No es tarde si la dicha es buena. No es tarde si el dulce Ejecutivo local empieza a llamar a las cosas por su nombre y asimila lo que está sucediendo. Llevaba tiempo mariposeando, sin preocuparse por unas situaciones extremas que están haciendo mucho daño a una ciudad que no ha querido nunca ver lo que tenía delante de sus ojos. Ahora don Juan manda al portavoz accidental a escenificar el mensaje del asustaviejas, ese que nos cuenta que se va a acabar el mundo y que nos está pillando en bragas. Y que sí, que tiene razón pero no deja de ser algo hipócrita cuando hace años debían haber pisado el freno y visualizar con acierto una deriva que nos ha estallado ahora en la cara. Lo que sufrimos ahora, el bloqueo de una Ceuta a la que no le dejan respirar, es fruto de un desastre de años en el que los populares tuvieron algo que ver y de una inoperancia actual de los socialistas que más bien parecen menosprecios.
Y así estamos, intentando averiguar todavía qué nos va a pasar y qué tipo de ciudad vamos a ser si nos cierran la única vía de economía que hasta ahora había sido explotada: el Tarajal.
Durante tantos años no hemos nuestros deberes que ahora cuando nos llegan los suspensos, uno detrás de otro, empezamos a ponernos nerviosos porque no da tiempo ni a preparar la recuperación. Esto que tenemos está relacionado con un vacío y unos errores encadenados en los que teníamos que haber reparado hace muchísimo tiempo pero no lo hicimos.
Sí, nos está estallando el problema en la cara pero quizá todavía quede tiempo para aclarar cuál es la salida que debemos elegir para no quemarnos. Y eso, les digo, no lo tenemos nada claro.
Con mensajes de asustaviejas solo se ganan votos y se juega a hacer la política del día. Pero claro, los ciudadanos no comemos de los votos, no vivimos de ese sistema creado para todo menos para gobernar. Tendremos que buscar soluciones que tengan más fundamento que meter miedo en el cuerpo o comenzar a insultarnos poco a poco. No es tan difícil, pero la torpeza debe ser una virtud que exigen antes de empezar en eso que antes era la defensa de lo público y ahora es el negocio de unos pocos: el ‘arte’ del politiqueo.
Mi adhesión a este grito justificado, valiente y responsable. La solución de estos problemas depende, mucho más de lo que pensamos, de nosotros, de cada uno de los ciudadanos que podríamos -deberíamos- formar un coro que además de votar, nos uniéramos a esta voz cargada de razones. Gracias. José Antonio