Opinión

La piel de toro cambia de color

Hoy, sensibilizado por el dolor de tantos y tantos inmigrantes que llegan a nuestra tierra buscando un futuro mejor, empiezo a pensar que este dolor ya recorre todo el suelo patrio y, a fin de cuentas, no acaba más que empezar o mejor dicho, hace tiempo que empezó.

Ahora el futuro incierto está en nuestras calles, en el día a día, en las instituciones y en el presupuesto del Estado Español, que por inercia propia nos afecta a todos los españoles, pues la Caja del Estado no da para tanto. La caridad y acogida que dispensamos a cuantos buscan su futuro empieza a tener síntomas preocupantes, no se puede poner límites a estas acciones por caridad, cierto, pero si condiciones. Otras naciones vienen redactando protocolos que pueden servir de pautas a seguir.

El llamado ‘efecto de llamada’ es real y tangible, no solo lo dicen las estadísticas, lo divulgan ellos mismos con sus propios medios electrónicos, hoy más que ayer, más que hace un mes y más que hace un año. Cada vez acuden más migrantes a nuestras costas y, por su volumen y densidad de los países de origen, serán aún más los desplazados.

El ‘todo gratis’ es demasiado atrayente y la imagen del desplazado fácilmente puede ser modificada para reclamar ayuda humanitaria. Cuanto más lastimosa, mayor necesidad de protección por persecución y otras vicisitudes, más abogaran los desplazados para ser atendidos. El incesante y abrumador desembarco nos cuestiona a todos.

Esta ‘piel de toro’ empieza a cambiar de color, también de cultura e idiosincrasia. Es un síntoma de pérdida de identidad, y si se me apurra, a corto plazo. Ahora, y así lo vamos viendo, este suelo patrio cada vez tiene mayores posibilidades de alcanzar metas, que no logros, insospechadas, y por estos motivos romper un equilibrio económico, cuantitativo y cualitativo, que todos los españoles venimos aportando desde generaciones anteriores.

Se les está dando el pez, ahora hay que darles la caña, desafortunadamente este camino ya no da resultados y la implicación siempre acaba quedándose en casa y no tiene visos que se pare. Si vienen en busca de ayuda se les acogerán, la hospitalidad estará garantizada, pero por tiempo limitado, si, tan limitado como el preciso y necesario para recibir la información y aprendizaje educativo y profesional en áreas de trabajo, convivencia y desarrollo personal.

Aquí habrán llegado a ‘rendir y no a demandar’. Terminado este período deberán volver a sus países de procedencia. Tal vez, con las divulgaciones de estas normas y protocolos, una gran mayoría se lo piensen dos veces. Las mafias que promocionan un ‘mundo mejor’ ya no podrán hacerlo y el futuro del ‘todo gratis’ tendría sus días contados.

Ya es hora que el compromiso de buenas prácticas pudiera extenderse a todos. A buenos entendedores con pocas palabras bastan y doctores tienen los estados para desarrollarlos, no es cosa de un país, es cosa que afecta a toda la Comunidad Europea.

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