La Ciudad ha sido condenada a pagar casi 20.000 euros. Dinero que sale de las arcas municipales. Dinero destinado a abonar la indemnización a una mujer que sufrió lesiones producidas por el mal estado del acerado. Si fuera un caso aislado se quedaría ahí, en una ‘casi’ anécdota. Pero lo grave es que no lo es. Resulta que la institución municipal ni se atreve a difundir el número de sentencias condenatorias por lo mismo: por no tener en concidiciones los servicios públicos, por incurrir en riesgos para la ciudadanía. Si publicáramos todas las condenas daría para escribir un periódico entero solo de esto. Lo grave es que parece que no tienen una consecuencia directa para las administraciones, que siguen cometiendo los mismos errores, descuidando las calles o actuando con demasiada tardanza. La maquinaria encargada de dar respuesta es demasiado lenta, tanto que para autorizar el arreglo de unas losetas mal colocadas o enmedar los baches se tardan meses y meses. Demasiados. Y entre medias tenemos a las víctimas de estos accidentes, a los ciudadanos que sufren caídas más o menos graves de las que tardan en reponerse y que están directamente relacionadas con el mal estado de los bienes de cuyo cuidado es competente la Ciudad.
No estaría de menos que se tomara buena nota de lo que está sucediendo, que se agilizarán las respuestas. Ya no solo por el bien de la propia institución (por cierto el dinero es de todos) sino por la integridad de todos los ciudadanos.