Los arquitectos estudian el componente entre la obra de la Biblioteca y el yacimiento, así como el diseño de la museografía.
El yacimiento arqueológico de Huerta Rufino, integrado en la nueva Biblioteca Pública que se encuentra en el Recinto, sólo está pendiente de dos detalles que terminarán de reforzar su presentación como recurso educativo, cultural e, indiscutiblemente, de enriquecimiento del patrimonio de la ciudad autónoma , explicó la Consejería de Educación, Cultura y Mujer.
Para terminar de poner en valor estas ruinas, en torno a las cuales se ha articulado la Biblioteca, el Área de Patrimonio está a la espera de conocer con qué material se cubre el espacio entre el edificio de nueva construcción y la obra histórica, transición –tierra o grava– que en estos momentos estudia un equipo de arquitectos. Asimismo, en la primera planta del edificio, existe una zona destinada a la explicación de ese yacimiento que posiblemente se realice a través de un instalación museográfica, una maqueta y la exposición de las piezas encontradas en el transcurso de las excavaciones –cerámica, metal, pintura, hueso–.
El valor de estas ruinas es “extraordinario” por su grado de conservación ya que permite que el visitante compruebe cómo era la ciudad hace seis siglos. Este fragmento de historia es fácilmente legible y el público, de un vistazo, podrá distinguir los distintos elementos arquitectónicos que lo componen.
La Consejería explicó que el yacimiento corresponde a un conjunto de viviendas y calles del siglo XIV. El hallazgo tuvo lugar en el año 1995 y, desde entonces, se han realizado distintas excavaciones en la zona. Parcialmente, añadió, las construcciones se encontraron en buen estado de conservación, aunque resultaron necesarias diversas actuaciones para su completa recuperación.
Los restos de Huerta Rufino debieron ser tapadas y resguardadas con toneladas de tierra a fin de evitar que la construcción del edificio de la Biblioteca dañara su estructura. Una vez finalizado ese riesgo, procedieron a reexcavarlo para su desentierro y que la empresa Quibla Restaura comenzara la restauración.
Quibla finaliza la restauración y su puesta en valor
Quibla Restaura es la empresa malagueña que se ha encargado de la limpieza final de los muros y suelos de las ruinas de Huerta Rufino; proceder a su consolidación; restituir aquellas partes que se han considerado necesarias para visualizar el yacimiento correctamente; y su acondicionamiento con el fin de asegurar su conservación. El presupuesto fijado fue de algo más de 26.000 euros y concluyó en el plazo de ejecución establecido, tres meses en total entre los trabajos y la elaboración de informes. La restauración tuvo que ser subcontratada porque la Ciudad no dispone de este personal, si bien el arqueólogo municipal estuvo presente en las actuaciones.