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“No se puede obviar que una de las razones del cambio de aquellas Patronas son la posibilidad de desplazarte los guardias civiles en tu tiempo libre y las económicas”
Hace algo más de sesenta años que el joven sargento Florentino Miaja y la tía África Montes se conocieron en la Comandancia de la Guardia Civil coincidiendo con la verbena que se celebraba por la festividad de la Virgen del Pilar. Eran otros tiempos donde las verbenas eran esperadas durante todo el año como un evento extraordinario y los padres hacían un poco manga ancha en los horarios que ponían a las jóvenes de la época. Sin embargo, no es menos cierto, que la celebración del Pilar era un evento muy importante en la ciudad y en la barriada de Hadú. Eran otras Patronas, otra situación social, otro modelo de ciudad.
El tío Florentino me ha comentado en más de una ocasión que la tía África es un regalo que le hizo la Virgen del Pilar y la Guardia Civil y que en las Patronas se lo pasaba en grande con los guardias civiles de la época. En eso coincidía con el guardia Medina, con más de noventa años, el afiliado de más edad, que sigue la tradición y viene todas las navidades a recoger su décimo de Lotería. Ellos y otros muchos más jóvenes, pero también jubilados, tienen otra idea de lo que debería ser y no es la Patrona, sobre todo, porque se han olvidado un poco de los viejos guardias civiles y de sus familias.
Dicen que la Comandancia estaba repleta de familias, el cuartel lleno de jóvenes y niños que participaban en los actos con más entusiasmo que el resto de los vecinos de Ceuta; en definitiva, eran nuestras Fiestas, días de hacer algo especial, de diversión, camaradería y compañerismo. Ahora dicen que es una festividad más para los de fuera que para los de dentro, más formal que festiva para los guardias y sus familias. Irse tan atrás para analizar el antes y el ahora de las Patronas es un análisis poco clarificador de la situación, pero hay cosas que no deben cambiar, porque rompen el sentido de la tradición y pasan a convertirse más en un acto PÚBLICO para transmitir a la sociedad los valores y servicios que presta la Guardia Civil y que son de sobra conocidos.
Hay que reconocer que nada puede permanecer inmóvil en el tiempo para conservarlo tal como era, nos guste más o menos, porque es imposible por muchas razones, entre ellas, por la conquista de derechos en la Institución, además de otras de índole social, económica y religiosa. En lo social hemos pasado de una sociedad donde el núcleo familiar vivía junto a las actuales que tienen que soportar la distancia al incorporarse la mujer al mundo laboral. Esto ha provocado una especie de desertización de niños y jóvenes en los acuartelamientos y se ha perdido la alegría y convivencia que había en las Casas Cuarteles. Esto es una opinión generalizada de todos los compañeros.
No se puede obviar que una de las razones del cambio de aquellas Patronas son la posibilidad de desplazarte los guardias civiles en tu tiempo libre y las económicas, porque venimos de unos guardias civiles a tiempo completo a una Guardia Civil con una jornada laboral como el resto de los funcionarios y, por tanto, la asistencia obligatoria a los actos sería un desembolso económico importante al tenerse que pagar sobreesfuerzos. En cuanto a la asistencia a los actos religiosos han pasado a ser de una obligación a un acto íntimo y personal como corresponde a una sociedad plural y aconfesional como la nuestra.
No obstante coincido con compañeros y antiguas familias que vivían en la Comandancia que la puntilla fue cambiar los actos de la celebración a días anteriores al 12 de octubre, porque a partir de ese momento, se rompió con una tradición arraigada y la Patrona es un Puente para marcharse unos días a la península, al romperse en dos la celebración de los actos Patronales. Los más viejos apuntillaban su razonamiento diciendo que se perdieron las cenas y comidas, los concursos de repostería, los partidos entre solteros, casados, entre distintas Unidades, los juegos de niños y las verbenas.
Son otras Patronas.