Mujeres, carros vacíos, plásticos… y miseria. Cientos de porteadoras en fila esperan en el lado marroquí el momento para entrar en Ceuta este miércoles, cuando será el último día que tendrán para cargar bultos antes del cierre del paso ‘Tarajal II’ con motivo de la Semana Santa. Es el único método de vida que tienen, la única manera de ganarse la vida y esperan, con sus carritos, poder conseguir el tique para entrar en la ciudad y sacar los bultos de regreso al país. En tierra de nadie la presión ya se nota, en las jaulas de entrada y salida esa situación es similar. La querencia por el pase es la querencia por la vida. Entre Ceuta y Marruecos se mantiene un submundo de pobreza, de degradación, de pesar que asoma entre fronteras y que encarnan estas mujeres dedicadas a ofrecerse de pasadores de las mercancías. El jueves le tocará a los hombres. Con ellos se pondrá el punto y final a una canalización de bultos que está batiendo récords desde que las medidas restrictivas se imponen con fuerza a pie de Tarajal. La visión de una hilera de mujeres a pie de terreno, esperando, soportando el frío, la amenaza de lluvia, la presión y la tensión… ofrecen un panorama desalentador que separa dos mundos radicalmente enfrentados.