La trabajadora social del Centro Asesor de la Mujer, Gema Prieto, explicó a los asistentes el trabajo que se realiza en el CAM con las mujeres víctimas de Violencia de Género y los recursos con los que se cuenta.
–¿Qué funciones desarrolla el Centro Asesor de la Mujer en relación a la Violencia de Género? ¿También atienden a hombres, verdad?
–Por supuesto, es un servicio abierto a toda la ciudadanía, atendemos a hombres y a mujeres pero es verdad que son ellas quienes más sufren este fenómeno brutal. El Centro Asesor de la Mujer cuenta con diferentes departamentos que dan orientación, información y prestan asistencia a las mujeres y con las víctimas se lleva un trabajo interdisciplinar. Desde el departamento de trabajo social, psicológico, orientación a empleo, educativo y coordinación con otras instituciones. La ley 1/2004 dota de unos derechos a las mujeres víctimas. Aparte, también hay una parte importante, trabajar todo lo concerniente a la igualdad porque cuando llegan hay el trabajo psicológico con ellas es arduo.
–¿Cómo llegan hasta el centro a nivel psicológico?
–Mal. Muchas han soportado bastante tiempo de maltrato y, además, acuden mujeres en todas las fases del procedimiento. Desde quienes todavía no han dado el paso de poner la denuncia, quienes ya la han interpuesto y están en el procedimiento judicial, y también quienes vienen derivadas de la Oficina de Atención a la Víctima del Juzgado y tienen la orden de protección. Cada caso es diferente y las circunstancias de las mujeres son muy particulares, con lo cual hay que trabajar de forma individualizada según las necesidades que tú puedas percibir y que la mujer te traslade.
–¿Existe un perfil?
–No me gusta hablar de perfiles determinados. Sí que es verdad que el maltrato tiene muchas consecuencias sobre la salud psíquica y emocional de la mujer, pero no hay un perfil concreto.
–Se trata de un fenómeno presente en toda la sociedad, ¿no?
–Sí, pero en el Centro Asesor de la Mujer sí que nos hemos dado cuenta de que, como acudir allí es algo voluntario, las mujeres con una posición socioeconómica aceptable, apoyos, recursos y una realidad donde ellas se sienten apoyadas son casos que nosotros no conocemos tanto.
–Claro, no necesitan tanto de apoyos externos, ¿a eso se refiere?
–Sí, no ven tanta necesidad de venir al CAM aunque en realidad reforzar el aspecto psicológico para que la mujer salga de esa situación precaria es importante en todos los casos. Algo muy complicado de gestionar.
–La creencia popular es que este fenómeno afecta sobre todo a mujeres casadas desde hace tiempo, personas adultas y, sin embargo, creo que en el CAM les preocupa mucho la llegada de gente muy joven a la que se le presupone educada en otros valores. ¿Es así?
–Sí, además en las parejas jóvenes el maltrato empieza muy sutilmente. Las mujeres empiezan a hacer pequeñas concesiones de vestirse como el novio quiere, no salir con las amigas y, al final, son pequeños detalles que les van hipotecando la vida. Sí que es verdad que aquí la incidencia del maltrato en mujeres jóvenes es más elevada que en la península también porque en Ceuta tenemos una población joven superior al resto de la península, igual que la tasa de natalidad. Son mujeres jóvenes y, en su gran mayoría, con cargas familiares.
–¿Cómo se prepara usted, a nivel psicológico, para encarar las historias y las penurias que le trasladan? ¿Llega una a inmunizarse o es imposible?
–Es imposible. Además creo que hay que mantener el equilibrio entre implicarte lo suficiente pero no demasiado. Es muy importante informar a la mujer de los derechos que tiene pero, tanto o más es que la mujer encuentre un ambiente en el que se sienta acogida para expresar la problemática que tiene con confianza hacia el profesional. Ahí nadie la va a juzgar pues, tal y como estamos viendo estos días, las problemática es muy extensa y hay muchas víctimas que denuncian pero luego no declaran, otras que retiran la denuncia, vuelven con el supuesto agresor... todo eso es importante que nosotros lo reconozcamos, que la mujer encuentre confianza para expresar lo que está sintiendo para que sea ella quien tome las riendas de su propia vida.
–Comentaba el otro día el jefe del SAF que en los últimos meses han percibido la llegada de mujeres de Marruecos que buscan amparo en la legislación española aunque los hechos hayan ocurrido al otro lado de la frontera. ¿También han notado esto ustedes?
–Sí, nos han llegado casos, pero muchas veces es muy complicado realizar trabajo psicológico con una mujer que no reside habitualmente en Ceuta. Una de las cosas que se han reforzado en el convenio de Cruz Roja es que ellos hacen trabajo de tarde y se ha contratado a un mediador que puede hacer labores de traducción, porque en ese ámbito el idioma es un hándicap. Se trata de un aspecto muy complicado porque si son hechos ocurridos en Marruecos no se pueden juzgar aquí ni acogerse a los derechos. Sería interesante contactar y conocer la realidad de cómo trabajan y cuáles son las estructuras de las asociaciones en Marruecos para poder orientarlas e informarlas sobre qué deben hacer allí. Aquí pronto hará una década de la ley integral, y aún así vamos poco a poco. De las 62 mujeres que murieron el pasado año solo 16 habían denunciado, no llega a un 25%. Hablamos de que al día de hoy sigue siendo un fenómeno oculto, y eso que las mujeres muertas son la punta del iceberg. Falta muchísimo por hacer.
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