Las fuerzas de seguridad están muy preocupadas por las últimas marchas conocidas de mujeres a Siria. Tal y como informaba El Faro el pasado domingo, se sospecha de que al menos tres han abandonado Ceuta en los últimos meses, las dos últimas lo habrían hecho después de Semana Santa.
Vecinas del Príncipe y de Los Rosales, sus historias han sido puestas en conocimiento por sus familias directas a las fuerzas de seguridad. En el caso de una de ellas, se ha denunciado que, a sus 19 años, habría partido a Siria en compañía de su hijo, de poco más de un año, para unirse así a su marido, un marroquí de Castillejos de 25, que había ido con anterioridad. Sería este el primero de los casos conocidos de unidad familiar trasladada al conflicto sirio.
Su familia ve complicado el regreso. El marido se fue hace meses a Siria y, según mantienen desde el círculo más próximo a la joven, estuvo manteniendo contactos vía whatsApp con su mujer quien, finalmente, conseguiría marchar a Siria junto a su hijo a pesar de los intentos familiares por evitarlo. Esta joven habría partido bajo la influencia directa de la pareja.
Estas historias forman parte de las que, desde el año 2012, vienen afectando directamente a la ciudad. Por aquel entonces empezó a conocerse la marcha de los primeros ceutíes a Siria, algo que dio pie a un auténtico conflicto en materia de seguridad que forzó al desarrollo, en junio de 2013, de una de las operaciones más relevantes apadrinadas por el Ministerio de Interior y desarrolladas por la Guardia Civil y Policía Nacional. Las investigaciones siguen en marcha. Siguen produciéndose marchas de ceutíes o de extranjeros residentes en Ceuta con destino a Siria. Oficialmente se barajan cifras que no están muy claras pero que las situarían en cerca de una veintena. Es difícil hablar con claridad de datos porque no todas las familias denuncian. Algunas lo han hecho en el cuartel de la Guardia Civil y otras en la Jefatura Superior, informando de las ausencias de miembros directos y de sus sospechas de que hayan partido a Siria. Algunas de estas familias hablan con claridad sobre lo sucedido y no dudan en salir al ámbito público para reclamar su vuelta. Otras en cambio evitan que se conozcan sus casos y hasta rechazan el dar traslado de los mismos a las fuerzas de seguridad, formando parte de ese limbo que rodea a todas estas situaciones.
La conexión entre Ceuta y la vecina Castillejos es un hecho. Desde el otro lado se agencia buena parte de los viajes, pero en la propia ciudad cobra un papel importante aquellas personas que siguen alentando a la marcha de jóvenes para participar en una errática interpretación de la religión.
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