Ceuta tiene una de las tasas más altas del país en cuanto a nivel de pobreza. Lo dicen los datos oficiales y puramente estadísticos, esos que se salvan del maquillaje político que se encarga de prostituir y adulterar todo. Pues bien, aquí hablamos de una realidad: que en Ceuta hay cada vez más gente a la que le cuesta llegar a final de mes y que se teme que haya un incremento. Nos topamos con un problema que va más allá de la imagen que nosotros mismos nos hemos prefabricado de la pobreza. Son cada vez más las familias que tienen que acudir a Cáritas o a otras entidades benéficas para, simplemente, poder llegar a final mes. Y no son familias que cumplen con el perfil del sin techo, que va, quizá sean algunos de sus propios vecinos que arrastrando circunstancias laborales pésimas han ido cayendo en un pozo de difícil salida. Y lo peor es que fuera cada vez son menos las manos que pueden tenderte una ayuda.
Los datos que hoy se dan a conocer sobre el nivel de pobreza son para forzar un auténtico análisis de la realidad que tenemos en Ceuta. Esa que muchos no quieren ver pero existe. Choca abrir las páginas de este periódico y toparte con los detalles del informe que escribe Paloma López Cortina para luego alcanzar las páginas que encierran los compromisos políticos de los partidos que concurrirán al 20-N. Programa, promesas, votos, críticas y más, y más, y más... cantinelas que chocan contra las familias -cada vez en mayor número- que necesitan escuchar soluciones, salidas de esta situación, mejoras. Necesitan tener delante unos políticos con peso, con talla, formación, madurez e ideas para que les ayuden a marcar un camino en el que reaparezcan términos como la confianza, la garantía, el futuro.
Pero las marionetas políticas, dedicadas a una batalla que sólo interesa a ellos mismos, prefieren gastar sus fuerzas, sus debates, sus contiendas en otro tipo de menesteres... ¿Será que no tienen la capacidad suficiente de hacer bailar estas estadísticas logrando que Ceuta deje de arrastrar tan negros números? Cuando los datos no gustan ya saben lo que se suele hacer: negarlos. No extraña que las administraciones jueguen a sus propias apuestas numéricas para decirnos que ni son tantos, ni van a ser más. Lo hacen para buscar una excusa que les sirva para tirar hacia adelante en ese sistema de inmoralidad, de engañabobos y de mentiras en que se ha terminado convirtiendo la vida política, ayudando a que los que son ricos sigan siéndolo cada vez más mientras los desfavorecidos forman ese otro sistema social marcado por la presión y, por qué no decirlo, la insultante explotación.
Quédense con un dato: un 37,8% de los ceutíes vive por debajo del umbral de la pobreza. Y ahora busquen a su alrededor, no es tan difícil verlos.