Las noches en el puerto son complicadas. Mucho. Complicadas, peligrosas, generadoras de un hartazgo que no termina. Agobiantes. Y lo son para todos los que de una u otra manera dedican su trabajo vinculados a un lugar que se ha convertido en una auténtica bomba de relojería. Los intentos de fuga de los inmigrantes son constantes. Nada les frena. Ni siquiera haber sido testigos de desapariciones de compañeros. Viven, duermen y habitan una zona que es restringida. Que se supone es de seguridad, pero que han convertido en un particular campamento. Aquí viven adultos pero también menores y todos con un único objetivo: colarse en un camión o llegar a nado al barco. Que haya decenas que lo logren se erige en un claro efecto llamada. Los agentes de las fuerzas de seguridad no pueden más. Cada noche se representa una particular película de persecuciones. Pero de uno o dos agentes ante decenas de inmigrantes. No pueden más. Quejarse tampoco sirve. No hay soluciones. Los camioneros han llegado a constituir hasta un grupo de Facebook para quejarse de su situación. Ellos también son víctimas de un sistema que no funciona. Cada noche se lleva a cabo el embarque de los camiones cargados con chatarra o mercancía. Cada noche se repite la misma historia. Los propios transportistas tienen que revisar su carga para, sencillamente, no buscarse la ruina, que pasa por tener algún accidente o porque el inmigrante pueda verse atrapado en las bateas. ¿El resultado?: un quebradero de cabeza para el transportista. Sus quejas tampoco han tenido receptor. Son testigos de lo que sucede todas las noches: carreras, revisiones de cargas, incluso se sienten amedrentados cuando tienen que desalojar a algunas personas que se han colado en la carga. Es noche tras noche sin parar. En el
CETI de Ceuta las salidas para los argelinos están vetadas. Esta es la causa de que cada vez acudan más inmigrantes de esta nacionalidad al puerto. Muchos son los que se fugan dentro de las cargas o, sobre todo, colándose en el ferry tras enfundarse en trajes de neopreno. El resultado de todo esto se traduce en el malestar que anida entre quienes, sin tener responsabilidad, no saben ya cómo obtener una ayuda decisiva para terminar con lo que es una auténtica pesadilla.