Categorías: Sucesos y Seguridad

“La venganza no va a dar de comer a mis hijas, al revés”

Hicham Abselam perdió un ojo hace apenas un mes a causa de los disparos que recibió en una nave del Tarajal.

Salvar la vida le ha costado el ojo izquierdo. Literalmente. Él es Hicham Abselam Mohamed, una de las víctimas de los disparos que, el pasado 9 de marzo, un individuo efectuó en los polígonos del Tarajal. Este ceutí de 34 años muestra las cicatrices que le han dejado las balas delante de la nave en cuyo interior sufrió el asalto cuando se encontraba con H.H.L. y S.H.M. “El ojo me lo reventó. En éste –brazo– se quedó alojado en la arteria humeral, casi no lo puedo mover”, mostró quitándose la sudadera; “me mandaron a Cádiz porque corría peligro de que perdiera el brazo”. En el antebrazo, otro orificio de entrada y salida “que iba al corazón” pero “cambió de trayectoria”. “Él –sospechoso– vino a matar y si yo no he muerto es porque dios no quiere”, sentenció Abselam.
Dolido por los “rumores” sobre la razón del conflicto, explicó que el origen estuvo en los porteadores. “Tengo 15 ó 20 con los que me comporto: les doy de comer porque no tiro la comida que sobra; tengo un portón donde les dejo que duerman para que no les hagan daño en la calle. Entonces ese hombre –porteador– es normal que se venga conmigo porque yo reparto a 30 euros el bulto, igual que los demás. ¿Con quién se van a ir? Con el que le hace el favor o con el que, cuando tienen frío, les da una manta”, argumentó el perjudicado. Tal y como relató, “en un momento de nada” el supuesto agresor y su “cuñado discutieron” porque el primero se quería llevar a los porteadores “a la fuerza” y su cuñado “se precipitó y le dio un guantazo de nada”.
Abselam aseguró que hay dos autores intelectuales, uno material y una cuarta persona que, señaló, proporcionó el arma de fuego. “Quieren intimidar a los porteadores para que trabajen para ellos”, subrayó. “Desde que me pasó el problema no duermo”, confesó; “cierro los ojos y me viene –a la mente– mi amigo que está en la UCI –en Cádiz– y que me dispararon por la cara sin haber hecho nada a nadie. Al revés, él venía a mí y yo le daba dinero para comprar pañales a sus hijos”, dijo con el ojo vidrioso.
Este padre de familia habla de sus dos hijas, de ocho y dos años y medio. “¿Cómo quiere que me vean?”, se preguntó; “¿qué me pongo un ojo de cristal? Mientras tanto mis hijas están ‘grabando’”. Él mismo reconoció que “podía haber sido peor” porque se mantiene con vida. Sin embargo, “ha hecho mucho daño a mi familia”, apostilló. “El tiempo que paso aquí –en los polígonos– es para llevarle de comer a mis hijas. Ellas no tienen culpa. Tienen derecho a tomarse un vaso de leche como todos los niños”, reveló este ceutí, quien estimó que, “hace un mes que me han disparado y la gente, por una gripe, se tira un mes y medio en una cama: pues mire lo que hace la necesidad”, aunque necesite “reposo” porque se siente “malo”
Este tiroteado negó que tenga armas en su casa y que esté en las naves para “extorsionar” a los porteadores. Abselam indicó que le cuesta “mucho trabajo ganar 40 euros”. El afectado afirmó que su única intención concediendo una entrevista es ofrecer su versión porque, garantizó, contando con el respaldo de personas presentes en la calle del muro o del río, él impide que los ladrones roben a los porteadores. “A un montón de gente a la que le han quitado el teléfono móvil, yo se lo he devuelto; lo único que no he podido ayudar a recuperar muchas veces es el dinero en efectivo. Lo intento arreglar de buenas, pero tampoco quiero problemas porque soy un padre de familia”, agregó. Para aquellos a los que aún les puedan quedar dudas, continuó, les invitó a acompañarle una noche para demostrar que tiene “mérito”.
“¿Venganza? No, yo no soy rencoroso. La venganza no va a dar de comer a mis hijas, al revés”, aseveró; “porque me ha costado salir de esa vida que solo me ha traído desgracias. Nadie me va a volver a meter en ese camino. Estoy muy bien con mis niñas, mi madre, mi mujer, mis familiares... Seguiré igual”. Para este ceutí, “si –el presunto autor– quiere ser un hombre y arreglar el problema, que se entregue a la Justicia. ¿Que no? Que siga con la vida que quiera. No tengo nada en contra de él ni de su familia, para que lo tengan en cuenta”.
Solo algo pudo doler tanto a Abselam como algunas informaciones publicadas en este periódico –“cosas inventadas que me duelen porque no son verdad”–. “Mi peligro no era por la gravedad de la herida, sino por la cantidad de sangre que perdía. Lo que me hizo más daño –dijo señalando a la calle del río o del muro– es tener que correr todo esto habiendo gente con coche y dueños de naves que saben lo que es la omisión de socorro”, lamentó el damnificado, quien sostuvo que nadie le ayudó. Por su propio pie, el ceutí recorrió el trayecto que dista entre La Chimenea y la puerta de salida de los polígonos, dejando un reguero de sangre por el vial.
Él mismo narró como paró un vehículo y pidió al zeta de la Policía Local que le abriese camino hasta el Hospital porque le habían disparado en las naves. “Estaré toda la vida agradecido a los agentes porque parecía que se les estaba muriendo un hermano”, y recordó que había un “atasco de la gente de Marruecos que no podía salir ni un coche”. Cuando llegó al clínico de Loma Colmenar, “avisé al médico de que preparase dos camillas más porque había otras dos personas tiroteadas que estaban graves”. “Gracias a dios me salvé”, concluyó.

RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS

1. El pistolero subió las escaleras con el arma Empuñando un calibre 38, recordó Abselam, el agresor abrió fuego contra el primero de ellos, “a medio metro de distancia”, cuando veían la televisión y hacían las cuentas. El pistolero, indicó la víctima, les disparó en repetidas ocasiones. En el suelo, apuntó, aún quedan restos de la sangre que salpicó la primera planta del almacén ubicado en la calle del muro. Aunque intentaron retirar las manchas de lo que podría haber sido una masacre, no lo consiguieron.

2. Prevé interponer su denuncia en Madrid “Todavía no he declarado pero no sé dónde voy a hacerlo”, asegura Abselam, quien se decanta por hacerlo en Madrid porque sospecha que en Ceuta “no hacen nada”. “Voy a invertir dinero en mi abogado y me voy a Madrid a poner una denuncia en condiciones”, asegura.

3. Saltó ocho metros para escapar con tres impactos en su cuerpo El ceutí mostró la altura desde la que se lanzó para evitar que el agresor volviese a dispararle “por si tenía otra pistola o más munición”.

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