Para nadie pasa desapercibido que mejoran a diario sobre los patines. Tampoco esa afición al dibujo que demostraron en la pasada Feria del Libro. Los sirios acampados en la plaza de los Reyes han creado un ‘microuniverso’ en sus primeros 36 días de protesta ante la Delegación del Gobierno solicitando su traslado a la península.
Una reivindicación que ha conectado con varios ciudadanos volcados, especialmente, en ayudar a los niños.
“Los pequeños son inteligentes y despiertos, es una lástima que se hayan quedado aquí bloqueados... Se merecen volver a la normalidad y que la guerra solo sea un lejano recuerdo”, comentó Fatima, ceutí asidua al lugar que se ha convertido en el asentamiento de los sirios descontentos con las condiciones en el CETI . “Vivíamos hacinados, sin posibilidad de comprobar cómo estaban nuestros hijos en mitad de la noche porque a los esposos nos separan”, lamentó uno de los varones del grupo.
Durante este tiempo, los transeúntes han conocido a Diba Al Ali, la abuela octogenaria; o han oído hablar del nacimiento de un bebé hace unas semanas y que, como aclararon desde el Área de Menores, se produjo en el Hospital Universitario. De hecho, en el colectivo, existen otras embarazadas así que podrían darse otros alumbramientos.
Como si de una aldea se tratara, cada adulto tiene su función asignada y todos procuran mantener limpio el espacio que ocupan. Incluso tienen escobas que pasan a primera hora de la mañana entre las tiendas de campaña. Una placidez cotidiana en medio de la incertidumbre que se evapora cuando conversan sobre su futuro. “No somos solo inmigrantes, necesitamos protección internacional porque escapamos de la guerra y España está incumpliendo”, comentan el mismo día que a las costas italianas llegan barcazas repletas de compatriotas que escapan de la guerra.
“A nosotros nos gustaría estar alojados dignamente, pero nos negamos a volver a CETI porque no reúne las condiciones para albergar familias ni parece que haya voluntad para adaptar los módulos familiares”, explicaron los sirios, quienes también declinan el alojamiento alternativo ofrecido por la Ciudad la semana pasada.
En las primeras semanas, algunas rostros nuevos aparecían entre los primeros ‘moradores’ de la Plaza. Poco a poco, algunos sirios reconocieron que fueron acogidos en el campamento inmediatamente después de entrar por la frontera del Tarajal de forma irregular. Todos comparten su deseo de lograr una vida mejor más allá del Estrecho.
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