Hará unos días leía un artículo de nuestra directora, Carmen Echarri, preocupándose de nuevo, como cualquier ciudadano de pro, por el estado de Ceuta en lo con concerniente a su limpieza e higiene. No es la primera vez que sus preocupaciones por la ciudad son puestas en conocimiento de los ceutíes.
La falta de higiene suele ser una situación palpable por cualquiera, aunque comportamiento de sus ciudadanos no sea el modélico deseable, pero esto entra dentro del precio que abonan con sus impuestos municipales
Ocurre, en muchas de estas Concesiones una serie de factores comunes:
EL primero, los políticos, por mi agnosticismo (ya lo conocen mis lectores), “no resultan, generalmente, santos de mi devoción por méritos propios”. Ocurre en la mayor parte de nuestra geografía.
En el presente caso, en la Municipalidad actual, proyectar imagen, como objetivo, suele ser a la larga un recurso fatuo, sobre todo cuando la realidad se encarga de acreditar la ineficacia, que, por cierto, lo contrario viene acreditado en el Artículo 103 de nuestra Constitución sobre la eficacia pública.
En mi opinión, en segundo lugar, podríamos argumentar, así lo he manifestado en diversas ocasiones, un aspecto fundamental que constituye de forma generalizada la elaboración de los Presupuestos para Servicios, los cuales se configuran intramuros en los Consistorios, bajo una fuerte descompensación entre las necesidades de la ciudad y lo económicamente asignado.
Es decir, salen a licitación con unas exigencias de servicios muy superiores a la disponibilidad financiera para acometerlos, lo cual contribuye a la escasa calidad del servicio por parte de Licitador, a costa de la calidad del servicio.
Esto se sabe de antemano, pero se ignora el llamado bien ciudadano en supeditación a otro de mayor relieve temporal, aspectos sobradamente conocidos por los participantes en la Licitación, junto a la competencia feroz entre las empresas especializadas, por resultar adjudicataria del contrato, motivada por la hambruna existente, que lleva a contemplar las llamadas bajas rabiosas o desmesuradas por resultar adjudicatarios.
Un tercero y último, lo constituye el cumplimiento veraz de los Convenios Colectivos entre Empresa Concesionaria y Trabajadores, estrictamente garantes para defensa de éstos, ya que son trabajos de cierta dureza, susceptibles de originar bajas y absentismos, motivo adicional de coste para las empresas a través de las correspondientes ¿posibles sustituciones? con encarecimiento del importe de adjudicación, aceptándose ello, como inconveniente sobrevenido o mal menor afectando al servicio.
Finalizamos con un símil, y es que los tres intervinientes se sientan a la mesa, conocedores de las cartas que juegan cada cual. Otra cosa será cómo las juegan.