No sé por qué, pero siempre que sucesos de gran calado salpican a las administraciones éstas terminan arropándose para impedir que se les reclame la responsabilidad que sí tenemos el común de los mortales. Lo sucedido en Madrid, con la muerte de varias chicas aplastadas por una avalancha durante una fiesta de Halloween, vuelve a dar protagonismo a un tipo de situaciones en las que todas las exigencias de responsabilidad miran hacia una parte, pero resulta que esa parte: la administración, hace lo posible e imposible para irse de rositas. Tras la tragedia ocurrida lo único que se ha dicho es que el Gobierno de Madrid no alquilará nunca más espacios municipales para macrofiestas. Ahí se terminó lo que se daba. Punto y final. ¿Y las dimisiones, y las responsabilidades, no casan con el funcionamiento del sistema?
No crean que lo que ha pasado en Madrid es un caso aislado. No, ni mucho menos. Es el fiel reflejo de lo que sucede en un país en el que pueden producirse accidentes graves, muertes o irregularidades bárbaras sin que veamos nunca a los responsables sentados en el banquillo. En nuestra ciudad tenemos muchos ejemplos. No hay más que rebuscar en la hemeroteca para detenerse en episodios, accidentes fatales, que han terminado con la muerte incluso de personas sin que las instituciones hayan, no ya cesado a los responsables del momento, sino, ni siquiera, buscado medidas paliativas para que no se vuelva a caer en el error.
Aquí todo se resuelve poniendo una calle o dándole una medalla a los que ya no están, como si eso viniera a calmar el dolor de sus familias o a saldar una injusticia. ¿Hablamos de riesgos laborales, de planes de prevención, de cómo las administraciones trabajan para evitar que se produzcan accidentes que pueden costar la vida a personas? Si nos detuviéramos en un sin fin de casos que han llegado al juzgado y han terminado archivados al no poder avanzarse más en las investigaciones nos llevaríamos las manos a la cabeza. Lo malo es que las administraciones no ponen remedio a estos fallos, siguen de una forma irresponsable permitiendo que los servicios funcionen mal, lo que da pie a que puedan ocurrir accidentes de gravedad.
En el caso de Madrid han muerto ya cuatro chicas y el único ejercicio de ‘responsabilidad’ al que hemos asistido ha sido el de la rueda de prensa de una Ana Botella que pide comprensión. ¿Y los padres de estas chicas, qué es lo que piden? Pedirán lo mismo que otras familias que aquí, sin ir más lejos, en Ceuta también han perdido a sus seres queridos. ¿Saben lo que han recibido? Lo mismo. O sea, nada.