Opinión

La Legión en disposiciones oficiales

En mayo de 1918 comenzó a operar el tren Ceuta-Tetuan que circulaba al principio con grandes protecciones y escoltas. Meses después, en noviembre, muere el Alto comisario Jordana sobre su mesa de despacho, abrumado por los problemas que seguía causando el Raisuni en la zona de Yebala. Ese mismo mes termina la primera guerra mundial y Francia se vuelve de nuevo hacia su Protectorado. Tras dos meses de vacante, la Alta Comisaría es ocupada por el general Berenguer y el 13 de junio de 1919, cuando todavía no ha controlado completamente la situación, se produce el descalabro de Cudia Rauda. Silvestre es nombrado inmediatamente Comandante general de Ceuta en un intento de mejorar la situación militar. En efecto, el 6 de octubre de ese año de 1919 se ocupa el Fondak de Ain Yedida, llave de las comunicaciones de Tetuan con Tánger y el Sur.

Las bajas de soldados peninsulares siguen produciéndose en gran número y, por si fuera poco, la situación en la zona de Melilla empieza a complicarse porque Abd el Krim inicia su enfrentamiento con España. Como se temen problemas en el Rif, es despachado hacia allá el general Silvestre que en enero de 1920 toma posesión de la Comandancia de Melilla.

Estas son las circunstancias que vive el Protectorado cuando el teniente coronel Millán Astray, con el apoyo decisivo en el gobierno, del ministro del ramo general Villalba Riquelme, termina su viaje por Argelia en el que estudia la Legión extranjera francesa y culmina su proyecto. Así, el Real Decreto de 28 de enero de 1920 establece en su artículo único: “ Con la denominación de Tercio de extranjeros se creará una unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento por que habrá de regirse serán fijados por el Ministro de la guerra”.

Siete meses más tarde, el 31 de agosto de 1920 ya aparece otro Real Decreto en el que se hacen algunas previsiones presupuestarias sobre transportes, alquileres, raciones de pan y pienso, etc. La situación económica de las tropas de África es tan lamentable que se establecen normas para que se compensen los gastos del Tercio con el ahorro de los soldados peninsulares que puedan repatriarse, a razón “de dos de estos por cada soldado filiado en el Tercio”.


Algunos días después, el 4 de septiembre de 1920, se publica la Real Orden Circular que aborda la organización de la nueva unidad. Se le adscribe al Arma de Infantería, constituyéndose con una plana mayor de mando y administrativa con una compañía de depósito e instrucción y tres banderas, compuesta cada una de ellas de dos compañías de fusileros y una de ametralladoras. La disposición dice que el Tercio habrá de emplearse en primera línea.

Es curioso que la citada norma de septiembre de 1920 establece la uniformidad provisional que cambiaría algo poco después. Se dice que el uniforme y equipo “atenderá principalmente a ser práctico, cómodo, vistoso y económico”. Queda previsto el gorro y teresiana, pudiendo ensayar el sombrero de paja en verano, guerrera kaki verdosa, pantalón breche, polainas de vendas, zapatos color avellana y como abrigo el popular capote-manta.

Ya en esta Real Orden circular queda establecido el sistema de designación de los jefes y oficiales que deban servir en el Tercio y se especifica que serán de libre elección del Alto comisario, siendo definitivo acreditar méritos en campaña, sobre todo en África, y disponer de un informe favorable del jefe de Cuerpo, informe que será reservado. Cobrarían una gratificación anual de 1.500 pesetas para compensarles de las penalidades que iban a soportar.

Una ventaja que se ofrece a los nuevos soldados de todas las nacionalidades, es la posibilidad de ascender a los empleos de alférez y teniente, aunque siempre dentro del propio Tercio. Respecto a los extranjeros, estos podrán ser expulsados por ineptitud u otras causas y, en caso de que culminen dos años con buena conducta se les expedirá un certificado con el que solicitarían la nacionalidad española.

"El 4 de septiembre de 1920, se publica la Real Orden Circular que aborda la organización de la nueva unidad"

El enganche de españoles y extranjeros debía hacerse por cuatro a cinco anualidades y contar entre 18 y 40 años. Igualmente quedaba previsto un sistema moderno con propaganda directa y requisitos mínimos para captar voluntarios. A estos se les facilitaba el viaje a Ceuta y un “viático” de 2,50 pesetas por cada día de viaje o fracción mayor de seis horas. Se ofrecía una prima por el alistamiento de 400 pts. y un haber diario de 4,50 La recluta debía comenzar a los 30 días de la disposición citada.

Como la edad mínima para el reclutamiento quedó fijada en los 18 años, pronto empezaron a alistarse menores de edad. Las reclamaciones de padres y familiares aconsejaron la aparición el 10 de noviembre del mismo año 1920 de una Real Orden circular regulando el enganche de los menores de edad. Se comenzó a exigir permiso del padre o tutor e incluso se estableció la licencia de los menores que fueran detectados en las unidades. Así ocurrió con el primero que se alistó el 20 de septiembre de 1920, Aníbal Calero Pérez que resultó ser menor, por lo que fue licenciado aunque volvería al Tercio después de cumplir la mayoría de edad.

Los organizadores van quemando etapas porque la unidad se hace imprescindible. En octubre de 1920 llega Franco a Ceuta, para mandar la primera bandera y le acompañan -según cuenta Martínez Campos- algunos extranjeros como un alférez de la Guardia Imperial del Kaiser, un aviador italiano, un negro, un boxeador, un francés huido, un clown, un expresidiario, unos cuantos rusos blancos y el general del ejército ruso blanco Nicolás Schingarenko que llegaría a teniente de la Legión.

Y el 3 de noviembre de 1920 sale para Uad Lau esa primera Bandera del Tercio a la que se repartió los nuevos correajes “Mills” británicos y, después de pasar cinco meses de guarnición en aquella zona y completando la instrucción, intervienen por primera vez en la ocupación de la punta de Targa en abril de 1.921.

El Tercio de extranjeros, al que Millán Astray y sus oficiales preferían llamar la Legión, seguiría combatiendo en Marruecos, unas veces en Xauen o Tazarut, otras en Melilla o Tizzi Asa o incluso desembarcando en Alhucemas. La Legión llegó a tener en aquella época unos 7.000 hombres en contínua renovación y sufrió, desde su creación al final de la guerra del Protectorado, más de 8.000 bajas. La paz de 1927 abriría un paréntesis porque después de la independencia de Marruecos en 1956, los legionarios volverían a Ifni o Sahara para seguir combatiendo.

El pasado 28 de  enero se cumplieron 103 años de la promulgación de aquel breve y conciso Real Decreto de creación del Tercio de extranjeros.

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