Brenda murió de frío. También de abandono. Ustedes se preguntarán que quién es esta joven. Que por qué hablo de ella. Tampoco la conozco, solo sé que murió intentando conseguir una vida mejor y solo eso merece todo mi respeto. Murió en pleno Estrecho, junto a sus compañeros de travesía. No pudo resistir más de 24 horas en el mar. Qué curioso, ahora nos quejamos de frío... Brenda sí que lo tuvo, lo tuvo tanto que la mató. Su cadáver fue trasladado a Ceuta, pero a la península llegaron otros cuerpos de otros fallecidos. Hay compañeros que todavía siguen atrapados en el mar, a los que ya no buscan. Entre ellos había un niño de solo 4 años que viajaba con su madre, se llamaba Samuel.
Acabamos de pasar por una auténtica tragedia en el mar y parece que nada ha sucedido, acabamos de ser testigos de una cadena de muertes en la frontera sur, pero parece que nos hemos hecho tan duros que nada importa. Aquí nos dedicamos a gastar 165.000 euros en estatuas que rinden homenaje a la solidaridad, al inmigrante... pero en las calles nadie habla de Brenda, ni tampoco de la situación que se vive en nuestras fronteras, del drama y acoso diario que sufren personas como usted y como yo. ¿Saben que al otro lado de la valla les han quemado los campamentos a los inmigrantes?, ¿saben que se ha detenido a muchos de ellos para abandonarlos en el desierto?, ¿saben cuál fue la desesperación que llevó a una madre a montarse en una balsa de playa con su nene de 4 años?
No sé a dónde nos llevará este mundo, cuando una es madre realmente le da miedo, porque deja hijos en el camino que se toparán con una realidad demasiado dura para ser humana. Brenda, Samuel, Vero, Larissa y los que quedan perdidos en el mar... nunca los olvidemos.