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‘Ladran; señal de que cabalgamos’

Es una de esas frases que recuerdo que mi padre solía utilizar, así como ‘tanto nadar para morir en la orilla’, ‘cuanto más lejos vayas de más lejos tendrás que volver’ (esta Juan Luis Aróstegui la recuerda muy a menudo), ‘después vendrá el rechinar de dientes’ y ‘la justicia no es dar a todos por igual, sino a cada uno lo que se merece’ (esta alguna vez me la ha recordado Emilio Carreira)
‘Ladran; señal de que cabalgamos’ o ‘Ladran luego cabalgamos’ es una de esas frases que te marcan, por el significado que encierra en pocas palabras. Frase que muchos atribuyen, erróneamente, a Alonso Quijano, el personaje principal de D. Quijote de la Mancha, pero esto lo explicaré al final del escrito de hoy como anécdota cuanto menos interesante y esclarecedora.
Anécdotas aparte, queda meridianamente claro que ladran, ladran y mucho. Ladran en contra de Caballas, en contra de Alí, Aróstegui y todo lo que tenga que ver con la coalición localista. Ladran como perros rabiosos, como esos perros amarrados con una cadena para cuidar de un caserón, que con cada ladrido y con cada envite, parece como si los eslabones de la cadena se fuesen a romper en pedazos. Ladran desaforadamente hasta quedarse sin aliento, de ahí la necesidad de que los cánidos más viejos del lugar acudan en su ayuda y con las pocas fuerzas que les quedan intenten ladrar, aunque la imagen sea penosa, perros ajados y pulgosos que en vez de ladrar parece que rebuznasen, sin apenas fuerza.
Pero claro, como dice el refrán ‘el perro que no es de raza, si no tiene hambre no caza’, y esos cánidos ya en estos últimos ladridos de su vida, intentan e intentan ladrar para que el amo del caserón les pase su pequeña mano por sus lomos polvorientos, pulgosos, y les de un puñado de pienso en sus sucios y viejos comederos. Y siguen ladrando, ladran para cualquier lado llevándoles hasta la locura, alguno incluso ha llegado a morder la pequeña mano del dueño del caserón, bien por equivocación, bien porque otra persona también le daba pienso. Este cánido en concreto, por el puñado de pienso, intenta constantemente morder hasta a personas que le ayudaron cuando estaba tirado en la calle cual perro callejero, pero claro no le dieron pienso, sólo un lugar donde refugiarse del frío de la calle. Cosa extraña con lo noble que suelen ser los perros.
La tristeza se ve en sus ojos ya cansados, el rabo arrastrándose por el suelo, la cabeza gacha y conscientes de lo triste que es llegar a sus últimos años, a sus últimos ladridos por un puñado de pienso.  Es una imagen triste, muy triste, que causa pena a los que la ven.
En resumen, sus ladridos son señal de que cabalgamos, pero tampoco es necesario cabalgar mucho, ni cabalgar muy rápido, porque ya se sabe que ‘perro ladrador, poco mordedor’ y estos cánidos, los viejos y los menos viejos, sólo saben hacer eso, ladrar, ladrar y ladrar, con tal de cuidar el caserón y salvar los muebles (aunque se compren por duplicado)
Volviendo a la anécdota de la frase con la que titulo la columna de hoy, como decía, se la escuché en repetidas ocasiones a mi padre, nunca le atribuyó la autoría a nadie, ni me dijo que era de la obra de Cervantes D. Quijote de la Mancha. Conocía la frase y me leí la obra porque era de lectura obligada en el instituto. Años después uno escucha a gente utilizarla con variantes como ‘Ladran amigo Sancho, cuestión de que cabalgamos’ y `Ladran amigo Sancho, cuestión de que avanzamos’, y no tengo más remedio que acordarme de mi progenitor, pero me producía  extrañeza al pensar; “He leído el Quijote y… ¿se me ha pasado esa frase, una frase que había escuchado innumerables veces?”. Pues no, esa frase no aparece en el Quijote ni en ninguna obra de Cervantes. Algunos dicen que Rubén Darío la utilizaba para contestar a las injurias y ofensas, lo cual es cierto y esta publicado: ‘Ladran; señal de que cabalgamos’. Pero con anterioridad Goethe la utilizó en un poema de 1808 en el que al final del poema decía: ‘Quisieran los pequeños perros consentidos de la cuadra acompañarnos todo el tiempo. Pero el ruidoso sonido de sus ladridos, sólo demuestran que cabalgamos’. Aparte existe una frase anónima en latín: “Latrant et scitis estatint praetesquitantes estis”, que quiere decir: “Ladran y sabéis al momento que cabalgáis por delante de los demás”. Todo esto lo he podido saber y descubrir años después gracias a Internet, aparte de confirmar que Cervantes no la utilizó en toda su obra, y lo quería compartir por si se lo escuchan decir a alguien atribuyéndosela al ingenioso hidalgo Alonso Quijano , duden de que hayan leído el Quijote y por tanto duden de los que les cuenten. Por cierto son innumerables los políticos profesionales que la utilizan atribuyéndosela, erróneamente, al personaje de Cervantes. Pues eso… que sigan ladrando.

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