La UIP refuerza su presencia en el Tarajal con más agentes

“Donde antes estábamos 7 agentes ahora estamos 20 y eso se nota”. Las cuentas sí salieron ayer en el polígono del Tarajal. O al menos salieron para la Policía, que ha visto reforzada su presencia contando ya con tres subgrupos de la Unidad de Intervención Policial (UIP).

Hasta la fecha solo habían estado dos, algo que chocaba con la mayor presión que se vive estos días por la inminente llegada de la Pascua del Sacrificio, lo que se había traducido en avalanchas y agentes desbordados que han necesitado del apoyo de la UPR, retirada de las calles para ‘encerrarla’ en los pasillos que conforman las naves.
La merma policial, que fue duramente criticada por el SIPE y el SUP y que de hecho terminó protagonizando parte del discurso que el delegado del Gobierno ofreció el pasado Patrón del CNP, ha influido en las jornadas caóticas que se han estado  registrando en esta zona de la ciudad. Ayer la situación estaba más controlada y buena parte de las calles del polígono estaban descongestionadas.  A la mayor presencia policial ayudó también el mayor control que se estuvo haciendo sobre los grandes bultos de mercancías, echando para atrás todos aquellos que superaban un tamaño determinado e impidiendo que tanto hombres como mujeres portaran más de uno. “Lo que nos podemos permitir es que una de estas mujeres se caiga por el peso del bulto y termine asfixiada por la cuerda que les rodea el cuello”, señala in situ uno de los agentes destinados en las naves, todos llegados de Málaga.
Las escenas de policías sacando a mujeres de las filas para que se quitaran volumen de las cargas era una constante, algo que provocaba el rechazo entre algunas pero que era aplicado sin contemplaciones por parte de los agentes. “Lo principal es garantizar que no les va a pasar nada”, añadía uno de los policías.
Nadie se explica por qué hasta ayer se ha tenido tan poca presencia policial en las naves, más si cabe con la necesidad que presentan los porteadores sabedores de que con la llegada de la Pascua verán mermada su actividad al menos durante una semana. Desde las cinco de la mañana ya hay mujeres y hombres agolpados para entrar en Ceuta. Necesitan hacer un buen número de viajes para llevarse el jornal a casa. No han dado aún las diez de la mañana y Fatima, una oronda mujer con chilaba azul, surcos en el rostro y manos desfiguradas por la hinchazón, se lamenta porque todavía no ha pasado ni un solo bulto. “Una manta, un euro”, dice que gana, pero todavía no ha pasado nada. Arrastra pérdidas porque ya abonó el dinero del taxi que compartió con más mujeres. Durante el día, confiesa, tendrá que recuperar ese dinero. A su lado permanece un bulto con un sin fin de mantas, pero la Policía solo le permitirá cargar cuatro.
Las protestas por la reducción del peso es la tónica entre los presentes, de hecho sobre el terreno confiesan su intención de hacer una sentada u organizar una concentración. La Policía se defiende con la tarjeta de la humanidad por delante: no se pueden permitir más muertes.
La jornada en el Tarajal estuvo marcada por la inexistencia de avalanchas, aunque había zonas concretas en las que se formaban aglomeraciones como la Fase 1 (en donde la Policía tapó el agujero de la valla por donde se colaban las porteadoras) y el Alborán, en donde se producían auténticos tapones de hombres  que eran retenidos para favorecer su tránsito gradual y ordenado, tarea ésta que se hacía con mucha dificultad. “Si les dejamos pasar a todos esto es caótico. Se pisan unos a otros”, apunta un policía. La labor era muy complicado y algunos agentes definían las escenas como “dantescas” por la presión ejercida entre sí por los porteadores, movidos por la necesidad de pasar antes para hacer cuantos más viajes mejor.
La salida de los hombres y mujeres por el paso del Biutz se hacía también canalizando poco a poco los grupos y retirando los bultos que, por su tamaño, podían quedarse atrapados y bloqueando el torno.

Los tentáculos de los colaboradores

Nacieron con la costumbre, después de la apertura del actual paso de porteadores del Biutz. Su figura se extendió por los polígonos del Tarajal como aquellas personas encargadas de poner y quitar las vallas que trazan el recorrido a los marroquíes cargados de mercancías hasta la extenuación cuya única meta es recorrer el puente hacia el país vecino y ganar así unos euros.
Los grupos de la Unidad de Intervención Policial de la Policía Nacional (UIP), procedentes de distintos puntos de España, se suceden periódicamente en los polígonos. Pero ellos permanecen y, según los comerciantes del Tarajal, han adquirido un poder en el tránsito de bultos por el paso que se ha descontrolado.
Su nave enarbola la que posiblemente sea la última bandera española en la Unión Europea. El propietario del establecimiento explica que los también conocidos como ‘plantos’ son marroquíes que realizan una labor ilegal en Ceuta ya que no están dados de alta en la Seguridad Social. A cambio de la ayuda prestada, este Cuerpo de Seguridad del Estado, indica, les otorga potestad para dar salida a los bultos que ellos consideran oportunos, evidentemente, de los que cobran comisión. “Pueden ganar hasta 150 euros al día”, menciona este testigo de sus actividades.
Su distintivo es el brazalete de color naranja con el que los agentes pueden distinguirlos entre la multitud. “Cobran a las porteadoras por colarlas en la fila y eso provoca el colapso del Biutz. Cuando pueden ganar algo, dejan pasar paquetes de grandes dimensiones, y claro, luego vienen las avalanchas al quedarse atrapadas en las barras”, sostiene este comerciante a cuya protesta se suman otros empresarios de la zona. En las inmediaciones del Biutz se concentra la mayor parte de estos cooperadores de las fuerzas del orden. Incluso en el interior de las jaulas, antes de los tornos de acceso a Marruecos, regulan la circulación de porteadores –hombres y mujeres– junto a la Policía Nacional.
Esta ‘patente de corso’ perjudica a los comerciantes que no se someten a los designios de los plantos, aseguraron. “Mientras que mi mercancía, ya comprada y solo pendiente de cruzar a Marruecos, continúa almacenada en la nave, ellos pueden sacar lo que les interesa”, aseguraron los empresarios consultados. Con motivo de la Pascua del Cordero, existe demanda de productos textiles al otro lado de la valla, coincidieron los dueños y empleados de las naves. Por este motivo, los portes de alimentación se han visto congelados en los últimos días.
No existía tanta crispación entre los empresarios como entre las porteadoras, quienes se quejaron a El Faro ya que sus esperas son interminables si no pagan ese impuesto a los plantos. Muchas veces, señalaron, tienen que devolver la mercancía porque no llegan a cruzar el Biutz.    
Ante este panorama, los comerciantes proponen que los colaboradores sean sustituidos por efectivos del Plan de Empleo que tendrían que instalar y recoger las vallas. El colectivo del Tarajal recuerda que ya trasladó a la Delegación del Gobierno esta “problemática”.