La actual crisis migratoria que protagoniza Europa está obligando a mirarnos hacia nuestro interior y preguntarnos cuál debería ser nuestro papel en todo esto, y la respuesta no puede ser otra que la de ayudar a tu semejante. Cualquier argumento en contra sólo puede provenir del miedo o de la hipocresía política, y afortunadamente para los refugiados que huyen, los medios están siendo especialmente atentos con el drama y podemos hacernos, aunque sea una mínima parte, una idea sobre lo que están sufriendo.
Las imágenes de Petra haciendo rodar por los suelos a un padre y a su hijo, o pateando a una niña, son especialmente reveladoras acerca del grado de mezquindad y miseria al que puede llegar el ser humano. Petra deja su trabajo, abandona su cámara y, sin el menor atisbo de moralidad, decide tomar partido contra el mas débil, el necesitado, el indefenso. El efecto inmediato no ha podido ser otro que la censura unánime de todo el universo de Petra.
Pero los actos de Petra no son más que el reflejo visible de lo que a diario, de forma invisible y por tanto impune, ocurre en nuestra ciudad, ¿acaso no es más Petra Laszlo la Subdirección Territorial del INGESA cuando niega a una mujer embarazada, esposa de ciudadano español, el seguimiento de su embarazo elucubrándolo en que su pasaporte está tan lleno de sellos como pudiera estarlo el de cualquier ceutí?, ¿acaso no es más Petra Laszlo el policía que miente en su informe diciendo que nunca vió a la mujer en el domicilio familiar?. Y es que Petra es así, abandona su cámara para patear y zancadillear al más débil... A nosotros, ciudadanos ceutíes, sólo nos queda, igual que al padre sirio con su hijo y la dignidad rodando por los suelos, levantarnos e intentar seguir corriendo hacia adelante.