La Consejería de Medio Ambiente tendrá que abrir otro expediente porque, a la espera de la medida correctora, el primero caduca en seis meses.
El consejero de Medio Ambiente, Emilio Carreira, pudo decirlo más alto pero nunca tan claro: “Si hay que meterle un puro a Ingesa, se hará”. Después de años de molestias causadas por el ruido que provocan los generadores del Hospital Universitario, las medidas acometidas por el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) han demostrado ser inútiles ya que los vecinos siguen padeciendo esa contaminación acústica.
Como adelantó en el Pleno el titular del área, las nuevas mediciones siguen arrojando un exceso de ruido por lo que las actuaciones de Ingesa son aún insuficientes. Como ya ocurriese en infracciones anteriores del Reglamento de actividades Molestas, Insalubres y Nocivas, Medio Ambiente tendrá que abrir un nuevo expediente ya que, a la espera de la medida correctora, el primero caduca en el plazo de seis meses. La reapertura del expediente puede conllevar que se proponga a Ingesa a sanción.
En el supuesto de que la contaminación acústica continuase, el delegado del Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull, manifestó que una vez que la Ciudad adoptase las “medidas oportunas en las viviendas se podría acometer alguna segunda fase relativa a mejorar la insonorización para que los niveles estén por debajo de lo aceptable”. Unas declaraciones que el representante del Gobierno de la Plaza de los Reyes efectuó a finales de abril, cuando presentó el apantallamiento en torno a la maquinaria de ventilación del Hospital Universitario.
Desde la instalación de las pantallas acústicas que rodean los motores del Hospital, “ese ruido se ha concentrado ahí, sube hacia arriba y a partir de la tercera planta a los vecinos les vibran hasta las paredes”, se quejaron los residentes en las 170 viviendas consultados por este periódico. Los afectados explican que, al aislar los laterales, ese sonido “en vez de expandirse a los lados, sube hacia arriba”. De modo que los vecinos de Doctora Soraya, “seguimos sufriendo la contaminación acústica”.
Mientras que las nuevas mediciones no sean oficiales, la última captación de la que se tuvo constancia data de 2013. Caballas mostró un informe de la Policía Local que recoge un nivel de decibelios que “se entiende que constituye una situación de riesgo grave para la salud o seguridad de las personas”. Según este estudio, el ruido que generan los motores sobrepasa los niveles exigibles en el periodo diurno, nocturno y vespertino, de modo que la Ciudad tiene constancia de ese incumplimiento desde hace unos tres años. Las pantallas acústicas se montaron en abril de este año.