Tal vez Ceuta sea la única autonomía donde la Seguridad constituya una de las principales preocupaciones de la ciudadanía, o una de las que más, ya que los elevados porcentajes de percepción de inseguridad son alarmantes.
El último barómetro del CIS ocupaba el lugar 32 de un total de 37 en España; la última encuesta realizada por El Faro, lo colocaba en segundo lugar; un 0.2 preocupa en España, mientras que aquí nos preocupa al 38.2%, elevándose desde el quinto puesto que ostentaba en el barómetro del CIS de Ceuta de 2.012.
No es de extrañar, puesto que lamentablemente, en los últimos meses venimos padeciendo unas dramáticas situaciones que no tienen sentido alguno. A pesar de la implantación de medidas de choque y el supuesto aumento de la presencia policial, a la vista están los resultados, no se ha conseguido afianzar la sensación de seguridad en nuestros barrios, y lo que es aún más alarmante, la consolidación de una imagen negativa de los cuerpos y fuerzas de seguridad por una parte importante de nuestra ciudadanía que, lejos de ver en ellos una garantía para su seguridad, la perciben como una amenaza.
Es intolerable justificar cualquier tipo de delincuencia, pero hay que mencionar que la aparición de los cuerpos y fuerzas de seguridad en determinadas barriadas, sólo cuando hay algún incidente muy grave y, abandonándolas el resto del tiempo, es una acción que puede producir el temible efecto de “barriada sitiada”, los vecinos y vecinas no se sienten protegidos por sus policías sino invadidos, no notan que les resuelvan sus problemas, sino que los tratan a todos y todas como posibles delincuentes. ¿Cómo quieren que reaccionen? La protección de la seguridad ciudadana y el ejercicio de las libertades públicas constituyen un binomio inseparable, y ambos conceptos son requisitos básicos de la convivencia en una sociedad democrática. En este sentido, esta errada aproximación emprendida por las autoridades competentes, equivocada porque no podemos dar solución a problemáticas con un fundamento social y económico con la implantación de una estrategia exclusivamente de represión policial, debe tener otra solución más acorde con la sociedad democrática en la que supuestamente nos movemos. La gestión de la Seguridad Ciudadana, pasa necesariamente por una real y efectiva coordinación permanente entre los distintos servicios municipales, siendo estos sociales, educativos y policiales… sin olvidar el papel fundamental que tienen los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y sobre todo, la sociedad civil que es la que juega un papel fundamental en la implantación de toda estrategia relativa a la seguridad ciudadana y por ello, deben ser partícipes en su configuración. Todo ello desde una perspectiva global y un enfoque integral de la seguridad ciudadana para que la delincuencia nunca llegue a ser considerada como algo normal e inevitable.
La participación social en la prevención de la delincuencia, y en especial de la delincuencia juvenil, es elemental para el fortalecimiento de la seguridad ciudadana. Por ello es necesario implantar formas de participación social en la prevención y, la mejor manera de prevenirse contra la delincuencia juvenil es la de impedir que surjan delincuentes juveniles, para lo cual se requieren adecuados programas de asistencia social, económicos, educativos y laborales.
Según UNICEF:
- La prevención de la delincuencia juvenil es parte esencial de la prevención del delito en la sociedad.
- Para poder prevenir la delincuencia juvenil es necesario que toda la sociedad procure un buen desarrollo de los adolescentes. Deberá reconocerse la necesidad y la importancia de aplicar una política de prevención de la delincuencia.
- Nos debemos centrar en el bienestar de los jóvenes desde su primera infancia.
- Elaborar medidas que eviten criminalizar y penalizar al niño por una conducta que no causa graves perjuicios a su desarrollo ni perjudica a los demás.
Habrá que establecer servicios y programas de carácter comunitario, que respondan a las necesidades, problemas, intereses e inquietudes especiales de los jóvenes y ofrezcan, a ellos y a sus familias, asesoramiento y orientaciones adecuadas. Todo ello confluye con la necesidad de enfatizar como eje principal del trabajo policial, el servicio a la comunidad a nivel local.
Desde el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC) entendemos que es prioritario alcanzar un gran “pacto social” entre todos los componentes de la sociedad para lograr que Ceuta, ofrezca un futuro a sus jóvenes alejados de la delincuencia.