El entrenador y alma del Club Balonmano Estudiantes de Ceuta es Larbi Ahmed, aunque también lo son sus “niñas”. Todo en la vida de Larbi rezuma balonmano. La cuna del ahora entrenador fue el mítico Club Deportivo Estudiantes y las clases de Educación Física de Enrique Lara en el colegio de su barriada, el ‘Príncipe Felipe’.
Sin embargo, esta pasión que lleva en la sangre no empezó de tan niño. “Pasé de quinto de EGB que estaba en el ‘Reina Sofía’ a sexto en el ‘Príncipe Felipe’ y ahí daba clases de balonmano Quique Lara, que era el profesor de Educación Física. A través de él, fue como empecé. Estaba captando jugadores y una tarde me invitó a probar el balonmano en el colegio. A raíz de ahí fue todo un enganche al balonmano”, recuerda.
De niño Larbi era más de fútbol y fútbol sala. “Cuando empecé con el balonmano no me sonaba de nada. Empecé a practicarlo en Educación Física con Quique Lara y ahí es cuando ya me dio el gustillo y me gustó bastante. Quique me invitó a entrenar por las tardes y a partir de infantiles es cuando empezamos, primero en la categoría infantil y ya me fui metiendo poco a poco”, explica.
Una época dorada del balonmano en la ciudad que recuerda perfectamente. “Aquellos años para el balonmano eran una época que echamos en falta porque había muchísimos equipos y jugábamos en las ligas escolares. Íbamos de un centro a otro a jugar y participaban también los institutos. La verdad que la competición en sí era muy competitiva y también el número de licencias en esa época era superior”.
Una ilusión e involucración en este deporte que quizás no ha vuelto a ser lo que era. “Nosotros, e incluso los profesores de Educación Física, estábamos muy involucrados con el balonmano. Recuerdo que, en la mayor parte de los centros, como el ‘Ortega y Gasset, el ‘Santa Amelia’ o ‘Príncipe Felipe’, había profesores de Educación Física que se encargaban de llevar a esos equipos a los partidos.
Hoy en día eso se ha perdido, incluso nos cuesta entrar en algunos centros escolares para que los niños practiquen balonmano, una cosa que no es más que deporte”, insiste.
Larbi Ahmed terminó el colegio y pasó a FP y ahí empezó más seriamente en el balonmano. “Con Abdelkader ya enfocamos mi vida deportiva, entrené en Manzanera y de vez en cuando veníamos al Pabellón de La Libertad. Aunque venir aquí era un lujo porque de entrenar en Manzanera con un campo muy chiquitillo a entrenar en un campo grande era un lujo para nosotros”, bromea.
Así fue como crearía junto a un grupo de amigos su primer club. “Empezamos a entrenar, creamos un club de amigos que era el Deportivo Estudiantes, que era el anterior y otro club distinto al de ahora. Formamos un club entre nosotros, empezamos a competir y logramos meterlo en primera nacional. A raíz de ahí, de jugar en categoría nacional con ese equipo, cambió a lo que es el Ceutí”.
Años más tarde tuvo que dejar de lado el deporte. “En el 96-97 me desvinculé un poquito porque pasé a hacer el servicio militar, fueron unos nueves meses, y nada más dejarlo también empecé a prepararme las oposiciones de policía y lo tuve un poco apartado para no lesionarme a la hora de hacer la oposición. El balonmano también me hizo conocer gente y con la edad ya tenía que empezar a buscar algo que me diera una estabilidad laboral. Aunque estudié la especialidad de Laboratorio, siempre tenía ese afán y me llamaba la atención la Guardia Civil y la Policía Local. Entrenaba con Alfonso Lozano en halterofilia, me pegué mucho tiempo, y él es el que me dio el último empujón. Salieron unas 60 plazas y me dijo ‘aprovecha que tienes cualidades’. Y así fue, a la primera que me presenté después de cinco meses estudiando a raja tabla, tuve la suerte de aprobar a la primera”, rememora para FaroTV.
En la faceta de jugador, Larbi nunca pudo ‘desengancharse’ del balonmano.
“Es una época que no se la pueden quitar a nadie y no se olvida porque es algo que lo llevamos en la sangre. Me encantaba el estar entrenando, el que llegara el fin de semana y saber que había que ir fuera a jugar, por ejemplo, a Murcia o Extremadura. Eso era una subida de adrenalina y más con los jóvenes que éramos porque en esas categorías éramos los más pequeños del grupo. Teníamos 19 años aproximadamente y quieras o no el grupito de amigos que estábamos en el ‘Estudiantes’ nos hacía muchísima ilusión participar en el campeonato”.
A Larbi nunca le importaron los kilómetros desde su casa en Príncipe Felipe hasta Manzanera.
“A mí me sirvió de mucho el salir del barrio, ir a entrenar hasta Manzanera andando desde el Príncipe, terminábamos a las diez de la noche y vuelta para arriba. De vez en cuando había suerte y alguien nos llevaba con el coche. Esa época la verdad es que no se puede olvidar. Fue una época que se nos grabó a todos. En un campo como el de Manzanera que era bastante pequeño en dimensiones entrenábamos el equipo femenino y el masculino juntos, tanto el equipo de cadetes y juveniles, o sea que podíamos estar entrenando 30 o 35 jugadores en el mismo momento todo juntos”.
Se abrió entonces otra etapa fundamental para entender su figura, la de entrenador de balonmano. “Teníamos un buen equipo de monitores en los colegios y tenía el gusanillo de ser entrenador y poco a poco empecé a dejar la faceta de jugador con 34 o 35 años. Me gustó bastante y ya colgué las zapatillas como jugador de balonmano”, cuenta.
Como entrenador, el balance es muy positivo. “He tenido grupos que han vivido rachas muy buenas, he tenido un grupo de chicas que eran del campo exterior, hicimos un buen equipo y participamos en el campeonato de España con un balance muy bueno. Luego un equipo de chicos que también jugaron fenomenal y el último fue el campeonato de Blanes en 2017 que es cuando la mayoría de las chicas que están ahora en primera quedaron subcampeonas de Copa de España, que es fue un boom para Ceuta”.
Sobre la temporada del equipo femenino cree que “van bastante bien”. “Aquí lo que nos falta más bien en comparación con la Península son más partidos amistosos, que las chicas lleguen al inicio de competición un poquito más rodadas. Aun así, a las chicas les ha costado un poco sacar los dos primeros partidos, pero en este tercero han jugado más sueltas, más tranquilas y eso se refleja en el marcador”, concluye.
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