Como se adivinaba tras los primeros movimientos, la presentación oficial de la coalición localista denominada Caballas, ha enfurecido al Gobierno de la Ciudad. Acostumbrado a tratar con displicencia cuanto acontece a su alrededor, convencido de que es imposible erosionar su hegemonía, en esta ocasión ha reaccionado con una inusitada virulencia. Este hecho, en sí mismo, ya constituye un éxito de la nueva alternativa política. Aire fresco en un ambiente rancio, mortecino y desesperanzador.
En sólo una semana, y por el simple hecho de haber actuado como uno de los portavoces de Caballas (UDCE-PSPC), el Gobierno de la Ciudad me ha llamado fanático, iluminado, esquizofrénico y rastrero. No está nada mal. Quizá un tanto paradójico proviniendo de quienes siempre se presentan como víctimas de los insultos y presumen hasta el empalago de moderación, mesura y serenidad. En cualquier caso, están en su perfecto derecho y en el uso legítimo de la libertad de expresión. Pero lo más sorprendente ha sido la irrupción del propio Presidente que, abandonando momentáneamente su fingida asepsia, ha descalificado duramente el nuevo proyecto aduciendo que a él, “nadie la da lecciones de caballismo”. Esta docta aseveración sí merece una reflexión. Que debe empezar por definir con exactituid el término “caballa”. Efectivamente existe un acepción excluyente, envuelta en nostalgia y naftalina, identificada con los valores de una confesión religiosa, las marchas militares y el dinero fácil, cuyos practicantes se llenan la boca con la palabra Ceuta pegándose golpes en el pecho, mientras se aseguran el futuro en otras latitudes. En esta versión, Juan Vivas es ciertamente un portento. Pero existe otra forma de ser caballa. Más acorde con los nuevos tiempos. Es un concepto integrador por naturaleza que se fundamenta en el reconocimiento de la dignidad individual y colectiva de todos cuantos viven y sienten en esta tierra, independientemente de su origen y condición. Respecto de esta idea, las discrepancias con la gestión del Presidente de la Ciudad son siderales. Repasaremos algunas asignaturas pendientes.
Uno. Ceuta y Melilla son las únicas regiones españolas que no están bajo el régimen político de Comunidad Autónoma; que no tienen aguas territoriales; y que están excluidas del radio de acción de la OTAN. Esta flagrante humillación debería generar en los ceutíes de buena fe una actitud rebelde, combativa y reivindicativa, para exigir que se restituyeran los derechos históricos que nos han arrebatado. Sin embargo, nuestro Presidente, paradigma de la cobardía, mantiene ante los responsables de esta afrenta un estado de permanente genuflexión que arrastra a nuestro pueblo por el fango de la ignominia. Mal caballa.
Dos. Cuando Juan Vivas llegó al poder, en Ceuta había tres mil quinientos parados. En la actualidad hemos superado la barrera de los diez mil. Este dato rebelaría a cualquier gobernante pudoroso. No es el caso. Miles de familias ceutíes (caballas) sufren el drama del paro ante la más absoluta indiferencia del Gobierno de la Ciudad que se limita a decir que no es “su competencia”.
Tres. Ceuta es la región española con mayor índice de fracaso escolar. De cada diez ceutíes, cuatro (caballas) no superan la educación secundaria obligatoria. Este hecho penaliza decisivamente el nivel de desarrollo, vulnera el principio de igualdad de oportunidades y es causa de marginación social. Nada de esto parece importar lo suficiente al Gobierno de la Ciudad, fehacientemente reacio asumir el menor compromiso en materia educativa.
Cuatro. Ceuta es una ciudad fracturada. Conviven sectores acomodados de rentas muy elevadas, con otros muy vulnerables, condenados a la exclusión social (caballas). Un elemental sentido de la solidaridad, aconsejaría la existencia de una red pública de servicios sociales que garantizara una asistencia de calidad a cada uno de las personas necesitadas. Para el Gobierno de la Ciudad los pobres son ciudadanos de segunda categoría que no merecen ningún sacrificio presupuestario.
Cinco. Todos los indicadores generalmente utilizados para medir el volumen de equipamiento de una región, sitúan a Ceuta muy por debajo de la media nacional. Intolerable discriminación. Desde el parque de viviendas de promoción pública, hasta las infraestructuras culturales, educativas o sociales; en todos los ámbitos se contabiliza un abultado déficit que, sumado, arroja una deuda histórica más que significativa. Otras comunidades, como Andalucía o Cataluña, con menos motivos, han reclamado, y obtenido, el reconocimiento de su deuda histórica. El Gobierno de Juan Vivas, como siempre, guarda silencio y agacha la cabeza.
Seis. El principal activo político de Juan Vivas, además del saludo omnímodo y la amable sonrisa, son las flores. Ceuta está muy bonita. Dicen. Es una verdad parcial hábilmente manipulada. El centro de la Ciudad, transformado en escaparate presidencial, ha absorbido centenares de millones de fondos públicos. El coste de oportunidad es que miles de ceutíes (caballas) se han visto privados de las inversiones necesarias para dignificar la vida en sus barriadas. Ciudad injusta de fuertes contrastes.
Siete. Todos los ceutíes, sin excepción, tenemos la certeza de que somos víctimas de los abusos de las navieras que prestan el servicio de transporte marítimo en el estrecho. El secuestro por parte de estas compañías del cordón umbilical que nos une a la península, supone un permanente castigo a los consumidores, además de un obstáculo prácticamente insalvable para el desarrollo económico de Ceuta. Frente a esta incuestionable realidad, denunciada clamorosa y reiteradamente, el Gobierno de la Ciudad se ha inhibido, mostrando una culpable incapacidad parta adoptar ni una sola medida. A penas algunas declaraciones deshilachadas forzadas por la opinión. Durante una década han sido meros espectadores, cuando no conniventes con quienes atracan a los ceutíes impunemente.
Ocho.- En una ciudad como Ceuta, en la que empleo es un bien tremendamente escaso, y en la que los puestos de trabajo en la administración son anhelados por toda la ciudadanía, el Gobierno tendría que ser absolutamente escrupuloso en la observancia de los principios de igualdad, mérito y capacidad para el acceso a la función pública. Ha ocurrido todo lo contrario. Han traficado vergonzosamente con el empleo público, hasta convertir el enchufismo en una seña de identidad del régimen. Son muchas las personas bien preparadas (caballas), que han visto cercenado su derecho a ocupar puestos de trabajo del sector público local, por no aceptar el envilecimiento que supone mendigar al PP.
Nueve. El grado de protección de los individuos más débiles es el que mide la fortaleza de una comunidad y la sensibilidad de sus líderes. En nuestra Ciudad, mientras las personas discapacitadas (caballas) son atendidas en un centro deficiente por una plantilla insuficiente a la que se le escatiman todos los medios; los cargos políticos responsables de lo anterior, pulverizan el dinero público en sueldos inmerecidos y lujo indecente. Obsceno.
Diez. Un Presidente que defendiera los intereses de Ceuta jamás hubiera traicionado a su pueblo por dinero. Por quince millones de euros han consentido que el Gobierno de la Nación construya en Ceuta un centro penitenciario absolutamente desproporcionado, con capacidad para dos mil reclusos, que va a mediatizar negativamente el futuro en todos los sentidos.
Demasiada exclusión. Demasiada humillación. Demasiada indignidad. Es urgente que eclosione el nuevo modo de ser Caballa inundando el porvenir