La sanidad ocupa y preocupa a una buena parte de la opinión pública en Ceuta. Las reclamaciones ciudadanas o sindicales reflejan el deseo de una mejora en su prestación. Sin embargo, acceder a cualquier servicio común no es posible para todos.
Las personas inmigrantes que llegan a la ciudad se topan con limitaciones que proceden fundamentalmente de la complejidad para acceder a la sanidad debido a los trámites burocráticos. Sin superar esas trabas, dan por perdido contar un médico para consultas continuadas.
Solo cuentan esencialmente con el área de urgencias para resolver el problema de salud que puedan experimentar. Los que residen en el CETI también pueden acudir al equipo de enfermería que existe en el centro.
Los que no están en este centro aún ven más obstaculizada la atención. A pesar de que no están con las manos completamente vacías, ello no significa que no puedan surgir inconvenientes.
Existen informes elaborados por Médicos del mundo que hacen recuento de las trabas que encara el colectivo en España. Los análisis incluyen los casos de diferentes regiones, incluida Melilla.
No revela dato alguno de la ciudad y tampoco se conocen datos oficiales, pero sí se tiene constancia de que es una cuestión “recurrente”, tal y como señala Ramsés Azumik, voluntario de la asociación Elín.
Otras fuentes cercanas consultadas por este periódico aseguran que “los migrantes no pueden hablar de estadísticas”, pero sí de vivencias. “A modo de resumen, los que no poseen documentación deben ir al HUCE, pero no tienen derecho a un seguimiento, con lo que ello supone”.
“Por ejemplo, uno de ellos se fractura. La primera asistencia está asegurada con pruebas radiográficas, quirófano u otros análisis de emergencias. A pesar de ello, se les niegan en atención primaria servicios continuados como quitar el yeso por carecer de tarjeta sanitaria”, comenta.
“Necesitan papeles para acceder a ella. Es la pescadilla que se muerde la cola”, explican. “Lo mismo ocurre con otros diagnósticos que requieren de una respuesta en los centros de salud, pero como no tienen entrada, van a urgencias, con lo que ello supone en aumento del gasto y sobrecarga”, destacan.
El Covid también fue un momento duro de afrontar para ellos. “Ahora se dan menos incidencias de esta clase, pero, en pandemia una población de magrebíes quedó atrapada en Ceuta. Ocurría de forma constante”, relatan.
“Fue un reto para muchas personas”, subraya Azumik. “Los migrantes que se encontraban en la calle fueron reubicados en centros de emergencias en los que había enfermería básica”.
Saben de una historia cercana a ellos que se dio en ese periodo. Un chico sufrió una rotura en su pierna. “El muchacho se quedó con deficiencia motora por no contar con los controles del especialista ni con rehabilitación”.
Las infecciones respiratorias también fueron frecuentes fuentes de rompecabezas para ellos. “No podían ser adecuadamente tratadas porque al no poder ser supervisadas por un médico de cabecera”, narran.
“Cuando empeoraban, regresaban a urgencias. Otro profesional distinto al de la vez anterior los atendía con otras pautas”, cuentan. “Una afección que bien abordada en siete días está a raya para ellos duraba semanas”.
Los inmigrantes que residen en el CETI cuentan con un apoyo gracias al equipo de enfermería. “Es limitado. Es la única prestación de la que disponen. Es cierto que, en ocasiones, cuando se trata de una situación grave se ponen en coordinación con el hospital”. “No tienen acceso a cualquier otro servicio básico o de asistencia rutinaria”, concreta.
Esta plantilla se encarga de brindarles atención de forma sostenida dentro de sus posibilidades. El personal se encarga de asesorarlos en base a las recetas o informes realizados en urgencias del clínico en Loma Colmenar.
La principal barrera es estar registrado como un ciudadano más en la localidad. “Se les niega el empadronamiento”, subraya. El voluntario hace hincapié en que en la Península tienen más opciones para empadronarse, pero matiza que “hasta que no se regularizan tras unos años, no resuelven su circunstancia particular”.
A pesar de que los procedimientos administrativos son la traba mayor, también existen obstáculos a la hora de trasladar en consulta el cuadro de síntomas que aqueja a los pacientes inmigrantes.
No existen traductores o mediadores que puedan ayudar a los inmigrantes en este muro con el que se encuentran a raíz de la diferencia de idioma. Sin embargo, en Ceuta a veces se logra sortear este impedimento a través de profesionales que dominan el árabe o el dariya.
Azumik considera que se debe contemplar la introducción de medidas de traducción que garanticen una prestación adecuada.
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