que hacer y pronto. No podemos dejar por más tiempo abandonados a los bienes naturales y culturales que hemos heredado de la naturaleza y la historia. Vivimos en una ciudad sagrada y mágica, fruto del trabajo de todas las generaciones de ceutíes que nos han precedido y símbolo de lo que hemos sido. Todas las murallas y fortificaciones que se están derrumbando por falta de cuidados representan el esfuerzo de unos antepasados nuestros que entregaron su vida por la defensa de esta tierra. No se merecen que olvidemos su dedicación a este lugar tan bello y acogedor. No debemos ver a estos edificios y yacimientos arqueológicos como las reliquias de un pasado inerte y estéril. Miremos en ellos la semilla de una Ceuta que espera su oportunidad para germinar y dar sus frutos. Esta semilla guarda en su interior el espíritu de un lugar aún por descubrir para los propios ceutíes y para el mundo entero. Miremos a Ceuta y a su pasado, representado por su patrimonio natural y cultural, con reverencia y admiración. Ceuta es un santuario al que hemos de cuidar y administrar con sumo tacto. Hacemos, pues, un llamamiento a todos los ceutíes y a nuestras autoridades locales y nacionales para que, entre todos, salvaguardemos el patrimonio cultural y natural de Ceuta. Todos nosotros moramos temporalmente en esta tierra y si algo nos une es el amor por este sitio sagrado. Asumamos juntos la tarea de proteger el patrimonio cultural y natural de Ceuta. Es nuestro deber y nuestra responsabilidad.