Limón es a peral... como navieras a pasajeros

De nuevo los medios de comunicación han informado de la iniciación de la Operación Paso del Estrecho de este año, coordinada por el Subsecretario del Ministerio del Interior, Luis Aguilera, que presidió la reunión del Comité Estatal de Coordinación de la Operación Paso del Estrecho 2.015, con objeto de perfilar las medidas necesarias para que el desplazamiento de cerca de  2.500.000 personas y unos 600.000 vehículos, que se calcula crucen España, transcurra con las minimas incidencias durante su viaje y llegada a las ciudades que son puertos de embarque en el Estrecho de Gibraltar

El objetivo de la reunión fue dar fluidez y seguridad en el tránsito de estas personas, por lo que se trataron una serie de objetivos generales y específicos del dispositivo a montar, entre los cuales figura uno que atañe directamente a Ceuta: “La conveniencia de aplicar la intercambiabilidad de billetes en el puerto de Tarifa, que se sumaría al de Algeciras, en las fechas que se determinen”.
Esto nos incumbe a los residentes en Ceuta, especialmente durante las fechas de la fase crítica, en que los viajeros que retornen a Ceuta desde Algeciras se les aplicaran dicha intercambiabilidad de billetes.
Las fechas consideradas críticas, por la gran afluencia de pasajeros y vehículos que se esperan, son prioritarias para el día 1 al 4 de agosto y posteriormente a finales de agosto para el retorno a su lugar de origen de los desplazados.
Con el fin de evitar el caos circulatorio en las ciudades con puertos de embarque, el Ministerio de Fomento y las Navieras que prestan sus servicios en el Estrecho se reúnen y realizan un convenio llamado pomposamente “Intercambiabilidad de Billetes”. No lo busque usted en internet que no lo encontrara, ni lo pida en la Delegación del Gobierno que no lo tienen pues se firmó en Madrid, ni mucho menos se lo pida a una naviera que pierde el tiempo. De él solo sabemos que le permite al pasajero comprar un billete en una naviera y embarcarse en otra a la hora elegida.
Este convenio de intercambiabilidad de billetes, diseñado para prestar un servicio mejor para los pasajeros, falla en su aplicación ya que contempla en términos generales al conjunto de pasajeros que obligatoriamente tienen que usar el servicio, y teniendo solo en cuenta que ocasiona la fase crítica (masificación de vehículos en puertos de embarque), siendo más beneficioso para los pasajeros con vehículo en detrimento de los pasajeros a pie, que tienen como única ventaja poder sacar un billete en la naviera que tenga menos cola en su taquilla de venta. Esta superventaja le costó a los pasajeros residentes en Ceuta, el pasado año, abonar por sus billetes 21’55 euros es decir unos 6 euros más de lo normal.
Tampoco parece reflejar las medidas que en defensa de los viajeros a pie deberían adoptar las navieras, como podrían ser:
1) Anunciar, mediante letreros de fácil lectura, en sus taquillas de venta de billetes la situación de intercambiabilidad de billetes.
2) Horario del próximo barco, aun siendo de otra naviera, que vaya a iniciar la travesía desde el puerto.
3) Obligación de las navieras de vender los billetes para sus propios barcos al precio marcado para el resto del año.
4) Etc…
En definitiva, el convenio es el típico regalo envenenado, lo más parecido a un iceberg que en su superficie presenta su belleza (ventajas de navegar en la naviera que quiera), y en la sumergida es donde ejecutan sus artes unas compañías navieras, que se transforman en taimados trileros moviendo los cubiletes para que cada vez que los viajeros saquen su billete encuentren la bolita con el título “intercambiabilidad de billetes”, precios especiales, para que abonen más por lo mismo que tenían antes.
Pero ya que nos hemos metido en el bajo del iceberg vamos a poner un claro ejemplo del año pasado, vivido en primera línea de ventanilla de una naviera: Una tarde de agosto, día 3, en plena fase crítica, llegamos a la Estación Marítima de Algeciras para sacar un billete para el primer barco en salir. Entrada a las 19’45 horas en la sala de ventas de billetes, con la misma mirada aviesa que el actor Lee Van Cleef miraba en la película ‘El bueno, el feo y el malo’. Las taquillas de las navieras enfrente sin más avisos que los horarios de salidas de sus próximos barcos. El primero que iba a salir era a las 20’30 horas, en la naviera Acciona. En la cola no había más de seis personas para solicitar billetes. Al cobrarnos, la sorpresa de 21’55 euros. Lo lógico protestar y escuchar: estamos en periodo de intercambiabilidad de billetes. Más protestas, ¿donde lo anuncian?, que intercambiabilidad ni que carajos si le compro el billete en la naviera para su propio barco, etc. Calentón de ovarios, solicitud de hojas de reclamación y a viajar que Ceuta nos espera con los brazos abiertos.
Señores, sigan este consejo: no pidan hojas de reclamaciones y se evitaran gastos, enfados y que se queden en igual situación pero más cabreados.
Se empieza por rellenar esas hojas que son difíciles de entender y con poco espacio para quejarse. Dirigida a la O.M.I.C. de Málaga ya que el motivo de la queja se produjo en la Comunidad de Andalucía. Ellos, gente trabajadora, te dan una respuesta rápida y clara diciendo que la reenvían a la O.M.I.C. de Ceuta que es donde tú vives y deben solucionarlo. ¡Vaya por Dios, todo se queda en casa!.
Nuestros trabajadores de la O.M.I.C. de Ceuta, atienden la reclamación contactando con  Transmediterránea-Acciona y recibiendo de ella una carta que me reenvían para enfriar el calentón sufrido y que dice textualmente en su punto 1) Se remite escrito recibido de la citada empresa a los efectos que considere oportunos, en el que dice: “Al objeto de facilitar la operación Paso del Estrecho, la Dirección General de Transportes estableció un periodo de intercambiabilidad de billetes entre las navieras que operan la línea de Algeciras-Ceuta-Algeciras, desde el día 1 al 4 de agosto, aplicándose durante este periodo únicamente la tarifa general para días de intercambio”. Y en su punto 2) Que puedo acudir a la Jurisdicción Ordinaria.
Esta respuesta se traduce al argot del ciudadano a pie de calle diciendo: Punto 1) En términos marinos “que se la pique un pez”. El punto 2) Tiene dos traducciones: A) Se han creado con pompa y boato unas O.M.I.C. sin darles herramientas jurídicas para defender a los consumidores. B) Piensan que la imagen de la Justicia es “ciega, tonta y gratuita”. Esta opción es la utilizada por las Administraciones para dar el carpetazo a un tema en el que no encuentran una salida al problema planteado. Es una respuesta de perogrullo escrita en do mayor porque presupone que el reclamante defenderá 6 euros pagando abogados, procuradores y tasas de toda clase.
Pero el verdadero fondo del iceberg que es el chollo de los trileros, se encuentra en una sencilla cuestión: El convenio se llama de ‘Intercambiabilidad de Billetes’ y permite a las navieras cobrar el billete a un precio pactado por la Administración, superior al precio vigente durante el resto del año, con lo que parece ser que se autoriza o interpretan las navieras que las ventas de billetes para sus propios barcos deben tener ese incremento pactado con la Administración, lo que es una ganacia fuera de toda lógica.
Entonces tres navieras venden billetes de barco a la vez, lo que se supone como mínimo que más de un tercio de los billetes se los están vendiendo así mismas en los horarios de salida de sus barcos, razón por la que solo exhiben el horario de salida de sus barcos. A cada residente en Ceuta le cuesta el billete unos 6 euros más y otros 6 euros que se tienen que abonar por la bonificación de residente. ¿Cuánto cuesta de más el pasaje de un no residente? y ¿el de los vehículos embarcados?.
Esto durante cuatro días críticos para los pasajeros, que no para las navieras que es un verdadero chollo pues sus bodegas van siempre llenas de vehículos y el barco de pasajeros, suma una gran cantidad de dinero, que echando cuentas a ojo de buen cubero, alcanzan cifras de hasta 6 números en euros.
Estas ganancias no lógicas que les reporta el convenio deberían ser comprobadas por la Comisión Nacional de la Competencia e incluso investigadas por la Jurisdicción Ordinaria, porque  los pasajeros pensamos, con nuestra santa inocencia, que las compañías navieras no han interpretado bien el espíritu del convenio y por eso suben los precios, pero también podría ser que la Justicia Ordinaria “que es ciega pero no tonta”, considere que la subida del precio del billete adquirido para la propia naviera pueda ser constitutiva de un fraude a los miles de pasajeros que embarcan en la fase crítica y se considere obligada a actuar de oficio.