Cuentan los feriantes veteranos que el ambiente del recinto ferial ha cambiado mucho. Hace tiempo eran habituales los robos en los puestos y las trifulcas en los carriles formados entre los espacios de las casetas y las atracciones.
“Era una jungla”, indica un trabajador de uno de los puntos de venta. Ahora la cosa ha cambiado, la atención y la presencia policial siguen siendo necesarias, pero tanto el número, como la gravedad de las intervenciones que realizan los miembros de este grupo especial, han disminuido considerablemente gracias a su presencia y una mejor planificación del dispositivo policial.
El Faro acompaña a la UIR, Unidad de Intervención Rápida, durante una noche de servicio en el recinto ferial y comprueba de primera mano como desarrollan sus labores de seguridad. Apenas han podido explicar a este medio cómo se organiza la unidad, el grupo recibe un aviso del CNP: compañeros que se encontraban patrullando en la barriada del Príncipe Alfonso se acababan de encontrar a un individuo que intentó disparar conta los agentes. El aviso provoca la estampida de numerosas unidades al lugar. Inmediatamente, los agentes de la UIR que quedaron en la Feria reciben otro aviso, un inspector de Sanidad estaba siendo increpado en el momento en que realizaba su trabajo. Al llegar al lugar, se encuentran al provocador a escasos metros del trabajador, ajeno, en un principio, a que él fuera el causante de la presencia policial. Los agentes procedieron a identificarlo y levantaron acta de acuerdo a la Ley de Protección Ciudadana, Ley 4-2015, Art 36.4. El motivo, acusar al funcionario y la institución para la que trabaja de funcionar a base de sobornos y de forma poco transparente. Tras el incidente, los agentes que acompañaban al trabajador vuelven de su incursión en el Príncipe y los agentes de la UIR regresan a su dispositivo habitual.
Tras el agitado comienzo de la noche, los agentes vuelven a patrullar las calles de la Feria realizando funciones más cotidianas, aplicando la Ley de Seguridad Ciudadana, su principal herramienta en el recinto. Evitar botellones con cristal y el consumo de estupefacientes, solicitar los permisos de los negocios y de venta de alimentos o impedir reyertas entre los ciudadanos, son las funciones más habituales. Tras una vuelta tranquila, los agentes se dirigen a la escollera, oculta tras varios puntos de venta. En el lugar es frecuente encontrar gente consumiendo sustancias estupefacientes. “Allí se esconden los que no quieren vernos”, comenta uno de los agentes. Al llegar al lugar, la unidad hace honor a su nombre y en cuestión de segundos encuentran, in fraganti, a un muchacho consumiendo dichas sustancias. Tras identificarlo y sancionarlo de acuerdo a la normativa municipal, los agentes hacen acopio de la sustancia ilegal y prosiguen patrullando.
Finalmente, llegaría la hora de cierre a las 07.00, uno de los momentos más conflictivos en las noches de Feria en cuanto a reyertas.