La reforestación en el Monte de la Tortuga, sometida a una “prospección arqueológica” de la superficie

La Consejería de Medio Ambiente de Ceuta ha dado luz verde al plan de evaluación de impacto ambiental contemplado en el proyecto de restauración forestal de la superficie que quedó calcinada por el incendio ocurrido en el Monte de la Tortuga, en el año 2015. Así se recoge en el BOCCE de este viernes en el que, no obstante, se recoge la advertencia del arqueólogo municipal de la existencia de yacimientos, estructuras y hallazgos aislados de distinta cronología, por lo que “estima conveniente que antes de la ejecución se realice una prospección arqueológica de la superficie”.

Por parte de Obimasa se ha indicado en un informe que la afección sobre flora y fauna “no es significativa” resultando incluso “beneficiosa y necesaria para la conservación de los hábitat de esta superficie”. Recomienda, eso sí, que el desbroce sea selectivo para no afectar a especies endémicas o amenazadas de extinción y resalta que la ejecución de los trabajos debe ser realizada por persona especializado.

La pasada Pascua Militar, el propio comandante general Javier Sancho Sifre adelantó que los trabajos de repoblación en la zona se iban a desarrollar en febrero. Antes de eso se tiene que dejar claro la acción que se perpetrará para el respeto del Medio Ambiente, controlándose que la actuación de Defensa obedezca a las directrices contempladas en este estudio.

La superficie afectada por el incendio fue de 24 hectáreas, estando ocupada principalmente por eucalipto y especies arbóreas tales como alcornoques. El incendio “afectó seriamente a toda la vegetación que cubría sus laderas” consumiendo la totalidad de los estratos inferiores y los estratos arbustivos y arbolado.

Qué se va a hacer

De todas las alternativas propuestas, se propone como la idónea la retirada de toda la materia gruesa muerta, en la medida de lo posible, además de favorecer directamente la recuperación de la cubierta vegetal mediante plantaciones con especies propias de la zona donde la regeneración natural del arbolado está presentando problemas.

Se va a actuar en el lugar de acuerdo con las especies existentes. En cuanto al respeto hacia la flora y fauna, se recoge el informe de Obimasa en el que se expresa que la afección “no es significativa” resultando incluso “beneficiosa y necesaria para la conservación de los hábitat de esta superficie”.

“El desbroce debe ser selectivo especificando qué vegetación selecciona y cual, no afectando a matorrales nobles, así como a especies endémicas y/o amenazadas de extinción que constituyan o sean características de los HIC, como la insectívora (Dosophyllum lusitanicum). Hay que evitar también la afección a los taxones de interés comunitario, así como a los taxones incluidos en el Catálogo Español de Especies Amenazadas mediante la temporalización adecuada de las acciones. La ejecución de los trabajos debe ser ejecutada por personal especializado con capacidad para contemplar y distinguir las consideraciones anteriores y se deberá llevar a cabo el seguimiento de los trabajos por los servicios técnicos de la Consejería de Medio Ambiente y/o Obimasa”, concreta.

La implementación del proyecto “sería beneficiosa” para el estado de conservación de este espacio natural protegido, “pues ese es precisamente su objetivo, la recuperación de una zona gravemente afectado por un incendio forestal, especialmente de aquellas formaciones vegetales de frondosas autóctonas que conforman hábitats considerados de importancia comunitaria; asimismo, la ejecución del proyecto no tendría efectos negativos significativos sobre el estado de conservación del lugar y más concretamente de hábitats de interés comunitario presentes en el mismo, habida cuenta de lo anteriormente indicado (proyecto para recuperación de área forestal incendiada), además, los efectos sobre la fauna autóctona del lugar sería positivo (mejor estado de conservación y previsible aumento de sus poblaciones por hábitats adecuados)”, se concreta.

El después del incendio

En la visita girada dos años después del incendio, Medio Ambiente ha constatado que la regeneración arbustiva y herbácea “está muy avanzada” y que, en cuanto al arbolado, “todos los pinos están muertos”, incluso los que no se quemaron pero sufrieron los efectos del calor. Los eucaliptos rebrotaron y los alcornoques “presentan buen aspecto” en general.

En cuanto al suelo, “aunque hay zonas en las que se aprecian fenómenos erosivos” en general “no parecen alarmantes” tratándose de fenómenos iniciados “con anterioridad al incendio”. “Como consecuencia de la regeneración natural que está teniendo en la zona, dichos procesos están empezando a ser controlados de forma natural”, se concreta.

“En cualquier caso, si bien la regeneración de la cubierta vegetal que está teniendo lugar es considerable, también es evidente que se está produciendo una excesiva acumulación de materia vegetal muerta sobre las laderas, según se van cayendo las ramas y pies quemados secos, que por un lado, dificulta el regenerado de las especies de arbolado, particularmente el pino; y por otro, hace que el monte esté derivando hacia modelos de combustible de restos de podas y cortas, muy peligrosos, ya que, en caso de otro incendio forestal, éste se propagaría con gran rapidez y virulencia”, se advierte del informe presentado tras esa visita.