Los datos objetivos muestran una situación preocupante. Dos muertos en diez meses. Un rosario de heridos sobre el que nadie quiere o sabe llevar la cuenta. Una indefensión absoluta unida a un desconocimiento de lo que puede llegar a suceder en las escolleras. Lo que está pasando en el puerto ha venido a convertirse en uno de los problemas de seguridad más graves que tiene ahora Ceuta. Y no es que haya habido, como decíamos al principio de este editorial, dos muertes. Es que, hoy por hoy, nadie puede garantizar que no suceda otra tragedia más. Al poco de morir Ilias atropellado por un camión, otros menores como él además de adultos copiaban las mismas prácticas. Es una situación extrema que deja muchas víctimas en el camino: las primeras los propios inmigrantes, las segundas todos aquellos profesionales que se ven afectados por este fenómeno. Vivas, como máxima autoridad de la Ciudad, está preocupado. Es para estarlo. Lo del puerto se ha convertido en una obsesión como hace unos meses era esa frontera en la que a diario se producían avalanchas. La presión no cesa y una ciudad como la nuestra no puede ni debe soportar tal extremo.
La visita del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, a Ceuta fue aprovechada por el presidente para trasladarle esa inquietud. Y Vivas encontró en el titular del Ministerio un talante y una predisposición claves. Marlaska ya había visitado Ceuta en dos ocasiones para participar bien como ponente o bien como organizador de las jornadas jurídicas que cada año suben de nivel gracias al trabajo e implicación del magistrado Fernando Tesón. Esas visitas le han reportado una querencia hacia nuestra ciudad que incluso dejó plasmada en el mensaje escrito en el Libro de Honor y se mostró en el abrazo y en el trato que puso de manifiesto nada más encontrarse con el presidente Vivas.
El ministro Grande-Marlaska es una persona comprometida y que en este periodo al frente del Ministerio ha hecho mucho más que su predecesor inmediato, Juan Ignacio Zoido, quien ni siquiera visitó Ceuta después de tantas promesas sin cumplir. En este caso el gesto ha sido radicalmente opuesto: no solo ha visitado la ciudad (algo muy importante para la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos) sino que ha demostrado un conocimiento sobre su problemática y ha adoptado decisiones que sus predecesores ni siquiera tuvieron en cuenta.
Vivas le ha pedido “socorro” ante la presión de menores y adultos en el puerto. Marlaska lleva ya meses tratando este asunto en los foros debidos. Con las autoridades marroquíes, desde el pasado año, se ha sentado en varias ocasiones precisamente para estudiar las posibilidades que existen para la devolución de esos menores a su país, siempre prevaleciendo su bienestar. El Gobierno de la Nación no está mirando hacia otro lado, como tampoco lo ha hecho en inmigración demostrando, como lo hizo en verano, que es capaz de adoptar respuestas rápidas en cuestión de horas.
Vivas se mostró satisfecho por la receptividad encontrada en un ministro que es una persona cercana y que se mostró como tal con el presidente. Veremos qué se puede hacer y qué pasos se dan para conseguir, ante todo, que esos menores no sigan ocupando un puerto exponiéndose a peligros y a ser víctimas de las mafias además de agresiones de todo tipo.
De momento, con la visita del ministro se ha ofrecido, también, un gesto destacado de colaboración y reconocimiento hacia el país de Marruecos. “Un socio fiable”, como lo calificó Marlaska. Pero, sobre todo, un “socio” que aporta o debe aportar el 50% de las soluciones de unos problemas que son de ambos países y que Ceuta, como Melilla, en solitario no pueden combatir.