Colaboraciones

La Legión del siglo XXI: Breve reflexión

El novelista búlgaro Arthur Koestler escribió que nada es más triste que la muerte de una ilusión. Por ello, este humilde artículo que pretende dar cuenta de la Legión del siglo XXI, debería comenzar y acabar aquí. Y es que han pasado cien años que nos han demostrado sin complejas ecuaciones cuánticas que el tiempo es relativo cuando se habla de una ilusión que no es que únicamente permanezca intacta sino que, por el contrario, no cesa de crecer, ampliar su horizonte, sobreponerse a adversidades y confundir su significado con el de leyenda.
¿Ha cambiado la Legión en cien años? Me atrevo a afirmar categóricamente que no. Lo accesorio y provisional por supuesto que es mudable con el tiempo, pero la esencia y el alma, si cambian, ya no son el ente primero; será otro mejor, o peor, pero nunca el mismo. Si hoy la Legión es la Unidad elegida para configurar nuevas formas y modos en el Ejército español, es por algo. Si la Legión es llamada al combate en las zonas de más riesgo y a bautizar con sangre nuevos campos de batalla, tiene su por qué. Si cuando España comienza su andadura en los escenarios bélicos internacionales, fundamentalmente los surgidos cuando finaliza la Guerra Fría y los antiguos satélites de la URSS comienzan a hacerse añicos, como el régimen que los ideó y sostuvo, lo hace con la Legión. Si en países quemados por el fuego abrasador del desierto, las primeras pisadas españolas son las legionarias, es porque la sangre que se desparrama torrencialmente por las venas de un legionario lleva añoranzas de arenas ardientes y nómadas dunas.
¿Y qué nos lleva a deducir las decisiones para emplazar a la Legión como Unidad de vanguardia y a pensar que la Legión del siglo XXI es la continuidad sin fisuras de aquél Cuerpo nacido hace una centuria? Simplemente intentar adentrarnos en el alma del legionario, porque de otra forma no se puede conocer la energía que le da vida ni conocer una historia que es pasado, presente y futuro a la vez. Millán Astray fue el pontífice puesto en España por nuestro Protector para hacer verdad inmarcesible los versos calderonianos, creando un modo de ser, de espíritu de servicio, de abnegación y de amor a la muerte, que es amor a la vida, sin parangón alguno.
Una religión sin una profesión de fe no es religión y, por ello, tenemos que acudir irremediablemente a la profesión de fe legionaria, a su Credo. Doce espíritus como las doce columnas de la Ciudad Santa del Apocalipsis. No se sostiene el edificio si una de ellas se quiebra y hasta hoy han permanecido enhiestas, mirando al cielo, oteando eternidades y sosteniendo, de ese modo, la legendaria realidad de la Legión.
Ayer y hoy. Es la misma imagen de romanticismo y bravura que emerge en Annual con frescuras de oasis y olor a guerra.
Es la disciplina como instrumento supremo de coordinación y actuación.
Es la obediencia, el ob audire latino: lo que se manda se hace y no se cuestiona.
Es la hermandad férrea, acrisolada en inhóspitas latitudes, que crea vínculos de eternidad e inquebrantables ni por el paso del tiempo ni por las vicisitudes.
Es el ansia de acudir al fuego, porque el fragor del combate es el aire que mantiene viva a la Legión. Los asaltos a las posiciones a pecho descubierto buscando con ferocidad el encuentro con el enemigo.
Es el espíritu de Bandera, de gloriosa enseña de la que florecen los más frondosos laureles patrios.
Es el misticismo de lo que se eleva a sagrado porque el espíritu de amor a la Patria trasciende lo humano y se confunde con lo sobrenatural.
Es vanguardia de España con la mente siempre puesta en los que los precedieron en el supremo honor de dar la vida por aquélla y tenerlos como paradigma de vida.
Es el momento sublime de un desfilar de hombres aguerridos, altivos, con la mirada puesta siempre adelante, moviéndose con desbordante vitalidad, dejando sus huellas firmemente marcadas en el suelo que pisan. ¡Que no se dude ni un momento que por aquí pasó la Legión española, con un solo corazón y como un huracán de guerra!
Todo lo relatado sigue intacto, inmaculado y puro. Ese es el insondable misterio de la Legión española. Cien años con el mismo derrotero vital, sin desviarse un ápice del ideario del Fundador.
Sueño mientras escribo estas líneas y mi cerebro se rebela y se mantiene en tensión mientras es capaz de llevarme a lugares y colocarme en peripecias antiguas, e incluso futuras, por esos contornos únicos de Ceuta, Melila, Sidi Ifni, ... hasta Kabul. Puntos de referencia a los que llego al cerrar los ojos y siento pegada a mí la figura de Aníbal Calero Pérez mientras apuramos un cigarrillo bajo el fanal selenita a la vez que tras los cristales de la ventana veo a mi paisano, el Capitán Arredondo, escribiendo su testamento de honor y amor patrio. Postales que cobran vida y que enamoran y dejan un denso pozo de admiración cuando soñamos con aquellos hombres luchando con uñas y dientes, con pasión declarada, sin tregua, para defender a España, elevarla a la gloria de centurias pasadas, ser heraldos de sus bellezas, pelear por taponar la hemorragia que la mataba poco a poco, a base de ímprobo esfuerzo, de trabajo, de conocimiento, de inteligencia, de acción decidida, ordenada, encauzada, pero sobre todo plantando cara a una muerte que tomaba cada vez más forma y relieve y se convertía en un ente tangible. Allí se destacaron un puñado de valientes españoles que luchaban porque no se perdiera la memoria de sus tradiciones más amadas, de sus creencias, de su patrimonio de siglos frente a los invasores. Pero estaba la Legión, para imponer su voz: la voz de Viriato, de los numantinos, de Guzmán el Bueno, del Gran Capitán, de los gloriosos tercios… y mostrar sus mejores virtudes, para defender apasionadamente un pedazo de tierra, inhóspita y desagradecida, pero española al fin y al cabo.
Quedó la sangre que refrescó las ardientes arenas con el aroma de España y quedaron los cuerpos. Y de ellos nació la leyenda perdurable, el ejemplo singular, la entrega sin tasa, la ambición desmedida por la victoria, la obsesión por el combate, el crisol donde se fundió un espíritu de bravura único y sin igual que vive en toda su plenitud y seguirá viviendo mientras quede un solo español que se sienta impulsado a coronar su cabeza con el gorrillo legionario y aferrarse y hacerse uno solo con nuestro Protector en su Cruz, lábaro de victoria, pues la muerte que ama el legionario no es sino metáfora de Vida plena por España y por el Cristo que hizo la muerte buena. ¡Viva la Legión!
Heri, Hodie et Semper.

Entradas recientes

Alumnos de la UGR, en un "parlamento abierto" con Pedro Mercado

Un total de 50 alumnos de la Universidad de Granada (UGR), incluyendo estudiantes de Granada,…

25/05/2024

USO amenaza con huelga si no se atiende a la plantilla de fin de semana

El sindicato USO considera que la prioridad en la nueva empresa de limpieza de Ceuta,…

25/05/2024

Condenado a cuatro años de prisión por hacerse pasar por periodista y espía

El tribunal de Primera Instancia de Tetuán ha condenado a un hombre a cuatro años…

25/05/2024

El 'Isla de León' abre sus puertas en el Día de las Fuerzas Armadas

Hoy, sábado 25 de mayo, se celebra el Día de las Fuerzas Armadas, jornada elegida…

25/05/2024

Regulares de Ceuta, en el Día de las Fuerzas Armadas

Los Regulares de Ceuta han participado este sábado en el Día de las Fuerzas Armadas…

25/05/2024

Sociedad caballa: el bautizo de Celia

La iglesia de Nuestra Señora de África, en Ceuta, ha abierto sus puertas este sábado…

25/05/2024