Guelaya denuncia que la mayor parte de la basura proviene de Melilla, no de Marruecos. Melilla cuenta con pocas zonas verdes y éstas se encuentran cada día en peor estado. Así lo afirman desde la asociación Guelaya-Ecologistas en Acción, que ve con preocupación cómo el Río de Oro no levanta cabeza y continúa convirtiéndose poco a poco en un vertedero a gran escala. El máximo dirigente de este organización, Manuel Tapia, señaló ayer a El Faro que un caso especialmente sangrante es el de las antiguas huertas situadas en las riberas del cauce, próximas a los depósitos donde se almacena combustible a gran escala. La zona, anteriormente pura y verde, se ha ido convirtiendo en los últimos tiempos en una suerte de basurero.
Lo más grave es que la mayor parte de los residuos que hay en este tramo del cauce son vertidos directamente en Melilla, no en Marruecos, como creen muchos ciudadanos. “Siempre culpamos al país vecino de lo sucio que está el río, pero lo cierto es que la población local es la que más basuras le aporta”, afirmó Tapia a El Faro.
La acumulación de desechos en la zona, como restos de obras, neumáticos y despejos varios, tiene consecuencias directas sobre la fauna local. Así, múltiples aves que aún continúan anidando allí, muchas de ellas de subespecies locales, como el bulbul, el mirlo, el herrerillo y el carbonero, se ven obligadas a criar a sus polluelos entre basuras y con un espacio cada vez más reducido.
Para Tapia, se trata de un “triste panorama” para la ciudad autónoma, donde las zonas verdes completamente naturales escasean. En la misma línea, el máximo dirigente de Guelaya-Ecologistas en Acción lamentó el “abandono” de estos espacios por parte del Gobierno local. “Casi da miedo denunciar la acumulación de escombros y residuos, porque la solución es siempre la misma: Llenar de cemento el lugar”, apuntilló. “Parece como si en Melilla nos sobraran espacios naturales, cuando ocurre justo lo contrario”.
No es la primera vez que la asociación denuncia esta cuestión. Tapia recordó que llevan demandando desde hace años un plan de acción sobre el cauce, basado en despejarlo de residuos sólidos urbanos y de vegetación invasora, dejando en las riberas del río todas aquellas especies locales que, en caso de lluvia, servirían para frenar la corriente de agua y que ésta discurriera con mayor fluidez. “Nos preocupa que cada vez que se hace un poco de limpieza en el río, se acabe destrozando la flora propia de Melilla, que es precisamente la que beneficia al río”, indicó Tapia. Asimismo, subrayó que es fundamental despejar el cauce de residuos de gran tamaño antes de que comiencen las lluvias. “En algunos tramos que pasan por Melilla hemos visto auténticos desguaces de coches”, lamentó.