Es indudable que nuestro planeta se ha convertido en una aldea global. El término fue acuñado por el canadiense McLuhan y fue difundido también por Noham Chomski. En pocas horas podemos cruzar continentes y océanos y cambiar escenarios de riqueza y despilfarro por otros de extrema necesidad y pobreza. Ya no podemos ignorar que gentes extremadamente necesitadas no son seres lejanos, sino nuestros vecinos, que están a la vuelta de la esquina. No deja de ser una contradicción sangrante que se produzca el doble de alimentos para poder ser consumidos por los 7.300 millones de habitantes de la tierra y que, sin embargo, cerca de 800 millones padezcan hambre.
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación):¨La seguridad alimentaria existe cuando todas las personas tienen acceso, en todo momento, físico, social o económico, a alimentos suficientemente seguros y nutritivos para cubrir sus necesidades nutricionales y las preferencias culturales para una vida sana y activa¨.
Por tanto, los parámetros que rigen este concepto deben ser: disponibilidad de comida, posibilidad de conseguirla, inocuidad, suficiencia, nutritiva y estabilidad continuada en el tiempo. Es evidente que en algunas sociedades se cumplen casi todos los parámetros, pero en otras muchas existe una ausencia casi total.
La toma de conciencia de este problema por parte de los países desarrollados llevó a la creación, por cuarenta y dos de ellos, en Québec (Canadá), el 16 de octubre de 1.945, de la FAO, con el objetivo de liberar a la humanidad del hambre, la malnutrición y gestionar de forma eficaz el sistema agroalimentario mundial.
En 1.948 se creó la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ambas entidades han tenido un papel importante en la investigación y los debates científicos y tecnológicos relacionados con los alimentos. A principios de los 60, establecieron la Comisión del Codex Alimentarius, como órgano encargado de la elaboración de un código alimentario que protegiera la calidad y la inocuidad de los alimentos. En 1963 se estableció el citado Codex Alimentario que elabora y recoge normas alimentarias internacionales armonizadas, que protegen la salud de los consumidores y fomentan prácticas leales en el comercio de los alimentos. Su finalidad es garantizar alimentos inocuos y de calidad a todas las personas y en cualquier lugar.
Manifestación muy importante de la preocupación por la pobreza y el hambre fue la proclamación, en noviembre de 1.979, por la FAO, en la Reunión General de la Organización nº 20, del Día Mundial de la Alimentación. La propuesta partió del Ministro de Agricultura y Alimentación de Hungría, Paul Romany, acordándose celebrarlo los 16 de octubre de cada año, en conmemoración a la fecha de creación de la FAO en 1.945. Dicha celebración fue posteriormente acogida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 5 de diciembre de 1.990
Como objetivos para esta celebración mundial, la FAO señala: la estimulación de una mayor atención a la producción agrícola en todos los países, así como la cooperación económica y técnica entre países en desarrollo, mayor participación de las poblaciones rurales en la toma de decisiones, aumento de la conciencia pública de la naturaleza del problema del hambre en el mundo, promoviendo la transferencia de tecnologías al mundo en desarrollo y fomento de la solidaridad nacional e internacional en la lucha contra el hambre, la malnutrición y la pobreza.
Desde su inicio de celebración, cada año preside la fecha un lema significativo y el correspondiente a este DMA 2017 es “Cambiar el futuro de la migración. Invertir en seguridad alimentaria y desarrollo rural”. Aunque como señala la FAO, gracias a las transformaciones en regadío y a los adelantos técnicos en la agricultura, se produce el doble de alimentos de los necesarios, pero la distribución es poco homogénea. Al ser productos perecederos se pierden muchos de ellos al no poderlos comercializar, conservar o transformar. A título ilustrativo se calcula que con los alimentos que, por estas causas, se pierden en América Latina y Africa, podrían alimentarse 600 millones de personas.
En los países desarrollados se despilfarran ingentes cantidades que van a la basura. Con lo arrojado en Europa se podrían alimentar 200 millones de seres humanos.
Las guerras, el cambio climático y otras circunstancias originan el fenómeno migratorio. Se produce una despoblación de gente joven y el abandono de producción de alimentos.
La FAO hace hincapié que es necesario dar posibilidades en los países de origen ofreciéndoles herramientas para producir más y mejor: dotación y mejor aprovechamiento de agua, semillas resistentes a la sequía y enfermedades, ayudas y dotaciones económicas, cultivos nutritivos y fáciles de operar, forestación con especies resistentes al calor y la sequía, etc.
Por otra parte, hace mención a la dificultad de los pequeños agricultores de los países subdesarrollados para resembrar y comercializar su propia simiente por su no uniformidad e inestabilidad, así como falta de disponibilidad económica para poder comprar semillas certificadas. Llama la atención sobre la pérdida de biodiversidad que está originando la uniformización de las semillas y recuerda que mientras en su historia el hombre ha utilizado entre 8.000 y 10.000 especies en su alimentación, esta cantidad se ha reducido hasta unas 150 y además se utilizan cada vez menos variedades. A título ilustrativo manifiesta la FAO que el 60% de las calorías consumidas en la alimentación, proviene de solo cuatro especies: trigo, maíz, arroz y patatas.
En el 2.050 posiblemente habitarán el planeta más de 10.000 millones de personas. Afortunadamente con el desarrollo técnico es posible producir alimentación para todos, pero el problema estará en que la distribución pueda llegar a todas las zonas y grupos de población obteniendo la seguridad alimentaria. El Día Mundial de la Alimentación debe ser, sin duda, una fecha que, como un aldabonazo, sacuda las conciencias.