Opinión

Las macroalgas invasoras de nuestra región y sus consecuencias

Las especies invasoras son aquellas que como consecuencia directa o indirecta de las actividades humanas se han expandido a regiones geográficas alejadas de su origen y han cambiado por tanto su rango natural de distribución conocida. En los tiempos actuales, los movimientos humanos, la intensificación del comercio, la alteración de los ecosistemas y el mayor desarrollo industrial han acelerado los procesos invasivos. En el Mediterráneo hay más de cien especies de algas invasoras que han sido introducidas gracias a la acción humana (véase Zenetos et al., 2010).

Cuatro son las especies de macro-algas que se han registrado hasta el momento: Asparagopsis armata, Asparagopsis taxiformis, Caulerpa cylindracea y Rugulopterix okamurae. Las tres primeras se encuentran distribuidas por las dos bahías de Ceuta y a lo largo del Estrecho de Gibraltar. La última especie, R. okamurae es una reciente especie invasiva que hasta el momento solo se ha detectado en aguas de la bahía norte del litoral ceutí.

Asparagopsis armata tiene una antigua historia de relación con las costas de los mares europeos desde al menos 80 años, es de origen australiano y en las costas del Mar de Alborán es capaz de formar comunidades importantes en zonas de fuerte corriente dónde puede alcanzar profundidades de 10-15 metros. Compite bien en los ambientes de aguas someras y de rompiente pues sus ramas especiales y repletas de espinas le permite agarrarse a muchos tipos de substratos. La mayor consecuencia ecológica que hemos detectado es su competencia por el espacio con la especie Cystoseira tamariscifolia, a la que ha llegado a desplazar de algunas zonas.

Asparagopsis taxiformis lleva mucho menos tiempo entre nosotros pero podemos decir que es una especie asentada en nuestro litoral y que puede proliferar desde fondos someros (1-2 metros) hasta los 20-25 metros de profundidad formando parte de las comunidades hemiesciáfilas mediterráneas. Su comportamiento es poco agresivo y aunque es común observarla no forma poblamientos continuos sino que aparece formando parte de otras comunidades algales dominantes; la única excepción son los fondos someros muy aplacerados de la bahía sur dónde puede acaparar espacios rocosos al final del verano y principios del otoño.

A diferencia de las dos especies de algas rojas, Caulerpa cylindracea pertenece al grupo de las clorofitas o algas verdes característica de aguas tropicales y subtropicales que han colonizado nuestro espacio marino. Hay que indicar que las especies del género Caulerpa están ampliamente distribuidas por el Mediterráneo y que solo Caulerpa prolifera es autóctona del mencionado mar y por lo tanto no puede considerarse invasora. Desde hace siete años venimos detectando poblamientos de C. cylindracea en nuestro litoral pero si bien, ésta y otras especies invasoras del género Caulerpa eran conocidas en el Mediterráneo, ninguna de ellas habían sido detectadas en la cuenca de Alborán. En lo que respecta a las costas ceutíes C. cylindracea es, por fortuna, la única Caulerpa invasora que se ha instalado en nuestras costas con un éxito relativo. En un principio es capaz de formar poblamientos importantes a escasa profundidad, y en ambientes más profundos hasta 40 metros, a finales del verano y principios del otoño que es la época en la que las temperaturas de las aguas alcanzan su máximo por encima de 20ºC. De hecho son los fondos blandos los que acogen las principales formaciones de esta especie de acuerdo con la gran capacidad de crecimiento rampante sobre arenas. En los fondos de arenas muy blancas y bien iluminados el alga puede tener un gran éxito colonizador sin embargo, su expansión hacia los fondos rocosos es limitada y durante el invierno están disminuidas y desaparecen de muchos ambientes. En las comunidades bentónicas rocosas hemiesciáfilas persiste debido a su adaptación anatómica vegetativa que le permite comportarse como un alga trepadora para buscar la luz. Solo en los ambientes rocosos someros y especiales por sufrir gran sedimentación proveniente de aportes fluviales, C. cylindracea puede competir con las algas de fondos someros pero en el invierno desaparece. En algunas zonas coralígenas la hemos visto interaccionar con especies de corales como las gorgonias y crecer sobre sus ramas y bases; este comportamiento debe ser tenido en cuenta pues puede llegar a afectar en alguna medida a estas especies en su normal desarrollo. C. cylindracea puede causar alteraciones en las cadenas alimentarias de los fondos en los que se instala puesto que herbívoros como los erizos no se alimentan de ellas.

La más agresiva de todas: Rugulopterix okamurae es un alga parda muy cercana al género Dyctiota que desde el otoño de 2015 llevábamos observando. En un principio, las importantes proliferaciones del alga las consideramos crecimientos algo exagerados de la especie Dyctiota dichotoma; un año especialmente bueno para la especie en cuestión ya que al fin y al cabo no tenemos mucha información de nuestros fondos marinos y los cambios que se producen en ellos a través del espacio y el tiempo. Gracias a la vigilancia ambiental llevada a cabo por el Museo del Mar de Ceuta en el contexto de proyectos de cambio global y en colaboración con otros muchos laboratorios de investigación dentro del ámbito del Mediterráneo y entidades locales  como el Puerto de Ceuta y la desaladora de nuestra ciudad, todos proyectos con intención conservacionista y de protección ambiental de los fondos marinos, empezamos a detectar anormalidades en la forma de crecimiento desmesurada de la especie de alga parda mencionada anteriormente. Gracias a un proyecto concedido por el MAGRAMA hemos aumentado de cuatro a siete las estaciones de control desde la zona de Benítez hasta el Sarchal y hemos aumentado los conocimientos y los medios para trabajar en este importante asunto. Los contactos con otros colegas expertos en algas (Enrique Ballesteros investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, CSIC y Julio Afonso Catedrático de botánica marina de la Universidad de La Laguna) nos ayudaron a albergar la posibilidad de que podría tratarse de una especie diferente, si bien la apariencia morfológica era muy parecida a D. dichotoma y esto ha condicionado nuestro trabajo hasta el momento actual. La especie es provisionalmente nombrada Rugulopteriz okamurae hasta que la genética termine de confirmarlo pues se trata de un grupo de algas de muy difícil identificación morfológica y su hallazgo explica la exagerada proliferación y la agresividad hacia las otras algas e invertebrados. En el contexto geográfico ceutí, la especie se encuentra distribuida entre la costa del Desnarigado y Benzú y en las zonas peninsulares se ha registrado en la costa de Cádiz y también en La Línea y Gibraltar. Las repercusiones ecológicas son de calado pues ha transformado el paisaje de los fondos marinos ceutíes de la bahía norte y posiblemente continúe su crecimiento hacia zonas atlánticas cercanas; las dos orillas del Estrecho de Gibraltar han quedado afectadas por esta masiva proliferación algal. En esta transformación paisajística se ha producido una exagerada dominancia de la nueva especie en detrimento de las otras especies de algas a las que podemos decir que ha barrido de este tipo de fondos fotófilos entre 10 y 40 metros. Esto constituye una simplificación de los ambientes algales y una clara pérdida de diversidad en cuanto a los macrofitos se refiere, obviamente se puede intuir fácilmente que pueden existir cambios significativos y quizá pérdidas de diversidad a otros niveles microscópicos y menos evidentes de los hábitats. Por otra parte, hay también otros invertebrados como las gorgonias que están siendo afectados por semejante proliferación pues los pólipos de estos octocorales coloniales podrían verse afectados en sus funciones vitales al quedar rodeados de la maraña de algas.

Los cambios del paisaje y la disminución de la diversidad han quedado también demostrados estadísticamente a través de los índices de Shannon y Simpson mostrando diferencias matemáticamente significativas en tres de las variables, siendo significativa la tripe interacción de los factores tiempo, iluminación y profundidad en el caso del número de especies e índice de Shannon, y la doble interacción entre los factores tiempo e iluminación para el índice de Simpson.

Otros problemas: a consecuencia de todo lo comentado la temporada veraniega a dejado un gran contingente de algas muertas en las playas del sector norte de la ciudad a la que no han podido enfrentarse las autoridades durante la temporada de verano en las que según la empresa Makerel Medioambiental que gestiona los residuos en la ciudad se  han retirado un total de 5009 toneladas de esta especie, la playa de Calamocarro cerrada al público durante todo el verano de 2016 ha sido un testigo mudo de los enormes arribazones. Este mismo dato muestra por sí mismo la gran biomasa que esta especie ha sido capaz de generar en un solo año de instauración. Estos mismos problemas existen en la otra orilla del estrecho y los pescadores de La Línea de la Concepción no han dejado de quejarse de esta situación por la interferencia de las algas con los artes de pesca y en especial con las redes. Así que el gasto público en eliminar el molesto problema ha sido considerable y no terminará aquí sino que posiblemente dadas las características de la especie se extenderá en el tiempo.

Las especies invasoras y el cambio global

La presencia de estas especies son la consecuencia directa de las aceleradas operaciones comerciales y económicas que dominan la psique humana. El intenso tráfico marítimo que soporta el Estrecho de Gibraltar proporciona aguas de sentinas con ejemplares o propágulos y los cascos poco saneados de los buques y sobretodo las plataformas petrolíferas pueden transportar una ingente diversidad de organismos que terminan depositando accidentalmente en otros puertos o zonas marinas. En el caso de algunas especies del género Caulerpa ha sido la fuga accidental de un acuario de Mónaco o el tráfico a través del canal de Suez lo que ha provocado las invasiones y en el asunto del alga parda Rugulopterix okamurae un cultivo de ostras japonesas que decidieron introducir en una laguna de la costa azul francesa. Este tipo de actuaciones irresponsables se llevan produciendo por todo el globo en diferentes épocas desde tiempos inmemoriales pero con mayor intensidad a partir del siglo XV, así por ejemplo las han sufrido islas tan remotas como las de Hawai,  Galápagos o Nueva Zelanda y han perdido una parte significativa de sus especies nativas por estas prácticas. De esta forma, las actuaciones provocadas por nuestra especie unidas a las propias condiciones naturales pueden llegar a converger y provocar situaciones más impactantes. Desde nuestra perspectiva, los acontecimientos de las especies invasoras se desarrollan en el escenario del Cambio Global en el que nos encontramos inmersos desde nuestro demencial progreso demográfico unido a un desarrollo capitalista y a una concepción de la economía hartamente insostenible a medio y largo plazo. El Cambio Global es la manifestación de la conjunción de las alteraciones que los seres humanos provocamos junto a las variables condiciones naturales que proporciona el planeta. En el caso particular del alga invasora R. okamurae propia de Japón, dónde prolifera en un clima de temperaturas templadas, la estabilidad térmica de la región de Alborán es una condición que solo habrá favorecido su desarrollo. Posiblemente las bajas temperaturas de la costa mediterránea francesa en invierno haya frenado su proliferación fuera de la laguna dónde se encuentra. Las especies invasoras de algas afectan de distintas formas al ecosistema como hemos visto pueden llegar a afectar a los invertebrados por su excesivo crecimiento y disminuir a las poblaciones de algas propias de la región pero además también provocan otros efectos más perversos y menos evidentes como son la reducción de diversidad asociada a las estructuras de crecimiento de las algas y alterar la propia cadena alimenticia. En este último sentido cabe recordar que estudios ecológicos de campo están mostrando que los erizos propios del Mediterráneo, que son activos herbívoros, no se alimentan de la mayor parte de las algas invasoras y pueden provocar alteraciones más graves en los hábitats ya que al alimentarse solo de las propias de la zona mediterránea dejan más terreno libre para la colonización a las especies invasoras.

Que podemos hacer: en principio continuar con el monitoreo que estamos llevando a cabo desde el Museo del Mar ya hemos publicado un primer trabajo este año (Véase Ocaña et al., 2016) y seguimos trabajando en un segundo artículo de mayor impacto científico. Es importante continuar trabajando para entender como funciona la expansión de esta agresiva especie invasiva; posiblemente el alga podría extenderse a otras zonas sino lo ha hecho ya. Debemos aprender del alga y su expansión por los fondos marinos para saber a que nos estamos enfrentando y como se podría llegar a minimizar sus efectos en los fondos.

Por último, hay que indicar que no nos encontramos ante un fenómeno anual sino plurianual que no sabemos cuanto tiempo durará y si terminará realmente.

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