La Shica: “Siento que la profesión nos apoya y nos ofrece su calor”

La ceutí ha sido nominada a los Premios de la Música y triunfa con sus conciertos.

La artista ceutí Elsa Rovayo ‘La Shica’, sigue triunfando en toda España y su éxito se acaba de traducir en dos nominaciones para los Premios de la Música con su segundo trabajo ‘Supercop’. Además, cerrará el próximo 4 de abril un ciclo de conciertos en el Teatro Galileo (Madrid) que se ha alargado durante más de un mes. ‘El Faro’ habló con ella.
–Ha sido nominada en dos categorías en los Premios de la Música. ¿Se lo esperaba?
–No sé si me lo esperaba o no, pero desde luego es una enorme y completa alegría.
–Competirá por ‘Mejor autora revelación’ y ‘Mejor artista revelación’. ¿A estas alturas sigue siendo nueva en esto?
–Hombre, llevo relativamente poco tiempo en el mundo de la música, aunque mucho sobre los escenarios como artista. Desde luego, como no me den ahora los premios a artista revelación la siguiente vez no va a colar (risas). Ahora me considero relativamente novata, y me gusta.
–Tendremos que dar por hecho que se los dan. ¿Dónde los piensa poner?
–Pues con los otros que tengo. Hay uno de la Asociación de Salas de Madrid y la Medalla de la Autonomía.
–¿Se lo sigue pasando bien haciendo lo que hace?
–Muchísimo. Esa es la clave de la vida. Nos pasamos más de media vida trabajando, un trocito viviendo y un ratito para tomarte algo, así que más vale que te diviertas. Por tu salud, por tu bien y por tu hígado. (Risas).
–Usted tiene una forma muy especial de ver la vida, aplicando su arte a todo...
–Tengo la suerte de haber encontrado lo que me gusta hacer y tener la oportunidad de poder dedicarse a ello es un regalo, aunque  tengo mis dificultades como todo el mundo. Me gusta mucho lo que hago y a afrontar la vida contenta. Digamos que me lo tomo muy en serio, que soy muy apretada. Me pongo a estudiar inglés y me creo que soy yo profesora y me lo curro mucho. Ya que uno hace las cosas debe hacerlo bien. Soy de esta filosofía. Si lo hago las cosas es porque me apetece, porque quiero y porque voy a intentar divertirme. A pesar de eso, una piensa las cosas, cada día más. Antes me tiraba en plancha, con veinte años estaba más loca. Ahora ya tengo una edad y se piensan más las cosas.
–Usted dejó Ceuta con 15 años. ¿Cómo fue ese viaje?
–Me fui porque allí no podía estudiar lo quería. Fue duro, porque era muy chica, y recuerdo que lloraba mucho. Por el día estaba entretenida, en las clases bailando, y estaba bien. Cuando llegaba la noche echaba mucho de menos a mi madre y me hartaba de llorar. Pero soy muy cabezona y decidí que no iba a regresar ni a tiros hasta que no hiciera lo que había venido a hacer. Yo quería aprender, crecer y encontrar algo que me diera la vida. Yo creo que cuando uno trabaja en algo que no le mola está encerrado y achicharrado.
–Los conciertos le deben encantar porque en el teatro Galileo de Madrid se está hartando y llevan muchas semanas seguidas actuando allí...
–(Risas) Nos estamos dando una paliza buena. Nos estamos quedando como fideos, como un código de barras. (Risas).
–No es habitual ver a un artista actuando de forma fija en un mismo auditorio durante varias semanas...
–No es habitual ahora, pero antes se funcionaba así. Ahora que el negocio está tan raro, porque está cambiando y las cosas que funcionaban ya no funcionan, creo que cuanto antes se empiecen a hacer este tipo de cosas será mejor. Hay que empezar a educar a la gente y que se acostumbre a esta nueva fórmula, a que sepa que los ayuntamientos ya no les van a poner por delante a los artistas, que tienen que moverse ellos.
–En estos conciertos está usted muy acompañada por muchos amigos diferentes...
–Sí, está siendo una cosa preciosa. Es muy bonito ver que los compañeros te apoyan y que se apunta todo el mundo. Incluso ha venido gente que no habíamos llamado. Siento que la profesión nos apoya, que nos da calor y que les gusta lo que hacemos. Además, lo más bonito es que vienen desde Rosendo a Amancio Prada, Tomasito e incluso Martirio y Bebe. Mucha gente diferente que cree que esta historia.
–También está ‘Manitas de Cerdo’, que es muy especial...
–A ese ya ni le invitamos, pero nos amenaza y ha decidido que va a venir a todos los conciertos. No sabemos como quitárnoslo de encima. (Risas). ‘Manitas de Cerdo’ surge cuando empiezo a estudiar cómo tocar el bajo con una chica. Entonces, cuando ella me vio poner las manos por primera vez en el bajo me dijo: “Eso no son manos, son pezuñas”. (Risas). Entonces, cuando fui a tocar la primera vez el bajo en un concierto me daba tanta vergüenza que me inventé ese nombre. Estaba rodeada de musicazos como Carlos Raya y me daba mucho palo. Pero vamos, que ‘Manitas de Cerdo’ lo está petando. (Risas)
–Va a tener que hacer un proyecto paralelo con ese nombre...
–(Risas) Hay gente que me ha dicho que le haga un facebook a ‘Manitas de Cerdo’. Me lo estoy pensando. El caso es que ese personaje está ocupando ya una gran parte en mi vida. Ya le podría mandar a trabajar a él y quedarme yo en mi casa viendo películas. (Risas).
–Tengo entendido que usted toma fotos ‘especiales’ al público durante los conciertos...
–Eso ha sido como un momento puntual, aunque ahora mismo no lo estoy haciendo. No mola ser muy pesada tampoco, así que le voy pidiendo al público otras cosas. Eso sí, hubo un momento en que me empeñé en que la gente me enseñara el culo y ellos respondían. Eso al final salió hasta en Buenafuente.
–¿Lo enseñaban más los chicos o las chicas?
–Los chicos, sin duda. Hubo una chica que se atrevió, pero generalmente las chicas somos más tímidas para eso.
–A lo mejor algún día se cambian totalmente las tornas y es el público el que le pide a usted que les enseñe el culo...
–(Risas) Algún día de esto lo haremos. Lo más importante es que sea una sorpresa. Si lo saben ya no me gusta. Hay que romperles los esquemas a la gente.
–En su último disco se convierte usted en la heroína de la copla ‘Supercop’. ¿Se siente ahora más cómoda en el flamenco que antes?
–Digamos que cuando hacía flamenco puro me faltaba algo que no sabía que era. Como bailaora sentía que me faltaban cosas, que no era capaz de comunicarme como yo necesitaba con el público. En un tablao no tendría cabida ‘Manitas de Cerdo’, por ejemplo. Te echarían en menos de diez minutos. Pero yo amo el flamenco tradicional y me encanta investigar cosas. Parte de mi música viene de ahí. Lo que pasa es que aquel no era el lugar para poder expresarme.
–¿Cómo fue trabajar con un productor como Javier Limón?
–Ha sido muy fácil y muy guay. Trabajar con él es como no trabajar. Tienes la sensación de que has quedado con un colega y de que estás probando cosas. A la hora de grabar todo el mundo se pone tieso y tenso, pero con Javier consigue que eso no pase, que estés relajado. Lo enfoca todo de una manera muy tranquila, quitándole importancia todo el rato.

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