Las porteadoras escondían este material en los bultos que filtraban por el paso fronterizo. A principios de esta década, la inmigración clandestina reforzó el uso de las balsas para alcanzar la península. En los inicios de este fenómeno, según figura en la hemeroteca de este periódico, las barcas eran adquiridas en la propia ciudad autónoma y trasladadas a Marruecos por el paso fronterizo de Benzú, el cual estaba aún activo aunque con posterioridad sólo se permitiera el acceso a los vecinos de Beliones.
En aquellos tiempos, como publicara este periódico, la frontera junto a la barriada se encontraba abierta y el tránsito de las porteadoras conectaba con este pueblo marroquí.
Las investigaciones realizadas por la Guardia Civil permitieron determinar que las propias mujeres y hombres que cargaban mercancía eran quienes escondían en los fardos tanto las gomas desinfladas como los motores de las barcas utilizadas por los inmigrantes asentados en Beliones.
Este mecanismo para impulsar las embarcaciones en la que viajaban hacinados los subsaharianos era robado en el propio depósito municipal de Benzú, donde se encontraban almacenadas semirrígidas y los motor necesarios para lograr los pases de hachís y de clandestinos.
Los flujos migratorios han experimentado numerosos cambios en los últimos diez años para desembocar en una ‘crisis que viaja en balsas’, sentencia que describe cómo los indocumentados se decantan por comprar una barca de playa para enfrentarse al Estrecho antes que someterse a las elevadas tarifas impuestas por las mafias.
La utilización de la ‘Sea Hawk’ de ‘Intex’ no implica que sea la única balsa neumática empleada por los subsaharianos, sino la detectada en la mayoría de los últimos intentos de entrada a España desde Beliones.