Las especies de medusas forman parte de la fauna de seres vivos más antigua con organización compleja (con tejidos y especialización orgánica). Estos datos se conocen gracias al registro fósil de diversos yacimientos, pudiendo destacar el de Edicara en Australia que es un enclave precámbrico de 650 millones de años de antigüedad. A lo largo de este periodo, y con anterioridad a la diversificación de formas de vida que se sucedió en el periodo cámbrico (hace 500 millones de años), hubo un proceso de preparación y ensayo de planes estructurales de animales pluricelulares de lo más extravagante. El relato de J. Gould y su precioso libro La vida maravillosa dejan constancia de lo absoluta y arrebatadoramente creativa que puede llegar a ser la vida. De la misma manera, este autor comenta con triste ironía las escasas oportunidades de sobrevivir a un periodo razonable de tiempo geológico de la mayor parte de los experimentos evolutivos que se dieron durante el periodo cámbrico, y advierte ¡Que nuestra pobre e improbable especie encuentre regocijo en su fragilidad y buena fortuna recientes! Todo esto viene a colación de que las medusas ya fueron especies exitosas antes de que los grandes centros de especiación cámbricos se desarrollaran. El plan estructural de las medusas funcionó y se diversificó en un mar más inhóspito, un medio no tan amable como el que dio origen a la vorágine de experimentos cámbricos posteriores. La medusa ha vencido al tiempo y ha visto varias extinciones masivas de especies que nunca volverán. Es una forma que no solo está adaptada al océano, sino que es una representación en esencia del propio mar al estar compuesta en un altísimo porcentaje por agua.
Cada vez más ignorantes sobre temas relevantes...
El sometimiento de la mente del ser humano a la mecanización ha estado apartando a nuestra especie de una de las labores fundamentales para nuestro intelecto: la observación y aprendizaje del mundo natural del que formamos parte. La enorme aceleración del tiempo provocado por un mercantilismo feroz y la alienación tecnológica han desarrollado un nuevo tipo de hombre que vive inmerso en un universo paralelo –al estilo de lo expuesto en la película Matrix– en el que las máquinas, el confort y el conformismo derivado lo han postrado. La herencia del hombre neolítico continúa presente y siempre ha estado en los resistentes e inconformistas a que todo se convierta en poder y capital. Se encuentra refugiada en proyectos de cuño reciente como la vuelta al trabajo del campo y a reconstruir pueblos prácticamente deshabitados y sobretodo en la memoria de los que nunca abandonaron mentalmente al mundo antiguo. Hoy en día, también se están desarrollando unos extraños druidas híbridos entre el mecanicismo y el naturalismo, una estirpe novedosa de científicos de la conservación que aportan una visión circular de la historia. Pero a nivel regional se ha hecho un daño enorme al acervo cultural del hombre observador y así por ejemplo en nuestra Ceuta la agricultura está extinta y el acervo cultural pesquero agoniza. Por todo ello, hemos pasado de fiarnos de nuestra limitada pero consistente observación sobre los elementos y los sistemas naturales, que además se integraban en nuestra cultura y en expresiones folclóricas como ocurre con nuestro rico refranero metereológico, a no tener más remedio que fiarnos de los artefactos de medición. Lo peor es que hay muchos incautos que confían plenamente en el big-brother o poder político-burocrático y económico de organización de nuestros estados y esperan que les cuenten la verdad como si estos realmente la supieran. Si hubiéramos conservado nuestro acervo cultural tendríamos información sobre los estallidos de medusas en nuestra región, y ahora podríamos unir la información tradicional con la aportación científica más moderna. Sin embargo, lo que estamos haciendo es comenzar a andar todo el camino a ciegas pues a nuestra especie se la obnubila fácilmente con la rutilante riqueza material. Lo abandonamos todo en pos del confort.
La especie de medusa que nos afecta en estos tiempos
El problema de las medusas es algo bien conocido y sobre el que existe el unánime acuerdo científico que los relaciona con una forma de reproducción prolíficamente característica que es provocada por diversos factores. A lo largo de mi vida he presenciado al menos dos épocas en las que las costas ceutíes estaban acosadas por estas plagas: durante mi juventud la especie Aurelia aurita fue la protagonista y durante mi madurez es la especie Pelagia noctiluca; en otras zonas de Alborán, como por ejemplo ocurre en la región de Melilla, la especie Rizostoma pulmo forma estallidos de relevancia que llenan las playas y costas. Centrándonos en la especie P. noctiluca, la pesadilla de los bañistas ceutíes, podemos decir que es una especie que no es peligrosa si la persona no tiene problemas de alergia importantes. Dentro de la familia zoológica a la que pertenece es una excepción pues tiene un desarrollo directo, pasando del huevo a la medusa mientras que la gran mayoría de medusas pasan por una fase pólipo unida al fondo marino. Todo su ciclo se produce en la columna de agua. Otra peculiaridad de la especie es que en la fase juvenil presenta numerosas algas simbiontes microscópicas asociadas a los tejidos internos, y por lo tanto se alimentan en cierta medida de los compuestos químicos que las algas les proporcionan. Por lo tanto, los ejemplares de pequeñas dimensiones son mucho menos urticantes que los adultos que carecen de esta concentración de algas y se alimentan exclusivamente de pequeños invertebrados y larvas de peces. Finalmente, conviene recordar para el caso que nos atañe, que P. noctiluca presenta alrededor de la umbrela (paraguas o parte superior de la medusa) numerosos filamentos pescadores que puede extender varios metros. Estas medusas pueden ser muy efímeras pero también alcanzan varios años de vida en condiciones adecuadas. Se distribuyen en superficie pero también se la encuentra a cientos de metros de profundidad.
P. noctiluca, Ceuta y el cambio global
No parece que una especie de medusa desplace a otra, sino que se pueden dar varias al mismo tiempo como ocurre en el litoral de Ceuta en determinadas ocasiones propicias durante el otoño y la primavera. Sin embargo, parece que la clave de la dominancia puede estar en varios factores combinados. Gracias a los proyectos impulsados por la Autoridad Portuaria y el Museo del Mar de Ceuta tenemos datos relevantes sobre las condiciones físicas y químicas de las masas de agua que bañan nuestro litoral. Sobre todo, ya tenemos series temporales de temperatura entre cinco y cuarenta metros de profundidad, y también a dos metros de profundidad. La obtención de estos datos de temperatura es fundamental para conocer la adaptabilidad de las especies, detectar eventos extremos y evaluar los impactos biológicos que se puedan derivar de las variaciones térmicas bien registradas, como son los estallidos de medusas. Además, la tendencia actual hacia el incremento de temperaturas en el noroeste del Mediterráneo es un hecho y la repetición de eventos de mortalidad biológica es posible. En este contexto, la adquisición de series de datos precisos de temperatura en la columna de agua mediterránea será crucial para aumentar nuestras posibilidades de detección, entendimiento y capacidad de pronóstico. Gracias a estos estudios hoy sabemos que existen relevantes acontecimientos oceanográficos que proporcionan agua cálida a zonas profundas del litoral (al menos hasta los 40 metros) y, de la misma forma, a pocos metros de la superficie la bahía sur eleva la temperatura como mínimo un par de grados más la temperatura media durante la larga estación cálida que dura lo meses del verano y el otoño (estos datos todavía deben ampliarse con más estaciones de seguimiento).
Este factor habrá que tenerlo en cuenta para detectar años especialmente cálidos, puesto que por sí mismo podría estar explicando la gran proliferación de ejemplares de esta especie que pululan por esta zona del Mediterráneo ya que se trata de una especie con gran tolerancia térmica y que se reparte ampliamente por la columna de agua. Sin embargo, estos fenómenos no suelen ser tan fáciles de explicar apoyándonos en un solo factor, pues entrañan a una variedad de ellos entre los que también hay que contemplar el ruido que provoca nuestra especie. Cuando unimos al factor elevación de la temperatura del agua del mar (que no solo afecta a Ceuta sino a todo el Mediterráneo y al planeta en su conjunto) a un exceso de nutrientes (eutrofización) como fruto de una deforestación brutal, que lleva nuestras tierras fértiles al mar, y de las salidas de aguas fecales sin depurar durante muchos años; ambos fenómenos se unen para incrementar la productividad de una zona marina de por sí relativamente productiva en el contexto mediterráneo debido a los afloramientos de aguas profundas cargadas de nutrientes. Si, por último, contemplamos los efectos de la sobrepesca que afectan a las tortugas laúd y los peces luna especialistas en alimentarse de plancton gelatinoso (medusas y otros organismos del mega plancton) obtenemos unas inquietantes incógnitas que como mínimo y parafraseando a Darwin (véase el Origen de las Especies) nos deben hacer reflexionar sobre dos aspectos: nuestra profunda ignorancia sobre la biosfera unido a la gran presunción humana destructiva de los recursos naturales. La base del cambio global es explicar un determinado fenómeno en base a una sinergia de procesos combinados en los que intervienen aspectos antrópicos y naturales; ambos pueden generar situaciones novedosas en la historia natural de una región. Esto también parece que ocurre en el caso del coralígeno de nuestros fondos marinos que pronto presentaremos a la opinión pública.
Las redes de contención en un litoral batido
Al ser especies con poca capacidad de desplazamiento, las medusas están a merced de las corrientes y los vientos. En Ceuta las corrientes de marea son especialmente intensas y pueden alcanzar en algunas zonas del litoral 0.5 metros por segundo que afecta, según las mediciones realizadas a través de los proyectos impulsados por la Autoridad Portuaria y el Museo del Mar de Ceuta, en los primeros 30 o 40 metros de profundidad. Si coinciden en el mismo sentido viento y marea, se producen en los primeros metros de la masa de agua una gran aceleración. La intensidad de los vientos y las corrientes explican los rápidos acercamientos y alejamientos de las medusas de nuestro litoral. En clave regional, los vientos de poniente introducen medusas a través del Estrecho de Gibraltar y alejan las medusas del litoral ceutí y el levante las acerca a la bahía sur. Las grandes aceleraciones de las corrientes que se producen en el canal del estrecho no permiten que se acumulen medusas en la mayor parte de la costa de la bahía norte. Cuando el levante persiste, acerca y concentra medusas en las costas mediterráneas mientras que el poniente las aleja. Las grandes concentraciones de medusas sufrida hace pocos días se explica por el efecto combinado de la acumulación de ejemplares en las costas mediterráneas cercanas debido al persistente levante y a la elevación de las temperaturas superficiales que ha promovido una gran reproducción de la especie.
Los últimos vientos de poniente y nuestro régimen de corrientes han desplazado las medusas acumuladas en la costa mediterránea cercana a lo largo de nuestro litoral. Las redes de contención tienen una eficacia limitada si se producen olas de viento que introducen las medusas por encima de las redes y además se produce un efecto de concentración que provoca elevadas densidades dentro de la zona de baño protegida por las redes. En condiciones de escaso viento, las redes funcionan razonablemente bien ya que impiden que las medusas penetren en las zonas de baño protegida pero en un litoral batido como el nuestro es cuestión de tiempo que se produzcan intrusiones de medusas dentro de la zona protegida. Los huecos de las redes son necesarios para permitir el intercambio de fauna y asegurar la sostenibilidad de estas barreras.
Sin embargo, de cara al futuro se podría plantear combinar el sistema de redes de contención (dejándolas solo en aquellos espacios dónde se demuestre una elevada eficiencia) con una red de vigilancia marina que avise cuando se produzcan acumulaciones importantes de medusas y aconseje a la población (en Canarias funciona una red de aviso por medusas). Al fin y al cabo, en Ceuta hay dos bahías diferenciadas y en la zona norte no existen prácticamente incidencias con esta especie de medusa.
Algunos consejos prácticos
a) precaución en aquellas personas de riesgo (niños, ancianos y alérgicos), ¡¡un niño puede tragar accidentalmente una pequeña medusa!!; b) tener una pequeña nevera con hielo preparado; c) evitar el baño si hay grandes concentraciones de medusas, en Ceuta siempre se puede cambiar de bahía; d) consultar al médico de familia y acudir al servicio de la Cruz Roja del Mar en caso de dudas ante la presencia de medusas.
Oscar Ocaña DIRECTOR DEL MUSEO DEL MAR DE CEUTA
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