Se terminan las vacaciones y Ceuta volverá a la completa normalidad el próximo lunes. Todos los ciclos educativos marcan las pautas de la rutina cotidiana, como si nos despertáramos de los letargos anunciados por el calendario.
Sin duda, las fiestas navideñas no han podido dejar en un segundo plano esta enésima ola de COVID que se ha instalado en el mundo y que parece que no da tregua con todas las variantes y mutaciones en las que se manifiesta el virus. Mucho países se plantean la obligatoriedad de la vacuna y ,en la mayoría, se está obligando a enseñar el nuevo pasaporte para acceder a todo tipo de recintos, sean 'públicos o privados'.
En Ceuta Sanidad recomienda hacerse la prueba de antígenos a todos los ciudadanos que volvemos de nuevo pues los casos de personas que han dado positivo va en aumento. Sabemos que el único hospital con el que contamos se colapsaría si hubiera que hacer uso de la UVI. Las ciudades más cercanas tendrían un auténtico problema si nos viéramos en la necesidad de recurrir a ellas.
Creo que las directrices y los protocolos de la Consejería de Sanidad están funcionando bien, pero las circunstancias de la pandemia son imprevisibles y las armas con las que contamos siempre serán insuficientes.
Como no puede ser de otra manera y bajo la perspectiva cosnspiracionista han surgido los grupos negacionistas que, bajo la sospecha extraña de un complot contra la humanidad, defienden la libertad de no vacunarse y poner en tela de juicio a los que lo hacemos bajo argumentos que tienen poco de científicos y mucho De Ciencia ficción El cantante Miguel Bosé, el tenista Djokovic, tal vez la pitonisa Lola o el pequeño Nicolás hayan decidido levantar la bandera de la libertad para defender sus derechos sin tener en cuenta que el libertinaje, el egoísmo y la seguridad de todos no pueden mermar sus criterios haciendo de ellos lo que les venga en gana.
Un compañero de profesión, Israel Moreno, profesor de Filosofía del Siete colinas., nos invitaba a repensar el sentido de la libertad, buscar otra definición que pudiera incluir, aunque fuera a trompicones, estar formas de comportamiento social. Tal vez este tema sea objeto de un debate en las clases de Valores éticos para abrir el segundo trimestre.
¿Qué pasaría si los sanitarios hicieran objeción de conciencia para desatender a los enfermos que han decidido no vacunarse? ¿ Cómo podría defender el derecho a no llevar mascarilla si no se me viene en gana? ¿Deben los padres decidir sobre la vacunación de sus hijos? ¿Y si presento síntomas de covid, quién no me va a permitir campar a mis anchas por donde me salga de la real gana?
Eso sí, señalan a los que les interesa la vacuna como si fueran mafia que les interesa la salud un pimiento: científicos, epidemiólogos, gobiernos, laboratorios y el diablo emplumado que ha venido a llevarnos al infierno.
Es curioso que muchos de ellos fumen, beban, coman bollería industrial y sus buenas hamburguesas de cualquier tipo de cadena comercial. Esos productos no se cuestionan.
La historia no para de hablarnos al respecto: amigos de la tierra plana, negar los sucesos acaecidos por el volcán de la Palma, que las torres gemelas no se derrumbaron o que los marcianos nos observan. Es así. No es esta la primera pandemia ni será la última. Los negacionistas tendrán siempre su espacio.
A ver cómo enfocamos el nuevo concepto de libertad para acoger a los que la niegan pues entienden que cada individuo, y somos muchísimos millones, es muy dueño y señor de organizar su vida. No se preocupen, las instituciones no los abandonarán a su suerte.
Cosas veredes, Sancho.