Son en torno a 80 utensilios y deshechos anteriores al yacimiento de la Catedral, del siglo VII a.C. y hasta ahora el más primitivo. El yacimiento de la Puerta Califal –en el conjunto monumental de las Murallas Reales– aún escondía un “recóndito e insospechado secreto” que, de confirmarse esta adscripción, sería el “más antiguo testimonio de presencia humana en el casco urbano ceutí”, anunció ayer el equipo encargado de las excavaciones y en el que participa la Consejería de Educación, Cultura y Mujer a través del Área de Patrimonio y la adjudicataria de su restauración, Jomasa, que contrató los servicios de la empresa especializada Arqueotectura.
El sondeo practicado frente a estos restos del siglo X ha permitido excavar por primera vez niveles prehistóricos que, a falta de un estudio más profundo, parecen coincidir en cuanto a materias primas y técnicas de talla con la fase musteriense –herramientas prehistóricas con miles de años, en concreto, del Paleolítico Medio– del Abrigo de Benzú –ubicación frecuentada por las sociedades cazadoras-recolectoras donde también se hallaron restos–, informó la Ciudad.
Es decir, que los utensilios y deshechos procedentes de la ténica levallois –procedimiento de lascado para obtener puntas– localizados en ambas actuaciones corresponderían a la misma etapa, explicaron desde el Área de Patrimonio. En tan solo un metro cuadrado de prospección, los arqueólogos consiguieron de 70 a 80 piezas entre residuos y útiles, aunque en mayor media del primer grupo, añadieron.
Un vestigio incluso anterior a los restos fenicios hallados junto a la Catedral de Ceuta, del siglo VII a.C., y que hasta ahora se han considerado los más antiguos de la ciudad autónoma. “Una vez más, la Puerta Califal vuelve a ofrecer nuevos y valiosos datos para conocer mejor nuestra historia”, subrayó el equipo responsable de este trabajo.
¿Qué demuestra la presencia de estos elementos en dos puntos distantes de la actual ciudad, casco urbano y campo exterior? Indica que los habitantes de aquella primitiva Ceuta eran cazadores-recolectores, o sea, que existían grupos humanos que se movían por la zona en búsca de alimento, lugares donde cazar y también para la recogida de vegetales.
El Área de Patrimonio desconoce si existían vínculos entre ambos asentamientos pero, en principio, apunta a que eran “grupos semejantes que ocupaban diferentes espacios en momentos distintos o que se desplazaban de un punto a otro en función de la disponibilidad de comida”. Sin embargo, antes de confirmar estas hipótesis, el equipo de la Puerta Califal procederá a limpiar las piezas y a determinar sus características. Posiblemente, avanzaron, analicen el material junto a los investigadores del Abrigo de Benzú.