Categorías: Opinión

La prensa, otra vez olvidada

Hace una semana se inauguró el complejo deportivo ‘Guillermo Molina Ríos’, uno de los proyectos, en el ámbito de instalaciones deportivas, más importantes de la última década junto  a la pista de atletismo. Allí no faltó nadie. La práctica totalidad de la parafernalia política de la ciudad se reunió, aglomerada (créanme que no exagero) en un recinto que, la mayoría, no volverá a pisar en mucho tiempo.
En términos generales me gusta, pero tiene, a mi juicio, un fallo importante, y lo digo desde el punto de vista de mi profesión, la de redactor de deportes de ‘El Faro’.
La pista, la ‘joya’ del complejo, con parqué de madera y una luminosidad sobresaliente, carece de algo básico como es, a mi juicio, una cabina de prensa en donde los compañeros del medio podamos realizar su trabajo en condiciones aceptables.
La única instalación deportiva en Ceuta que dispone de una (en este caso varias) es el ‘Alfonso Murube’. Las demás, como el ‘José Benoliel’ o el pabellón ‘Díaz-Flor’ (en donde se celebran competiciones de ámbito nacional) no tienen.
Los que nos dedicamos a esto nos tenemos que buscar un hueco en donde sentarnos, hacer malabarismos entre apuntes, libretas, bolígrafos y también portátiles, y tratar de seguir el partido y hacer nuestro trabajo de la forma no más cómoda, sino la menos incómoda posible.
En el caso del Unión África Ceutí de Fútbol-Sala, que compite en la División de Plata, una categoría importante y con equipos que llegan desde lugares como Andorra, Galicia, Catauña, Canarias o Baleares, estoy esperando el día que aparezcan periodistas de más allá del ‘charco’ para cubrir el partido.
¿Se imaginan? Como a alguno le dé por retransmitirlo no tendrá dónde llevarlo a cabo en unas condiciones aceptables, y les aseguro que hacerlo rodeado de aficionados del equipo rival no es algo precisamente recomendable: aún recuerdo cuando ‘El Faro’ acompañaba a la AD Ceuta en sus viajes y los amables seguidores nos invitaban a marcharnos “en patera”.
Tampoco hay sala de prensa, para mí algo que es también fundamental. Al terminar cada partido, cuando llegue el turno para las declaraciones de los entrenadores, habrá que hacerlo de pie, grabadora en mano, un “canutazo”, como decimos en la jerga periodística.
Menos mal que la Ciudad no tuvo solvencia económica para inaugurar el pabellón como se merecía, con una selección nacional de baloncesto o fútbol-sala (la de waterpolo no habría podido, ya que la piscina no cubre los 30 metros mínimos exigidos, otro tema que daría para mucho), ya que ver a José Venancio López o Sergio Scariolo en tales circunstancias habría dado vergüenza ajena.
Eso sí. Palco no falta. No es nada del otro mundo, pero las autoridades tienen donde sentarse, y si por ejemplo el señor Juan Vivas apareciese para seguir algún partido (aunque ya sabemos que al bueno de nuestro presidente sólo le gusta saludar desde el palco del ‘Murube’), tendría dónde situarse y estar por tanto al alcance de los ‘flahs’.
Todo esto tiene una doble lectura, y es que en el fondo (o quizás no tanto) los periodistas estamos absolutamente sometidos a la manipulación de las autoridades, que nos usan cuando quieren y como quieren, a su antojo y por conveniencia.
No llevo mucho tiempo en esto. Poco más de una década. Soy relativamente joven y me queda mucho, muchísimo por aprender.
Pero sí llevo lo suficiente para ser consciente de que la prensa estará siempre en un segundo plano desde el punto de vista de los que mandan, aquellos que tienen la libertad de vetarte cuando les interesa o, por el contrario, llamarte en el último momento porque quieren que salga la foto o las palabras de éste o aquél.
Lo del complejo deportivo ‘Guillermo Molina’ es un ejemplo más de que en nosotros no piensan. La vida y las relaciones se basan en los detalles, y con la prensa, tanto instituciones como particulares (que esto no es sólo cosa de políticos), detalles no tienen ninguno.
La Ciudad todavía está a tiempo para colocar la cabina en donde los compañeros del ‘gremio’ nos encontremos cómodos y podamos hacer nuestro trabajo, una labor, que nadie se olvide, es fundamental para que el ciudadano sepa qué está pasando (o al menos se pueda hacer una idea) tanto en el ámbito deportivo, y voy más allá, como el social, el que de verdad importa.
Es una cuestión de formas, de ser agradecidos, y de reconocer que sin nosotros, los periodistas, la trascendencia sería casi inexistente.

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