Ustedes piensan que a alguien le interesaba el debate sobre los presupuestos que se celebró ayer por la mañana en el salón de Plenos del Palacio autonómico? Pues a muy pocas personas: a los 25 diputados y a los medios de comunicación, junto a cuatro despistados que acudieron al salón. Por ello, no me gustaba cada vez que un portavoz salía al atril de intervenciones y se dirigía a las personas que les pudieran seguir en sus casas o en sus lugares de trabajo.
El servir por Internet las imágenes del pleno es más un servicio público que una necesidad informativa, porque nada más que hace falta mirar las visualizaciones de las sesiones plenarias y se quedan a la cola. Un acto en un colegio lleva a muchas más personas a ver los vídeos que un pleno de la Asamblea autonómica. De ahí, que no me quede más remedio que preguntarme hasta dónde va a llegar el divorcio que tiene la clase política con la ciudadanía. Luego, cuando finalizó mi parte de trabajo en el pleno me vine andando hasta la redacción y mientras subía por el Paseo del Revellín me preguntaba si todas esas cientos de personas que realizaban sus gestiones, compraban o paseaban sabían, de verdad, que en el Palacio de la Asamblea se estaba discutiendo el documento más importante del año, el que establece las prioridades en un Ayuntamiento que no solamente es la primera empresa de Ceuta en cuanto a número de empleados, sino también el motor económico de primer orden de esta tierra. Al final, todos esos ciudadanos que realizaban sus gestiones, compraban o paseaban por el Paseo del Revellín hablaban de otras cosas, como la muerte de Rita Barberá o la menor que había sido amenazada con una navaja y sufrido una agresión en la Avenida de Lisboa para quitarle un móvil.
Después de esta reflexión plenaria, un último apunte: no entendí la reacción del presidente Vivas llamando sivergüenza al secretario general de los socialistas, simplemente, por decirle que se había subido el sueldo para el año que viene. Una ataque desproporcionado, cuando unos minutos antes un desaforado Aristegui le había llamado corrupto, malversador de fondos público y cobarde. Ante todas esas acusaciones de Juan Luis Aróstegui, el presidente Juan Vivas hizo mutis por el foro.