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Autora del libro ‘Mujer valiente. Mi princesa guerrera, con su chapiri teñido de rosa’, la dama legionaria Nayra Solero cuenta su historia para ayudar a otras mujeres a luchar contra el cáncer
A la voz de ‘A mí La Legión’, sea donde sea, acudirán todos, y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio. Este es el contenido del espíritu legionario, el espíritu de unión y socorro. El espíritu al que se aferró la dama legionaria Nayra Solero Domínguez cuando le dijeron que ‘el bicho’ la había tomado con ella, que había pretendido marcarle su vida. Escuchar la palabra cáncer de boca de los médicos, asumirlo (o intentarlo), superarlo pero, sobre todo, vencerlo. Solero tenía 33 años y un obstáculo que superar; pero no estaba sola, tenía a su familia de sangre pero también a su otra gran familia: La Legión.
Esta dama legionaria, que sirve en el Tercio Duque de Alba, acaba de publicar un libro que no es más que el reflejo de su historia, una historia de superación y de lucha. Un libro que ya en su propio título, ‘Mujer valiente. Mi princesa guerrera, con su chapiri teñido de rosa’, no olvida la fuerza que ha encontrado en su entorno laboral. La de su familia la lleva siempre, su marido y su niña, que tenía 9 años cuando a Nayra le detectaron cáncer y vivió la enfermedad de su madre como una valiente, como su madre.
“Después de la Comunión me dijo que se iba a cortar el pelo para donarlo y hacer pelucas para las mujeres con cáncer de mama como yo. Se me cortó el cuerpo porque yo no le había dicho que tenía cáncer... Es muy duro que una niña responda así”, cuenta en una entrevista con FAROTV.
–Recita ese espíritu legionario, ese en concreto: A la voz de ‘A mí La Legión’, sea donde sea, acudirán todos... ¿Tiene algún significado para usted?
–Nosotros tenemos los espíritus y cada uno tiene su significado. Este tiene el de la unión, porque cuando yo estaba peor, ahí estaban ellos, apoyándome sobre todo cuanto me encontraba más débil. Es lo que significa para mí, unión y socorro. Yo tenía 33 años cuando me dijeron que tenía cáncer. Para mí eso fue muy duro, muy fuerte, me quedé en shock.
–¿Qué idea ha pretendido contar con su libro exteriorizando su historia?
–Más que nada que las personas que padezcan cáncer, las que no, las que tengan familia o conocidos, que sepan qué se siente cuando te dicen que tienes cáncer, porque es muy duro. Yo le llamé ‘el bicho’, le denominaba así y le dije que no iba a poder conmigo, que yo iba a poder con él.
–¿A qué se debe el titular elegido para su libro? Mujer valiente, princesa guerrera...
–Mujer valiente, porque todo el mundo que me conoce o me ha conocido en este proceso de cura me decía que era muy valiente porque seguía yendo a trabajar, seguía estudiando... nunca lo dejé. Lo de princesa guerrera fue porque cuando salí del quirófano lo primero que me dijo mi marido fue eso. El chapiri teñido de rosa porque todas las mujeres de todos los legionarios, desde la del coronel hasta la del último compañero, estamos en un grupo de whatsapp que se llama el chapiri rosa. Y como he tenido tanto apoyo de ellas, era como un homenaje para todas. He tenido apoyo total, no puedo decir que una sola no me haya llamado... no, porque han sido todas.
–Llega el momento delicado, cuando empiezan a darle quimioterapia. Se encuentra más débil, con todos los síntomas que acompañan este tipo de tratamientos... y encuentra todo su apoyo en La Legión. ¿Cómo fueron esos momentos?
–Cuando me operé estuve 23 días de baja, no quise estar más tiempo la verdad. Me quitaron los puntos un jueves y el viernes fui a trabajar, pedí el alta voluntaria. Eso fue en diciembre, a primeros. El 28 empecé con la quimio, desde que se enteraron que tenía cáncer y que me estaban haciendo pruebas mis compañeros han sido para mí mi familia. Me decían que prueba que me hiciera prueba que les contara, porque ellos querían saber, son mi familia. Y es verdad. La Legión es una gran familia, desde el coronel hasta el último legionario y sus mujeres... he tenido el apoyo de todos.
–Compatibilizar su trabajo con el tratamiento que recibía... imagino que habrá sido algo más fácil gracias a ese calor legionario...
–Sí, yo prefería ir a trabajar porque me habían apoyado desde el principio y lo hacía para agradecerles, esa era mi forma de responderles. Cuando me estaban dando las sesiones de quimioterapia me llamaban constantemente tanto mis compañeros como mis jefes directos: el coronel, el teniente coronel también, mis compañeros de empleo, todos. Es que no puedo dejarme a nadie porque han sido todos.
–¿Qué le contaría a aquellas mujeres que estén en la situación que ha pasado?
–Que sean positivas, porque si se vienen abajo ‘el bicho’ va a poder con ellas. Yo lo tuve claro desde primera hora, tenía que ser positiva, hacer mi día a día. No podía arrinconarme en la casa, seguir con mi vida. Es lo que hice y me ha servido.
–Parte de los beneficios de la venta de su libro, que puede encontrarse en la tienda ‘Xocolat’, en el Paseo del Revellín, tiene una finalidad social.
–Sí, parte de los beneficios los voy a donar para la investigación para la lucha contra el cáncer de mama. Quiero destacar de la asociación Acmuma cómo me han tratado. Desde el principio me aconsejaron sobre lo que me iba a pasar y cómo tenía que reaccionar y hacer.
–Al impacto sufrido por su enfermedad se añade otro obstáculo más: verse obligada a cruzar a la península para darse el tratamiento de radioterapia debido a las carestías que tenemos todavía en Ceuta...
–Claro, yo me tuve que dar la radioterapia en la península puesto que en Ceuta no la dan y... no es muy gratificante. Eso de tenerte que ir fuera, irte de tu casa, dejar a tu familia a tus niños... Yo sí quisiera aprovechar para hacer un llamamiento a la Ciudad, o al responsable de esto, para que pongan las máquinas en Ceuta ya porque hacen mucha falta. Somos muchas personas las que lo necesitamos. Yo me tuve que gastar un dinero, costearme el tratamiento, luego mi seguro pagó parte de lo gastado... pero es muy desagradable irte de tu ciudad, de tu casa, y más en estas condiciones porque estás débil, no te puedes mantener en pie... y lo que quieres es estar en tu casa, en tu cuarto, en tu sofá, con tu tele... A ver si pueden hacer algo. Yo ya gracias a Dios lo he pasado, pero hay muchas personas, mayores y niños, que pasan por esta enfermedad. Entre todos hagamos un llamamiento para poner ya aquí la radioterapia.
–Nayra ha luchado contra ‘el bicho’ con el apoyo de su familia legionaria, una Unidad a la que está vinculada pero a la que también pertenecen muchos más miembros de su familia...
–Mi marido, mi padre, mi abuelo, mi tío, mi hermano, mi primo... toda la familia vamos. Todos han estado a mi lado y todos luchando conmigo.
La historia de lucha de una dama legionaria
Nayra Solero Domínguez sirve en el Tercio Duque de Alba 2° de la Legión, en el Archivo y en el Museo. Acostumbrada a ser valiente y a luchar en su día a día, hace un par de años tuvo que librar la batalla más complicada: el cáncer de mama. Ahora quiere contar su historia y, con la ayuda de Editorial Círculo Rojo, publica esta obra con la que pretende ayudar a todas esas mujeres que están pasando por la misma enfermedad. Nació en Ceuta el 27 de abril de 1982. Y fue a los 33 años cuando le detectaron cáncer de mama, tuvo una intervención quirúrgica y no hizo falta extirpar la mama entera, pero sí sesiones de quimioterapia y radioterapia. En la actualidad está recuperada y sirviendo en el Tercio Duque de Alba 2° de la Legión.