Las algas son organismos vegetales pluricelulares y fotosintetizadores (obtienen energía a través de la capacidad de absorción de la luz solar) que viven asociadas a los fondos marinos, la mayor parte de las especies se desarrollan entre 0 y 100 metros de profundidad. Las especies invasoras son aquellas que debido directa o indirectamente a las actividades humanas se han expandido a regiones geográficas alejadas de su origen geográfico y han cambiado por tanto su rango natural de distribución conocida. En los tiempos actuales, los movimientos humanos, la intensificación del comercio, la alteración de los ecosistemas y el mayor desarrollo han acelerado los procesos invasivos. Actualmente en el Mediterráneo hay más de cien especies de algas invasoras que han sido introducidas gracias a la acción humana. Si hay un lugar en el Mediterráneo dónde se tiene una gran experiencia al respecto de las invasiones biológicas estas son sus costas orientales pues desde la apertura del canal de Suez se han producido importantes transformaciones en las especies marinas de aquella región. Las especies lesepsianas (así se conocen, en honor a Ferdinand de Lesseps impulsor del canal de Suez) son las que han atravesado con éxito el canal de Suez y proliferado en el Mediterráneo. Cuatro son las especies que se han registrado hasta el momento: Asparagopsis armata, Asparagopsis taxiformis, Caulerpa cylindracea y Rugulopterix okamurae. Las tres primeras se encuentran distribuidas por las dos bahías de Ceuta y a lo largo del Estrecho de Gibraltar. La última especie, R. okamurae es una reciente especie invasiva que hasta el momento solo se ha detectado en aguas de la bahía norte de nuestra ciudad. De todos modos debemos esperar a que la genética confirme la identificación provisional del alga.
Asparagopsis armata tiene una antigua historia de relación con las costas de los mares europeos desde al menos 80 años, es de origen australiano y en las costas del Mar de Alborán es capaz de formar comunidades importantes en zonas de fuerte corriente dónde puede llegar a profundidades de 10-15 metros. Compite bien en los ambientes de aguas someras y de rompiente pues sus ramas especiales repletas de espinas le permite agarrarse a muchos tipos de substratos. Actualmente la mayor consecuencia ecológica que hemos detectado es que compite por el espacio de aguas someras con la especie Cystoseira tamariscifolia y la ha llegado a desplazar de algunas zonas. Asparagopsis taxiformis lleva mucho menos tiempo entre nosotros pero podemos decir que es una especie asentada en nuestro litoral y que puede proliferar desde fondos someros (1-2 metros) hasta los 20-25 metros de profundidad formando parte de las comunidades bentónicas mediterráneas. Su comportamiento es poco agresivo y aunque es común observarla no forma poblamientos continuos sino que aparece formando parte de otras comunidades algales dominantes; la única excepción son los fondos someros de la bahía sur dónde puede acaparar amplios espacios rocosos al final del verano y principios del otoño.
A diferencia de las dos especies de algas rojas, Caulerpa cylindracea pertenece al grupo de las clorofitas o algas verdes, característica de aguas tropicales y subtropicales que han colonizado nuestro espacio marino. Hay que indicar que las especies del género Caulerpa están ampliamente distribuidas por el Mediterráneo y que solo Caulerpa prolifera es autóctona del mencionado mar y por lo tanto no puede considerarse invasora. Desde hace siete años venimos detectando poblamientos de C. cylindracea en nuestro litoral pero si bien, ésta y otras especies invasoras del género Caulerpa eran conocidas en el Mediterráneo, ninguna de ellas se habían detectado en la cuenca de Alborán. Se trata de un género con elevado número de especies con gran capacidad de crecimiento, adaptación a otros ambientes y proliferación vegetativa a través de ejes rastreros; como bien ha quedado demostrado con el ejemplo de Caulerpa taxifolia que después de la fuga accidental de unos acuarios del Museo Ocenográfico de Mónaco acaecida en 1984, en diez años, había conseguido una expansión increíble a varios países mediterráneos (Ballesteros, 2008). Hoy en día en el Mediterráneo oriental hay varias especies invasoras de este género, el Líbano, por ejemplo, tiene varias de estas especies de Caulerpa naturalizadas en sus fondos. En lo que respecta a las costas ceutíes C. cylindracea es, por fortuna, la única Caulerpa invasora que se ha instalado en nuestras costas con un éxito relativo. En un principio es capaz de formar poblamientos importantes a escasa profundidad, y en ambientes más profundos hasta 40 metros, a finales del verano y principios del otoño que es la época en la que las temperaturas de las aguas alcanzan su máximo por encima de 20ºC. De hecho son los fondos blandos los que acogen las principales formaciones de esta especie de acuerdo con la gran capacidad de crecimiento rampante. En fondos de arenas muy blancas y bien iluminados pueden tener un gran éxito colonizador sin embargo, su expansión hacia los fondos rocosos es limitada y durante el invierno están disminuidas y desaparecen de muchos ambientes. En las comunidades bentónicas rocosas persiste debido a su adaptación anatómica vegetativa que le permite comportarse como un alga trepadora sobre otras para buscar la luz. En los ambientes dónde las algas pardas son las dominantes solo proliferan creciendo entre estas algas pardas o también en las zonas arenosas que se generan entre los arrecifes rocosos. Solo en los ambientes rocosos someros y especiales por sufrir gran sedimentación proveniente de aportes fluviales, C. cylindracea puede competir con las algas de fondos someros pero en el invierno desaparece. En algunas zonas coralígenas la hemos visto interaccionar con especies de corales como las gorgonias y crecer sobre sus ramas y bases; este comportamiento debe ser tenido en cuenta pues puede llegar a afectar en alguna medida a estas especies en su normal desarrollo. Esta especie invasora puede causar alteraciones en las cadenas alimentarias de los fondos en los que se instala puesto que herbívoros como los erizos no se alimentan de ellas.
Aprovechando un proyecto financiado por el MAGRAMA al Museo del Mar de Ceuta divulgaremos otros resultados sobre las consecuencias ecológicas provocadas por R. okamurae en nuestro litoral y sobre la capacidad de extensión que está alcanzando esta especie.
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