El Biutz echó el cierre a las 10.00 horas lo que provocó una aglomeración de personas cargadas de bultos que pudieron ser filtradas a Marruecos impidiéndose las avalanchas
Encontrar la normalidad en la frontera resulta complicado. Sobre todo cuando se pretende poner orden entre cientos y cientos de personas cargadas de bultos a las que cada día se les manda algo diferente. Se pasa de ocupar la playa al aparcamiento desalojado el pasado año situado encima de la nueva escalera. Se pasa de tenerlos concentrados a dejar que ellos mismos se pongan de acuerdo. Y entre las órdenes que da la Guardia Civil y las que acata la mayoría asoman los ‘plantos’, figuras repudiadas hace solo unos años que ahora trabajan, sin embargo, al lado de la Benemérita y de la Policía Nacional dando órdenes a los porteadores en cuanto los agentes desaparecen de la zona. ¿Quién manda en el lugar? Las escenas que se repiten día tras día asoman muchas dudas. Demasiadas.
Ayer, con un Biutz cerrado por decisión marroquí a las 10.00 horas, todo apuntaba a que se iban a formar aglomeraciones. Sin embargo, a pesar de la cantidad de camalos concentrados sobre la nueva escalera, Marruecos fue admitiendo mercancía por la frontera, por lo que se pudo ir filtrando la salida poco a poco de todos ellos. Eso sí, en momentos de despiste, se intentaban formar pequeñas avalanchas que no llegaban a más. Todavía se pasa de móvil en móvil el vídeo de la ‘marcha’ hacia la frontera de la semana pasada y se recuerdan los episodios de tensión registrados días atrás. Todo depende de la permeabilidad que haya al otro lado para aceptar la salida de bultos con mercancía sin que los porteadores se queden bloqueados o bien en la zona internacional o en el lado español.
El día a día en la frontera es una sorpresa, nadie puede prever lo que pasará ni cómo funcionará un filtro de mercancías que nunca debió ocupar la única comunicación con Marruecos hasta convertirla en un sucedáneo del cerrado Benzú.