Uno de cada tres niñ@s en España pasan hambre, y uno de cada diez está por debajo del nivel de la pobreza.
Siento un gran dolor al ver la carita de es@s niñ@s tristes y apagadas, que se le van los ojos al pasar por el escaparate de una confitería porque si les fuese posible entrarían y se los comerían todos.
Es duro, muy duro pasar hambre, pero mucho más duro es no tener medios para dar de comer a es@s chiquitin@s que vinieron al mundo porque tú y su padres lo deseasteis y os prometisteis que nunca les faltaría nada, pero sin tu quererlo un día llego ser la cruel pobreza en forma de crisis que os dejo sin trabajo a ti y a tu marido y se instaló en vuestra casa, sin ser invitada, y no encontráis el modo de que se marche.
Salís a diario a buscar trabajo, entregáis curriculum en las empresas más inverosímiles, pero nada, ese deseado trabajo no llega y cada día te cuesta más conseguir un plato de comida decente para alimentarlos.
Has perdido el pudor de pedir y más de una mañana llamas a la puerta de al lado pidiendo, por favor, a tu vecina que te de un cartón de leche para no mandar a l@s niños al colegio sin tomar nada.
La profesora de tu hijo te ha preguntado si este come en casa, porque todas las mañana, a poco de llegar al colegio, pregunta ¿Seño cuando nos va a dar el zumo y el bollo, tengo hambre?
No te ha quedado más remedio que contarle la cruda realidad y la mujer se ha quedado sorprendida pues desconocía vuestra situación.
Y yo me pregunto que estamos haciendo tan mal para que 2.800.000 niños, en España, hayan perdido la sonrisa, la alegría y vivan una infancia en la que les falta lo más esencial para vivir: una buena alimentación, que es uno de los derechos fundamentales del niño y la niña.
En el Día por la Erradicación de la Pobreza pido a nuestros mandatarios que busquen soluciones urgentes para que los niñ@s vuelvan a sonreír.