Convertir a Ceuta en un Mordor ambiental ha sido una tarea ardua solo apta a aquellos con escasas capacidades para el ejercicio del poder en los tiempos que corren. Por ello, y sirva esto como advertencia a muchos incautos votantes, conviene indicar que los burócratas con aspiraciones políticas y criados a la sombra de distintos gobiernos municipales pueden generar inusitados ardores por la gestión política guiados tanto por sus buenas intenciones como por su desmedido afán de poder. Sin embargo, una corporación municipal del siglo XXI debería estar familiarizada con lo que se denomina gestión ambiental y además tener interiorizado la necesidad de progreso en este importante ámbito de la política actual; la asimilación de la cultura ambiental podría ser un indicador positivo en cualquier sociedad talentosa y moderna. En definitiva, una persona que aspira realmente a ejercer un liderazgo político con intenciones reformadoras tiene que conocer las realidades ambientales para poder desarrollar la sensibilidad necesaria y una mirada diferente hacia el territorio.
Digamos que si un científico de especies y ecosistemas ha sido dotado con el conocimiento y la experiencia de un poderoso instrumento de análisis de estas realidades que nos rodean a todos, entendemos que también un político en ejercicio deberá conocer estos puntos de vista para desarrollar una visión panorámica de los problemas territoriales que le permita gestionar con inteligencia, sensibilidad y pragmatismo el territorio que tendrá que pasar a las otras generaciones con las dosis de prosperidad necesaria y procurando no causar graves desequilibrios sociales, económicos y ambientales. La situación de Ceuta es tan dramática en muchos aspectos que utilizando una comparación mordaz con la novela del genial Tolkien y la tierra ficticia de Mordor nos atrevemos a indicar que estos últimos gobiernos municipales se han desentendido de la conservación y preservación de una forma asombrosa.
Sin negar los tímidos avances, obligados por la legalidad europea, en la depuración de las aguas residuales o en el sellado del antiguo e infame vertedero municipal conviene reconocer que queda prácticamente todo por hacer en materia de ordenación y gestión de recursos naturales. Ciertamente hay mucha población doblegada y adormecida, alejada de la naturaleza y que no persigue vivencias emotivas en el medio natural. Los actuales moradores de las dos torres pertenece a este tipo de personas e intuimos que la mayor parte de la oposición política también.
En el Mordor ceutí, al parecer, tanto la doctrina neoliberal como la lucha de clases están más o menos igualadas en el desinterés hacia la ordenación y sostenibilidad de especies, hábitats y ecosistemas; estos temas no tiene sitio en la disputa política de la marinera ciudad. Esta ausencia en el discurso político municipal implica una intensificación de la atención hacia el electoralismo rancio y la búsqueda desesperada de caladeros de votos sin querer percatarse de que la legitimación de los partidos políticos decrece día a día a la vez que se incrementa la abstención cuando se convocan elecciones. Nosotros pensamos que el bienestar y la salud en términos holísticos no puede resolverse solo en clave mecanicista, subvencionista y burocrática y esta falta de visión más holística de las realidades es uno de los grandes fiascos de la política que se practica desde las dos torres (ayuntamiento y delegación del gobierno). Tener muchos instrumentos médicos para combatir las patologías características de nuestra época salvará vidas y fisiologías pero no espíritus afectados por el desasosiego diario de una vida vacua y sin propósito; la subvención social administra dosis paliativas pero no es efectiva ante el creciente exceso de población y nada puede contra el desajuste socioeconómico de Ceuta y del planeta.
De la misma manera, la aplicación de medidas inapropiadas ante el fenómeno comercial fronterizo puede causar graves problemas y provocar no pocas tragedias personales. Sin embargo, aunque la naturaleza y la cultura nada entienden de cortoplacismos si que ofrecen un poder de vitalidad que alimenta nuestros espíritus y nos repara mentalmente sea cual sea el tiempo que estemos entre los vivos; necesitamos relacionarnos con el todo y su inmensidad y esto se encuentra fehacientemente en los mares, las montañas y cualquier paisaje natural bello o en la preservación de nuestra cultura ( la gran búsqueda del saber, la belleza y la bondad) y su patrimonio; apoyar las políticas de preservación y conservación de la naturaleza es creer en la vida y en el futuro de nuestra cultura. Para nuestra desgracia, Ceuta es una ciudad en la que las especies y los ecosistemas se encuentran abandonados a su suerte y donde la gestión política ignora sistemáticamente las cuestiones que entendemos relevantes y significativas. La política municipal (la nacional también) es al igual que Mordor un lugar dónde impera la dejadez y la destrucción de la naturaleza a cambio de un buen puñado de rico y reluciente dinero y del adictivo mantenimiento del poder; al mismo tiempo la bronca continua y la pelea insulsa de las “hordas de orcos” (entiéndase por el hecho de que hay muchos que practican la política como una conquista del dorado particular sin más reflexión que sus intereses y sus apetencias personales y desconocen la cooperación como instrumento humanizador y civilizador) por un puñado de votos no parece una mala comparación de lo que acontece en los plenos municipales y en la lucha por conseguir el poder. No es el escándalo político de Emvicesa, Mordor en estado puro? con “hordas de orcos” corrompiéndolo todo, saqueando el dinero público y burócratas mirando para otro lado o sin enterarse de nada por no ejercer eficientemente su actividad de control; no podemos dejar de preguntarnos porqué la secretaría del ayuntamiento con sus importantes atribuciones para el control jurídico de los documentos públicos municipales no ejerció la supervisión debida. Los nombramientos inapropiados en el área ambiental del ayuntamiento ceutí de las dos últimas legislaturas han provocado un estancamiento de todo aquello que debía haberse puesto en marcha y que no han sido capaces de hacer a pesar de que en materia de sostenibilidad contaban con un gran consenso ciudadano gracias a la Agenda 21 local.
Así es el ejercicio del poder en Mordor, mientras la ciudadanía les pone un regalo de trabajo y consenso sobre la mesa el régimen del actual alcalde le muestra su desprecio obviándolo casi por completo. Por lo demás, poco podemos añadir al feo espectáculo con que nos obsequió hace unos días el señor consejero de medioambiente carente de preparación técnica para el puesto y con escasas actitudes personales para el diálogo. Tampoco parece que se distinga el actual cargo municipal del área ambiental por su sensatez a la hora de modular respuestas adecuadas a la dignidad de su cargo ni para mejorar cuestiones ambientales concretas de nuestro territorio. Desde luego muestra una falta notable de serenidad y contención ante las críticas, que debe estar provocada quizá por una autoestima desorbitada. Acaso, es por ello, que este señor piensa que puede decir todo lo que desea en cualquier momento, adoptar posturas inapropiadas a placer y en cualquier lugar o incluso intentar llevar a cabo sus ocurrencias. Ya hemos perdido la cuenta de la cantidad de escritos que hemos enterrado en las oficinas de medioambiente que no se han dignado a contestar y muchos otros expedientes tardarán una eternidad en ver la luz. Al mismo tiempo se despachan con celeridad permisos inverosímiles, que enfrentan a empresas ceutíes. La inseguridad jurídica se afianza como una marca de los gobiernos municipales y propone la ley del más fuerte como práctica habitual. Cuando las dos torres caigan y comience un nuevo tiempo político en nuestro país y quizá también en Ceuta, la reconstrucción política habrá de hacerse entre todos o volveremos a replicar otro ciclo de democracia de baja calidad y nunca saldremos del mito de Mordor.