Hoy día 3 de marzo del 2015, he escuchado el toque de las campanas de la iglesia Virgen de África. Tocaban anunciando al cielo que alguien se le acercaba. Tiempo hacia que no las escuchaba, pero hoy con daño y dolor he recordado su significado. Anunciaban a todos que Pedro Gordillo dejo este mundo para unirse a aquel mas bienaventurado que el cielo ofrece a todos los creyentes.
Y así, de esta manera musical, con la lamentación de sus tonos lejanos, con el incesante retorno a sus sones graves, nos enseñaban los daños sin nombre, las angustias.... Y arrebatando toda alegría, la tristeza se perpetuaba en nuestros corazones dejándoles latir con ellas nuestros dolores y recuerdos. Ya que su monótono canto albergaba la pena en nuestro interior por la pérdida de un extraordinario amigo.
Y son estos sones cuando doblan las campanas que con su solitario tañido subiendo el sendero de la gloria, nos obligan a lavar nuestros ojos de sus lágrimas. Y son estos tañidos, con los que el reloj de la vida no señala ya hora alguna, cuando se para el mundo. Y los hombres nos ponemos en lugar de los que padecen.
Por ello, con todo esto, contado el dolor que se expira de las cenizas frías y devolviendo el incierto destino humano, las campanas que escuchaba daban aun más importancia a tu perdida Pedro.
Luego en la misa funeral ante tu cuerpo presente... Todos los presentes recordábamos tus días, cuando caminabas junto a nosotros. Y solo la idea de un cielo que te corresponde por derecho, nos aliviaba del pesar que sentíamos por tu perdida. Porque... así somos los creyentes... ¡Creemos en la promesa en su día dada por nuestro Señor! Y esa seguridad es la que nos reconforta en estos duros momentos.
No quiero seguir escribiendo más en estos momentos, pero....querido amigo... En cuanto a tu viaje final, solo decirte que... cuando llegues a las puertas del cielo y llames, si alguien pregunta... ¿Quién es....? No te hará falta decir nada mas que... ¡No es nadie...Señor...Solo soy yo...Pedro Gordillo Duran!..