Opinión

Las bodas rifeñas en Marruecos

Las tradiciones sociales y las formas de vida de un país, región o lugar, forman parte de su patrimonio histórico, social y cultural, a la vez que son sumamente importantes para conocer sus usos, costumbres y hasta su manera de ser y de sentir. La ley musulmana considera el matrimonio como un contrato civil, obligatorio para todo el que pueda contraerlo. En Marruecos en general, y particularmente en la zona del Rif que formó parte del Protectorado Español, antiguamente las mujeres no podían decidir con quién casarse, ya que la elección del marido era un asunto del que solían encargarse los padres, que desde niñas ya iban procurando el concierto matrimonial para cuando la hija alcanzara la edad núbil. Hasta aprobarse el código que regula el Estatuto Personal de 1993, la mujer rifeña carecía de la libertad de elegir a su marido, incluso no era raro que se casara con él sin ni siquiera saber quién era ni haberlo visto nunca. Pero dicho código implantó la libertad de la mujer en su elección del cónyuge. Aun así, una mujer no puede casarse sin el consentimiento de un tutor (Wali). Su intervención es obligatoria, pero dado que éste sólo puede tutelarla, no podrá forzarla ni negarse a casarla con quien ella quiera.

El viejo sistema de imposición por los padres a las hijas del futuro esposo, todavía  suele darse en algunas zonas rurales más incomunicadas de las montañas del Rif, a las que ha tardado más en llegar la modernidad que el citado código introdujo; no ocurriendo lo mismo en las zonas urbanas de las ciudades, donde las mujeres marroquíes están siendo cada vez más educadas con una formación integral más en consonancia con los tiempos actuales. Hoy la mujer está ya más preparada, accede más fácilmente al mercado laboral y con ello en muchas ocasiones se convierte en el sustento de su familia, con mayor capacidad de decisión.

Antes de celebrarse la boda, hay una primera etapa llamada “hotoba”, en la que se realiza la petición de mano con la lectura de la primera azora del Corán: "La fatiha" y la redacción del acta matrimonial. El acto de compromiso del noviazgo implica una serie de rituales que son diferentes de una a otra zona de Marruecos, según sus tradiciones. De esta petición de mano hay varias modalidades. Una vez que los novios están de acuerdo, es la familia del novio quien convoca a la de la novia para fijar un primer encuentro. La primera visita se lleva a cabo para que ambas familias se conozcan, siendo el padre del novio el que realiza la petición. En otros casos, cuando la iniciativa ha sido tomada por el novio o por sus padres, la petición de mano no la realizan ni él ni su padre, sino cualquier hombre influyente de la familia o de su entorno. Y otra modalidad de petición es la que realiza la propia madre del joven, yendo entonces acompañada de otras mujeres de la familia que van a visitar a la madre de la joven para hacerle la petición.

En la primera modalidad, la respuesta será afirmativa, dado que la relación ya existía antes de la petición. En los dos casos siguientes habría que esperar un período de reflexión durante el cual se consultará al padre; si éste se opone al enlace, la madre ideará alguna excusa para justificar la falta de acuerdo. El pretexto más frecuente es decir que la hija se va a casar con algún miembro de la familia, como un primo, que tienen preferencia. Si están a favor de la relación, las visitas continúan. En la mayoría de los casos, cuando ambas familias aceptan el futuro enlace de sus hijos, la del novio lleva a la futura novia la “hedia”, regalos: azúcar, dátiles, flores, telas para el traje tradicional marroquí, llamado “takchita”, joyas, algún animal para sacrificarlo y degustarlo, etc. Luego, se pasa a la etapa siguiente que es el noviazgo oficial. Es el momento en que las familias deben acordar la dote obligatoria (“sdaq”), cuya cantidad se fijada por el padre de la novia. En contrapartida a la dote y el sustento, la mujer tiene que velar por la buena marcha del hogar y su organización bajo la dirección del marido, a quien debe obediencia y fidelidad. La cantidad de la dote y el plazo fijado para hacer efectiva su entrega, la ley no establece ninguna cantidad concreta, sólo que debe ser justa, nunca excesiva.

Además de la dote, las familias fijan de acuerdo la fecha de la boda y todo lo que se necesita. El tiempo que dura el noviazgo depende principalmente, de las condiciones económicas y sociales de la pareja. Las familias tradicionales no suelen tardar en celebrar el enlace, que se acostumbra fijarlo para el otoño. Y la boda consta de dos partes que pueden estar próximas entre sí o distanciadas: La primera fase, jurídica, que se lleva a cabo con la firma del contrato por el cual la custodia de la mujer pasa al marido. La segunda fase, de carácter social, coincide con la fiesta y finaliza con el traslado de la esposa a la casa de su marido, donde tiene lugar la consumación del matrimonio, teniendo especial importancia la prueba de la virginidad de la novia, porque si se acreditara que no era pura, los padres tendrían que devolver a la familia del novio la dote, regalos y demás entregas adelantadas a la novia.

La celebridad de la boda, depende de la región y de las disponibilidades económicas de la pareja. Puede alquilarse una gran sala y celebrarla al estilo occidental, o bien, como sucede en los barrios más pobres y en las familias más tradicionales, se puede celebrar en las terrazas de las casas si son amplias y ningún vecino se opone, o incluso montar una tienda de campaña (“haima”) junto a la casa de la novia. Los regalos que aporta la familia del marido se transportan a casa de la novia en un carro, cargado de ropa, zapatos, maquillaje, alheña, leche, dátiles, pasteles, alimentos, sacos de azúcar, harina, sémola, y aceite. El carro va recorriendo la ciudad desde la casa de la familia del novio hasta la de la novia y la gente va cantando alrededor acompañada por un grupo de músicos.

La ceremonia conlleva una serie de ritos y preparaciones previas en las que adquieren gran importancia el agua y la alheña, ambos elementos purificadores. Días antes de la boda, la futura esposa acude al mediodía al “hamman” (baño público) acompañada de sus amigas y familiares. Las jóvenes casaderas pugnan por ponerse junto a la novia, porque existe la creencia de que les dará suerte para encontrar un buen marido. Desde la casa hasta el “hamman” una de las jóvenes lleva una vela encendida y el resto va profiriendo los típicos “yu-yus” para ahuyentar a los demonios o genios malignos que se cree frecuentan los baños. El otro elemento muy importante es la “henna” o alheña, para purificar y proteger a la novia de las malas influencias. Se emplea como medio de protección en los momentos en los que se cree que se está expuesto a peligros sobrenaturales. Su principal misión es alejar a los "znun" del cuerpo y alma. Son especies de pinturas que se aplican las mujeres en las manos hasta las muñecas, y en los pies hasta los tobillos.

La fiesta comienza con la llegada de los invitados mientras la futura esposa termina de peinarse y arreglarse. Luego se viste con la ayuda de una mujer experta que también alquila los vestidos de boda, joyas, servicios de té, almohadones, etc, y ayuda a la futura esposa a cambiase de vestido y joyas. Se suele hacerlo hasta con siete vestidos con adornos, siendo el último de blanco, con un ramo de flores en la mano.

Cuando la experta crea conveniente, traerá una pequeña mesa con los anillos, un vaso de leche y un plato con dátiles rellenos de almendras y nueces, produciéndose el intercambio de anillos. La leche es el símbolo más puro de felicidad, para que la vida de la futura casada se tiña de blanco. Los dátiles representan la prosperidad, dulzura y fortuna. A continuación se distribuye entre los invitados té y pasteles. Finalmente, se cena y al son de una orquesta se baila hasta altas horas de la noche. Es entonces cuando la novia es trasladada a su nueva casa. En algunas zonas, la suegra la recibe con una bandeja de leche, le entrega las llaves y un pan ofreciéndole de esta manera su nuevo hogar. Otras veces, según las zonas, se ofrecen higos y pasas que conllevan la felicidad y dulzura, además de huevos que representan la fertilidad para la esposa. Y al día siguiente de la noche de bodas, llamado “sbah”, hay una fiesta preparada por la familia del esposo que inaugura la nueva vida en común.

Sobre todo en el Rif, la novia y el novio suelen celebrar la boda por separado, teniendo una serie de rituales diferentes cada uno de ellos. Por el contrario, en el sur las bodas se celebran conjuntamente. Normalmente, durarán tres días, a veces hasta cinco. Los dos primeros se acostumbra a celebrarlos por separado, en casa del novio y de la novia. Los actos suelen comenzar el jueves y terminar el domingo. El jueves, el hombre debe llevar el "hedia" a casa de la novia. Ese mismo día el novio suele invitar a sus amistades más íntimas al “hamman” o baño tradicional marroquí. Se acostumbra contratar grupos de música tradicionales para que acompañen los trayectos del baño a la casa. En las bodas rifeñas se suelen tocar el tamboril, panderos u otros instrumentos musicales. Después del baño el novio invita a almorzar a sus amigos en casa.

El viernes es el día del "dibiha" o sacrificio. Se hace la oración o rezo. Después el grupo musical espera en la puerta de la mezquita para acompañar los trayectos. El novio invita este día a sus vecinos y conocidos a almorzar con él, vistiendo con “yabador” (traje tradicional), o traje europeo para la sesión de fotos que se realiza por la noche con la novia. El sábado es el día de la celebración de la boda del novio. Asisten su familia, amigos e invitados (solo hombres). Después de las doce de la noche el novio se cambia de ropa poniéndose la chilaba marroquí y se prepara para uno de los actos más importantes de la boda, que es la celebración del henna, en el que un hombre da un discurso hasta el momento en el que el novio debe entrar la mano en un recipiente con Henna, al igual que la novia, con la idea de ser purificado, y es el momento más emotivo de la boda del novio.

Una vez terminada la ceremonia de la henna, el novio vuelve a cambiarse por un traje de estilo europeo y va a la casa de la novia a recogerla para llevarla a su nuevo hogar. A esta parte de la boda se le llama “buya”. En las zonas más rurales y en los pueblos, la novia suele ir en una especie de cajón de madera que se coloca encima de un caballo o mulo embridado por el padre de la novia, y realiza el recorrido a su nuevo hogar, yendo acompañada de todo el pueblo que sigue el jolgorio. La comitiva nupcial va acompañada de grupos de música tradicionales. En las ciudades grandes la buya puede ser sustituida por el "jarya" donde la novia realiza este trayecto en una comitiva de coches, al igual que se hace en las bodas occidentales. Y el domingo, lo mismo que en la boda de la mujer, se realiza el sbah. Esta parte de la boda es conjunta. Es el día más tranquilo donde la novia recibe a sus familiares y amigos y se fotografía con ellos. El novio suele vestir de trajes Chilaba, bjabador belgas o traje europeo.

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