Ni el frío, ni la lluvia, ni el temporal del más puro invierno frena a las mujeres que hacen ya cola en el lado marroquí para cruzar a Ceuta, para cargar un bulto.
Hay mucha miseria, mucha desesperación y pobreza. Por eso, bajo plásticos, ante una noche que se presenta dura, las porteadoras a nada temen. Las colas ya ocupan todo el espacio fronterizo marroquí y conforme avance la noche llegarán mucho más lejos.
Porque esperar supone para ellas no perder el sitio, no perder turno y poder conseguir el ticket para la carga. Es el drama diario que, por contado, sigue igual y permanece como una asignatura pendiente entre países.
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